EL MUNDO › EL DEMOCRISTIANO CHRISTIAN WULFF SERá EL PRESIDENTE MáS JOVEN EN ALEMANIA
Angela Merkel ganó algo, pero perdió mucho más. La canciller sufrió un devastador golpe a su autoridad después de que su postulante fallara dos veces a la hora de resultar electo.
› Por Tony Paterson *
Desde Berlín
La tercera es la vencida. Después de dos intentos fallidos para alcanzar la mayoría absoluta, finalmente el candidato de la canciller Angela Merkel fue elegido presidente federal. El democristiano Christian Wulff será el político más joven en ejercer ese cargo en Alemania.
Angela Merkel ganó algo, pero perdió mucho más en la jornada de ayer. La canciller sufrió un devastador golpe a su autoridad después de que su postulante fallara en dos oportunidades a la hora de resultar electo. Esa situación generó una grave duda acerca del futuro de su ya descompuesta coalición gobernante. Wulff, el impopular primer ministro de Baja Sajonia, fue elegido personalmente por Merkel. La candidatura de Wulff generó sorpresa a buena parte de la opinión pública porque se lo veía como un posible sucesor de Merkel en la Democracia Cristiana y como un potencial canciller.
Los presidentes alemanes son elegidos por la Asamblea Federal, un cuerpo compuesto por 1244 parlamentarios y delegados de los 26 estados federales del país. Wulff, de 51 años, es un político mediocre, conservador, que se sumó al partido cuando era un estudiante. Le llevó tres intentos conseguir la mayoría absoluta. En la primera ronda, le faltaron 23 votos para alcanzar los 623 necesarios. En la segunda, sólo ocho. Finalmente, en la tercera oportunidad alcanzó los 625 escaños a favor.
Los socialdemócratas y el Partido Verde postularon para la presidencia a Joachim Gauck, un ex pastor de 71 años proveniente de la Alemania oriental. No fueron pocas las posibilidades con las que contó este antiguo activista por los derechos humanos. Gauck, que durante diez años encabezó una comisión para investigar el papel de la Stasi en la Alemania comunista, logró el apoyo de 494 parlamentarios y fue ovacionado en el Parlamento. La tercera candidata, Lukrezia Jochimsen, lanzada por el Partido de poscomunistas y socialista La Izquierda (Die Linke), retiró su candidatura en la tercera votación, tras lograr 123 apoyos en la segunda ronda, igual que el candidato del partido neonazi NPD, Frank Renni-cke, que sólo obtuvo tres votos.
La oposición manifestó que fue un día frustrante para Merkel. “Wulff es el claro perdedor de esta elección, a pesar del resultado final”, declaró Jurgen Trittin, un líder del Partido Verde. Los resultados de las dos primeras votaciones constituyen una evidencia clara de la rebelión de fuerzas políticas que existe al interior de la gobernante Democracia Cristiana y su alianza con los demócratas liberales. “Hay elementos caóticos al interior de la coalición”, admitió Christian Lindner, el secretario general de los liberales. Si bien el poder del presidente alemán es prácticamente ceremonial, la votación sirvió como termómetro para ver con cuánto apoyo cuenta Merkel dentro del Legislativo.
Horst Seehofer, el líder de los conservadores de Bavaria, describió la elección presidencial como un voto sobre el destino del gobierno alemán. Algunos analistas habían advertido que una mala performance del candidato elegido por la canciller o su derrota podrían derivar en un devastador voto de no confianza y disparar el llamado a nuevas elecciones.
La última votación presidencial había sido tres años antes, cuando resultó electo Horst Köhler, un antiguo jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI). El ex gerente del organismo de crédito renunció el mes pasado a raíz de las críticas por sus apreciaciones sobre la intervención alemana en Afganistán. En una entrevista, el ex presidente sugirió que la presencia militar había sido diseñada para salvaguardar las rutas comerciales de Berlín. Además, la mayoría de los observadores afirmaba que Köhler se había convertido en una figura aislada y que había pedido el apoyo de los conservadores. Por eso la apuesta de Merkel fue por un político conservador confiable como Wulff.
La figura del presidente tiene poco peso en Alemania, muy parecida a la de un rey dentro de una monarquía parlamentaria. La única diferencia es que su mandato dura cinco años y puede ser reelegido una única vez. A pesar de su escasa importancia en el destino político del país, la poco convincente actuación de Wulff en las elecciones de ayer se sumó a una creciente lista de desastres políticos de la canciller Merkel. La conservadora gozó de una popularidad record durante su primer mandato. Pero vio desplomarse su adhesión del 80 al 50 por ciento, tan pronto como fue reelegida en septiembre último.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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