EL MUNDO › COMO EN LA GUERRA FRíA, RUSIA INTENTARíA INTERCAMBIAR ESPíAS PRESOS CON OCCIDENTE
El hermano de un espía preso en Rusia sugirió ayer que Moscú podría entregar a tres detenidos por espiar para el exterior a cambio de los diez que está procesando la Justicia estadounidense. La operación se llevaría adelante en Viena.
› Por Shaun Walker *
Desde Moscú
Un audaz intercambio de espías se está preparando para repatriar a Moscú a los diez supuestos agentes encubiertos rusos que Estados Unidos detuvo en su territorio, según informaron ayer medios internacionales. El abogado y familiares de Igor Sutyagin, un ruso encarcelado en 2004 por espiar para las potencias occidentales, aseguraron que las autoridades estaban preparando al ex analista nuclear para transferirlo a Gran Bretaña o Estados Unidos. Según su hermano Dmitri, Sutyagin, quien había sido condenado a 14 años de cárcel, ya firmó una confesión y fue transferido a una prisión en Moscú, donde se terminará de ultimar el traslado.
Dmitri agregó que su hermano sigue sosteniendo su inocencia y su voluntad es quedarse en Rusia, pero lo obligaron a firmar una confesión en una reunión que tuvo con oficiales de inteligencia rusos y ciudadanos estadounidenses no identificados. Siempre según su relato, los oficiales rusos le habrían mostrado a su hermano una lista de once personas, que también serían incluidas en el intercambio. Sutyagin dijo sólo acordarse de uno, Sergei Skripal, un coronel del ejército ruso que fue condenado a 13 años de prisión en 2006 por espiar para los británicos.
La madre de Sutyagin, Svetlana, aseguró que su hijo le dijo que sería transferido a Gran Bretaña hoy. Otras versiones sugerían que Rusia podría intercambiar a tres detenidos por espiar para el exterior a cambio de los diez que está procesando la Justicia estadounidense. Los rumores más fuertes indican que Viena sería el lugar elegido para la operación. Ayer ni Moscú ni Washington confirmaron la noticia y un vocero de la embajada británica en Moscú se limitó a esgrimir un “sin comentarios”.
Nikolai Kovalev, ex director de la agencia de seguridad rusa FSB (la heredera de la mítica KGB soviética), sostuvo que era poco probable que se realizara un intercambio de ese tipo. “Una persona a la que todos han olvidado simplemente está intentando que la gente lo recuerde de nuevo”, explicó Kovalev, en referencia a Sutyagin.
Sin embargo, otros datos parecen reafirmar la teoría de que se estaría preparando un intercambio. Una audiencia programada para escuchar a tres de los sospechosos rusos en Alexandria, Virginia, ayer a la mañana, fue pospuesta por razones poco claras y aún no se sabe cuál será la nueva fecha. Además, algunos medios informaron que el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, William Burns, un hombre que fue embajador en Moscú, tenía ayer programada una reunión en Washington con el embajador ruso, Sergey Kisyak. Funcionarios estadounidenses y rusos se negaron a hacer comentarios sobre la naturaleza del encuentro.
Por último, reconocidos científicos rusos aseguraron haber sido informados de que Sutyagin había sido, efectivamente, transferido de la cárcel en donde cumplía su pena en Arkhangelsk, en el norte del país, al centro de detención Lefortovo, en Moscú.
Mientras tanto, en Estados Unidos, los diez presuntos espías rusos fueron detenidos bajo la sospecha de ser parte de una operación secreta de la SVR, la inteligencia del servicio exterior de Moscú, que buscaba infiltrarse en los círculos políticos norteamericanos más influyentes. En los allanamientos a las casas de los rusos y a sus cajas fuertes, los agentes norteamericanos encontraron más de 80 mil dólares, una computadora portátil especialmente configurada, libros de códigos y un equipo de radio.
Los eventos dramáticos de esta trama parecen congeniar mejor con las páginas de una novela barata de espionaje que con un relato sofisticado de la inteligencia moderna. Desde el comienzo las dudas sobrevuelan toda la historia, que llamativamente estalló en los medios mundiales apenas tres días después de la visita del presidente ruso Dmitri Medvedev a Barack Obama en Wa-shington. En la Casa Blanca siempre mantuvieron distancia del asunto, mientras que el Kremlin cambió rápidamente su indignación inicial por un silencio desconcertante.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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