EL MUNDO › EL ALBA ACORDó UN TRATADO DE INTEGRACIóN PARA COMUNIDADES INDíGENAS Y AFROAMERICANAS
Liderados por Hugo Chávez, Evo Morales y el anfitrión Rafael Correa, los nueve países miembros establecieron como prioridad, en Otavalo, el fortalecimiento de la interculturalidad dentro de los Estados y en las sociedades.
Los países del ALBA acordaron ayer apurar las negociaciones para sellar el primer Tratado de Comercio de los Pueblos (TCP) y crearon las bases para una verdadera integración de las comunidades indígenas y afroamericanas. La cita fue 60 kilómetros al norte de Quito, en San Luis de Otavalo, la región indígena económicamente más dinámica de Ecuador. Liderados por Hugo Chávez, Evo Morales y el anfitrión de la jornada, Rafael Correa, los nueve países miembros firmaron la llamada Declaración de Otavalo, un escueto texto en el que establecieron como prioridad el fortalecimiento de la interculturalidad dentro de los Estados y en las sociedades. “Para suprimir el racismo, discriminación y xenofobia es impostergable un nuevo orden económico internacional basado en la solidaridad y justicia social”, explicó durante su discurso el representante enviado por Raúl Castro, Esteban Lazo, segundo vicepresidente de la isla.
Como suele pasar en las cumbres del ALBA, las denuncias contra el gobierno estadounidense se llevaron gran parte de los discursos principales. “Como estamos pendientes del fútbol en todo el mundo, mientras tanto el imperio envió toda una flota para cercar a Irán”, advirtió Chávez, retomando las palabras de Fidel Castro publicadas ayer en la prensa cubana (ver página 21). Fue el único que se salió de la región. Sus aliados prefirieron hablar de sus propios problemas. Morales volvió a acusar a Washington de complotar con la oposición boliviana para desestabilizar su gobierno. El mandatario sostuvo que el gobierno norteamericano financia a grupos disidentes a través de una de sus agencias de ayuda humanitaria. “De verdad no me va temblar la mano para expulsar a Usaid, que no vengan a conspirar contra las democracias y contra nuestra soberanía”, advirtió.
Correa, por su parte, enfrenta una situación política más incómoda. Sus detractores no son dirigentes conservadores norteamericanos ni los tradicionales partidos de derecha ecuatorianos, sino la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), la central que aglutina a las principales organizaciones indígenas del país. En las afueras del estadio deportivo que hizo las veces de sede de la cumbre, decenas de dirigentes de la Conaie chocaron ayer con la policía, que no les permitió ingresar. La Conaei, antigua aliada de Correa, repudió la nueva ley de minería y el proyecto de ley del agua que está por ser aprobada. Ayer desde adentro del estadio, Correa dirigió sus críticas más fuertes contra ellos.
“No podemos ser mendigos sentados en un saco de oro porque nos mantiene en la pobreza, el retraso y nos inmoviliza. Hay que desarrollar el potencial extractivo”, aseguró el anfitrión, quien calificó a los antiguos aliados de caer en un “ecologismo extremista”. Fue un momento incómodo porque Correa había elegido esa ciudad porque está gobernada por un líder de la comunidad kichwa, Mario Conejo Maldonado, uno de los fundadores de Pachakutik, el principal partido indígena del país.
A pesar de la tensión, no hubo reacciones entre la audiencia, compuesta por más de 300 representantes de los gobiernos y las comunidades indígenas y afroamericanas de los países miembros. La cumbre, que había comenzado el jueves con las mesas de discusión, terminó ayer por la tarde en calma y con un almuerzo oficial para los presidentes y los delegados de Cuba, Nicaragua, San Vicente y Las Granadinas, Antigua y Barbuda y Dominica.
Antes de partir hacia la última etapa protocolar, los tres mandatarios presentaron ante las cámaras la Declaración de Otavalo. El comercio regional había sido uno de los temas discutidos entre los presidentes y los delegados; sin embargo, a la hora de redactar la declaración final se decidió priorizar el mensaje de integración cultural y no discriminación. El tema comercial quedó relegado a una promesa de avanzar con la creación de un modelo alternativo de soberanía económica, principalmente a través del Banco y el Fondo del ALBA.
El resto del texto fue destinado a reivindicar las tradiciones de cada comunidad –“Apoyamos la revalorización de la práctica ancestral del masticado de la hoja de coca y la eliminación de su prohibición en los instrumentos internacionales”– y la necesidad urgente de un mayor respeto por el medio ambiente: “Llamamos a respetar a la Madre Tierra respaldando iniciativas como la Yasuní-ITT de Ecuador, que se fundamenta en un mecanismo de compensación económica por contaminación evitada”.
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