Luiz Inácio Lula da Silva partió ayer hacia Africa con la mala noticia de la eliminación del equipo brasileño del Mundial. El mandatario cumplirá con su quinta gira oficial por ese continente, haciendo paradas en Kenia, Guinea Ecuatorial, Tanzania, Zambia, Cabo Verde y Sudáfrica. A esta última llegará el próximo jueves y se quedará hasta el domingo para ver la final del Mundial de fútbol, como había prometido desde un comienzo, cuando su equipo aún era favorito. Lula les confirió un mayor protagonismo a las relaciones con el continente africano que sus antecesores. Como le gusta recordar al presidente brasileño, su país contiene la segunda mayor población negra en el mundo, después de Nigeria.

Mañana en Cabo Verde, en el pequeño archipiélago en la costa oeste del norte africano, el presidente brasileño asistirá a una cumbre entre su gobierno y la Comunidad Económica de los Estados del Oeste Africano, un bloque que reúne a Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea (Conakry), Guinea Bissau, Liberia, Mali, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo. Según adelantó ayer el vocero presidencial desde Brasilia, Marcelo Baumbach, Lula intentará sellar algunos acuerdos durante su gira, una de las últimas por el mundo antes de dejar el sillón presidencial en diciembre próximo. “Brasil desea ser socio de los países africanos en proyectos de desarrollo. Y también crear oportunidades de cooperación, inversiones y financiación de proyectos en áreas como agricultura, infraestructura y energías renovables”, explicó el funcionario.

En los últimos ocho años, la estrategia del líder petista ya ha dado algunos resultados. En 2003, cuando Lula llegó al poder, el flujo comercial de Brasil con los países africanos sumaba 6153 millones de dólares, incluyendo exportaciones brasileñas por 2682 millones e importaciones por 3291 millones. Según el Ministerio de Comercio Exterior de Brasilia, la corriente de comercio se multiplicó en siete años y llegó a 17.157 millones de dólares al cierre de 2009, con exportaciones brasileñas por 8692 millones.

Además, Lula viajó con técnicos que defenderán ante los países africanos las ventajas de adoptar el modelo de TV digital que Brasil adaptó de Japón y que está siendo crecientemente aceptado en países sudamericanos. Lula también ofrecerá un plan de ayuda al desarrollo agrícola, en particular para el desarrollo de biocombustibles, una de las iniciativas internacionales más fuertes de su gobierno.

Durante la cumbre de mañana, el mandatario sudamericano aprovechará para reunirse a solas con los mandatarios de cada gobierno presente, aunque tendrá muy poco tiempo. El domingo ya tiene que partir hacia Guinea Ecuatorial, donde se quedará sólo unas horas. El lunes a primera hora debe volar a Nairobi, Kenia, y de allí a Tanzania y Zambia. No tendrá ni un respiro hasta el jueves, cuando aterrice en Sudáfrica.

Primero participará en Pretoria de la ceremonia de presentación del emblema oficial del Mundial 2014, que se realizará en Brasil. El viernes se tomará un día para ocuparse de los asuntos bilaterales con el gobierno sudafricano de Jacob Zuma. Se reunirá a solas con el presidente y luego visitarán juntos el memorial Isivavane, un parque de 52 hectáreas en las afueras de Pretoria en el que el gobierno está construyendo uno de los proyectos más ambiciosos del mundo para recordar la historia de represión, discriminación y lucha de la hoy potencia africana.

Después de esa visita, Lula, un reconocido fanático del fútbol, se dedicará de lleno a seguir el desenlace del Mundial. A pesar de que su equipo ya va a estar de vuelta en Brasil, el mandatario conservó su entrada para la final. Al día siguiente retornará a Brasilia.