EL MUNDO › LOS SIETE DISIDENTES LIBERADOS LLEGARON A MADRID Y HOY SE ESPERA A CUATRO MáS
El canciller Miguel Angel Moratinos había empeñado su prestigio personal en tratar de resolver la cuestión de los presos de conciencia convenciendo a Cuba de que a cambio la Unión Europea iba a eliminar la llamada Posición Común.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
El primer grupo de disidentes cubanos liberados gracias a la mediación de la Iglesia Católica y la Cancillería española llegó ayer a Madrid dando comienzo, de este modo, a la mayor operación político-diplomática en una década destinada a mejorar las relaciones entre Cuba y la Unión Europea. Los siete liberados por La Habana forman parte del primer contingente, hoy se espera que lleguen cuatro personas más, y pertenecen al llamado “Grupo de los 75”, encarcelados en la primavera de 2003 durante el último enfrentamiento importante entre el gobierno de Fidel Castro y sus opositores.
La Cancillería española concluye de este modo una jugada política de alto vuelo que comenzó a prepararse durante el 2009, meses antes de que España asumiera la presidencia europea durante el primer semestre de este año. El canciller Miguel Angel Moratinos había empeñado su prestigio personal en tratar de resolver la cuestión de los presos de conciencia convenciendo a Cuba que, a cambio, la Unión Europea iba a eliminar la llamada Posición Común, una pieza diplomática fabricada durante el gobierno del conservador José María Aznar, que vincula las relaciones comerciales con la isla con la política de derechos humanos. La Posición Común se revisa periódicamente, por lo que Moratinos convenció a sus pares europeos para que aplazaran la revisión anual hasta que se lograra avanzar en la liberación de “los 75”, algo que finalmente se concretó hace un par de semanas, cuando el canciller socialista y el presidente cubano Raúl Castro llegaron a un acuerdo mientras miraban el partido de semifinales del Mundial en el que España ganó a Alemania.
La Iglesia Católica cubana, a través del cardenal Jaime Ortega, venía trabajando en la misma dirección desde hace meses y aunque se quedó sorprendida por la rapidez con que España le dio la piedra de toque final al acuerdo, lo saludó con entusiasmo. Desde el pasado lunes trabajó codo a codo con el personal diplomático español para garantizar el éxito de la operación. Según el acuerdo alcanzado con La Habana, los presos no son deportados a España, sino que son dejados en libertad para abandonar la isla junto a sus familiares. El gobierno cubano garantiza que se respetarán sus bienes y que la familia podrá retornar a la isla sin problemas, pero los excarcelados sólo lo podrán hacer si solicitan una autorización previa.
El de ayer es el primer grupo de liberados y está compuesto por Ricardo González, Léster González, Omar Ruiz, Antonio Villarreal, Julio César Gálvez, José Luis García Paneque y Pablo Pacheco y fueron escogidos porque eran los que presentaban mayores problemas de salud. De todas formas, hay que tener en cuenta que no todos los presos pertenecientes a este grupo han aceptado las condiciones del acuerdo, por lo que un número aún indeterminado de ellos prefieren quedarse en la presión, ya que bajo ningún concepto aceptaron abandonar el país.
“Es el paso más serio que ha dado el gobierno cubano en los últimos cincuenta años”, afirmaba días atrás al diario El País Héctor Palacios, el dirigente más famoso del grupo, que fue liberado en 2007 por sus malas condiciones de salud. Palacios recibió tratamiento médico en España y pudo regresar a Cuba, ya que así lo exigió en las negociaciones previas a su liberación. En la isla coordina una agrupación denominada Unidad Liberal de la República, una de las plataformas opositoras más importantes.
La diplomacia española también está convencida de la importancia del gesto que ha hecho el gobierno de Castro y ahora espera que la Unión Europea cumpla con el compromiso asumido y revise su posición.
Si Cuba se ha movido, afirmaban ayer fuentes diplomáticas españolas, ahora deben moverse los demás, incluidos los Estados Unidos. El gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha cambiado radicalmente la relación con la isla desde 2004, desandando la diplomacia conservadora de José María Aznar que primaba cuestiones ideológicas por encima de los intereses económicos. España es el país europeo con mayor inversiones en Cuba, sobre todo en el sector turístico, y el canciller Moratinos supo desde un primer momento cuál era la fibra que había que tocar para sensibilizar a Raúl Castro. El gobierno español está convencido de que la mejor política para favorecer los cambios en la isla no es la del aislamiento y la intransigencia ideológica y defiende su línea blanda con La Habana, a pesar de las críticas de la oposición conservadora, porque entiende que la Revolución Cubana goza todavía de prestigio en América latina. Tender la mano a Cuba, sostiene la administración socialista, es también defender los intereses globales de España en la región. El éxito de la operación para liberar a los disidentes parece darles la razón.
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