EL MUNDO › EL POPULISTA PARTIDO MEXICANO GANABA LA MAYORíA DE LAS 12 GOBERNACIONES EN DISPUTA Y CEDíA SU BASTIóN
La jornada electoral arrancó con cuatro asesinatos en Chihuahua, cifra que aumentó con el correr de las horas. Los comicios son percibidos como un termómetro para las elecciones presidenciales de 2012.
México fue a las urnas en un clima de violencia, tras el asesinato del candidato a gobernador por Tamaulipas la semana pasada. En lo que puede ser un anticipo de las elecciones presidenciales de 2012, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganó en al menos ocho de los 12 estados en disputa. Aunque perdió Oaxaca, donde gobernaba desde hace 80 años.
En medio de un macabro panorama con muertes en varios lugares atribuidas al crimen organizado, el PRI se imponía ayer en los estados de Chihuahua, Tamaulipas, Durango, Veracruz, Hidalgo, Aguascalientes y Tlaxcala. Le disputaba Sinaloa, Puebla y Quintana Roo al oficialista Partido de Acción Nacional (PAN) y le habría arrebatado Zacatecas al izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Pero no todas fueron buenas noticias para el partido más histórico de México. Oaxaca habría sido arrancada del predominio del PRI, una hegemonía que lleva casi ocho décadas, según anunció la coalición conformada por el PAN, PRD, el partido del Trabajo (PT) y Convergencia. Los líderes de esas fuerzas opositoras aseguraron que vencieron, mientras que el PRI denunció que la oposición mentía y que se demostraría eso con las cifras del escrutinio. En Chiapas y Baja California, los ciudadanos fueron a las urnas y se eligieron diputados locales y alcaldes.
La jornada arrancó teñida por el horror. Cuatro hombres fueron asesinados y colgados en tres puentes vehiculares en Chihuahua (norte). En un paraje de una autopista de ese estado, fueron localizados también otros seis cuerpos, todos con huellas de torturas y disparos de grueso calibre. El cadáver calcinado de una mujer fue hallado en Ciudad Juárez, también en el estado de Chihuahua, que se ha convertido en escenario privilegiado de la violencia narco y la represión estatal. Un líder indígena vinculado al Partido de la Revolución Democrática (PRD) fue acribillado durante la madrugada en Tenejapa (Chiapas, sur). Además, el director y el subdirector de la policía municipal de Actopan (Hidalgo, centro) fueron ejecutados por supuestos sicarios de Los Zetas.
Sólo una semana atrás fueron acribillados Rodolfo Torre Cantú y parte de su comitiva. Torre Cantú era el candidato del PRI para la gobernación de Tamaulipas, un estado en el nordeste de México. El presidente Felipe Calderón no lo dudó un segundo y adjudicó la masacre al crimen organizado, con el que viene librando, desde que asumió en 2006, una guerra que no cesa de desangrar al país y que ya costó 23 mil muertos. El reemplazante de Torre Cantú para la disputa electoral resultó ser su hermano, Egidio Torre, quien concurrió a votar con un cintillo negro y llamó a sufragar contra el miedo. El aspirante al gobierno tamaulipeco fue escoltado por un fuerte dispositivo de seguridad y vistiendo un chaleco antibalas. Finalmente se quedó con la gobernación.
La campaña estuvo plagada de muertes, tiros y atentados. En mayo, fueron asesinados Mario Guajardo (candidato del PAN a la alcaldía de Valle Hermoso), Joel Arteaga Vázquez (candidato del PRI a regidor en Calera, Zacatecas) y un consejero electoral en Sinaloa. Estos tres homicidios no fueron esclarecidos. A la larga lista de irregularidades, se sumó la detención de Gregorio Sánchez, referente del PRD que se postulaba a gobernador de Quintana Roo y que vinculado por las autoridades al narcotráfico. En los últimos días, renunció la fiscal encargada de investigar los delitos electorales.
No es de extrañar este escenario de violencia sin límite. Los estados donde se llevaron a cabo los comicios concentran el 69 por ciento de los crímenes cometidos durante lo que va de 2010. Sólo en Chihuahua, Sinaloa, Tamaulipas y Durango, se registró el 60 por ciento de los 5287 homicidios atribuidos a los grupos narcos. Los comicios son percibidos como un termómetro para las elecciones presidenciales de 2012, en las que el PRI busca recuperar el poder que perdió hace diez años. El PRI monopolizó el gobierno mexicano desde 1929 hasta 1999, cuando el panista Vicente Fox se hizo con la presidencia. El PRI aún gobierna la mayoría de los 32 estados mexicanos. En 2009, ya había logrado apoderarse de las mayorías en la elección intermedia de diputados.
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