EL MUNDO › POR UN PROYECTO DE LEY DE CONVERSIóN AL JUDAíSMO
› Por Catrina Stewart *
Desde Jerusalén
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, está luchando por controlar su coalición mientras protagoniza un enfrentamiento decisivo con su duro canciller, Avigdor Lieberman. Lieberman, líder de un partido ultranacionalista, se ha quejado amargamente porque su agrupación había sido dejada a un lado en la toma de decisiones y en el armado de alguna legislación clave. El ministro de Exteriores está enfrentado ahora con el premier por un proyecto de conversión al judaísmo, el que Netanyahu dice que podría separar a los judíos.
La disputa refleja la fragilidad de la coalición derechista de Netanyahu, una unión de políticos con suficiente poder individual como para hacer caer al gobierno. Esta vez, el ministro de Exteriores evitó una crisis doméstica, declarando que quería mantenerse en la coalición. Pero los analistas sugieren que es sólo una cuestión de tiempo para que Lieberman se vaya o para que el primer ministro se vea forzado a hacerlo a un lado y construir una nueva coalición.
El conflicto apareció públicamente cuando semanas atrás Lieberman se enteró por la prensa de que Netanyahu había enviado un emisario a Bruselas. El enviado había viajado para mantener charlas clandestinas con los turcos para intentar cicatrizar las divisiones entre los dos países. Lieberman, nacido en Moldavia y que una vez reclamó que se arrojaran a los prisioneros palestinos al mar, fue dejado muchas veces de lado para misiones sensibles. Actualmente, Lieberman está impulsando una ley de conversión al judaísmo. Los mismos periódicos israelíes dicen que esa iniciativa elevará la tensión con el premier a un estado de guerra. La norma habilitaría a un puñado de rabinos ortodoxos a decidir quién es y quién no es judío. La propuesta generó una tormenta de furia al interior de la colectividad, que teme divisiones dentro de los judíos que pongan en cuestión su identidad.
Netanyahu respondió severamente a la iniciativa respaldada por su ministro de Exteriores. “Se deben hacer los esfuerzos necesarios para que este proyecto sea sacado, por consenso, de la agenda. Pero si esto no sucede, buscaré que los miembros del Likud (el partido gobernante) y de otras fuerzas aliadas se opongan”, afirmó el primer ministro israelí. Si logra sortear esta prueba, le esperará a Netanyahu otra disputa por los asentamientos judíos en los territorios ocupados.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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