Lun 06.01.2003

EL MUNDO  › LA ACTUALIDAD SEGUN OTROS DIARIOS DEL MUNDO

ASI LO VEN

NACE UN NUEVO BRASIL

En un marco inédito para la asunción de un presidente brasileño, con 200.000 personas en las calles de Brasilia y la visita de 14 jefes de Estado, Luiz Inácio Lula da Silva asumió el miércoles la presidencia de Brasil. Su primera medida de gobierno fue postergar la compra de 12 aviones para la Fuerza Aérea para destinar esa suma (cerca de 800 millones de dólares) a la prioridad de su gobierno: el programa Hambre Cero, que pretende dar tres comidas diarias a los 54 millones de brasileños que están debajo de la línea de pobreza. Esta semana iniciará una gira junto a sus ministros por el Nordeste pobre brasileño para, según sus palabras, sepan “cuál es el país que tendremos que gobernar”.

BRASIL

O Globo

Con emoción y bellas imágenes en la asunción de Lula, se cierra una larga celebración democrática que se inició en agosto, con la apertura de la campaña electoral. Al anochecer, mientras subía por la Explanada del Planalto con las piernas cansadas, Lula debió preguntarse: “¿Y ahora qué pasará?” Ahora comienza la espera por resultados objetivos. Lo que vendrá no puede buscarse en los discursos del pasado. Lula le prometió a su pueblo honrar la confianza en él depositada. A pesar de las miles de personas que lo aclamaron en el trayecto entre la catedral y el congreso, Lula dependerá de 500 o 600 legisladores para concretar su proyecto.
(Editorial)

Diario de Sao Paulo

Fueron pocas las banderas brasileñas en la explanada. La escena fue dominada por las banderas rojas. El discurso del presidente del Congreso tuvo también un obvio tono partidario. Fue natural que el PT acaparara el momento, pero hubiera sido mejor que el verde y amarillo fueran los colores dominantes, porque la fiesta era de Brasil. En su discurso al Congreso, el presidente Lula deslizó la idea de que, hasta hora, todo fue errado. Desde ahora en adelante, el país será soberano, como si hubiese sido sumiso; será justo, como si se tratara de magia; retomará el crecimiento, como si sólo dependiese de la voluntad; hará reformas constitucionales, como si ésta no hubiese sido una lucha permanente de Itamaraty. Y habló más del pasado que del futuro que promete. Cometió varios deslices en su discurso, pero hay licencias poéticas para esto, para los momentos de encantamiento en que la razón descansa para que la emoción se exprese bien alto.
(Editorial)

O Dia

La elección del canciller Celso Amorim y, sobre todo, la del embajador Samuel Pinheiro Guimaraes para el cargo de secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores marca un guiño en la política exterior brasileña. Diplomático acostumbrado a tener sus propias ideas, Samuel fue proscripto en Itamaraty por el transigente Celso Lafer, ese que se sacaba los zapatos en los aeropuertos norteamericanos. Ahora, la dupla va a implementar una posición afirmativa para usar en Estados Unidos el único idioma que entiende la banda de Bush: el respeto al principio de reciprocidad.
(Claudio Humberto)


ESTADOS UNIDOS

The Chicago Tribune

La ceremonia de asunción de Lula marcó un nuevo comienzo para muchos brasileños, que rechazaron al candidato del gobierno saliente de Fernando Henrique Cardoso como una forma de descontento contra las reformas económicas que barrieron Latinoamérica desde Venezuela hasta Argentina. Pero ahora Lula enfrentará grandes desafíos. Para evitar el destino de líderes sudamericanos como el del ex presidente Fernando de la Rúa y Chávez, que dejó detrás una huelga general para asistir a las festividades, Lula deberá complacer a su electorado y a los inversionistas internacionales que tienen las llaves de la solvencia financiera de Brasil.
(Patrice Jones)

The Washington Post

El primer presidente brasileño de izquierda asumió con la promesa de aliviar la agonía de innumerables personas que viven en la miseria en el país más grande de América latina, una tierra fértil del tamaño de los Estados Unidos. De todas formas, la tarea será difícil. La débil economía de Brasil produjo una inflación de dos dígitos y el año pasado y el real perdió el 35 por ciento de su valor. La escena de la asunción de este pobrísimo campesino que dejó la escuela en quinto grado para lustrar zapatos y vender maníes contrastó con las ceremonias de investidura de los anteriores gobiernos brasileños, cuando las multitudes jamás superaron las 30.000 personas.
(Alan Clendenning)

El Nuevo Herald

La toma de posesión del presidente Lula probablemente le dará nuevas municiones a los ultraconservadores en Washington que están alertando sobre un posible “eje del mal” compuesto por Brasil, Venezuela y Cuba. Pero quienes hacen estos pronósticos pueden estar equivocados. Hay motivos para pensar que Lula no será un presidente activo en política exterior. Al contrario, será un líder mucho más preocupado por solucionar los problemas de Brasil que los del mundo. Aunque el representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick, es uno de los pocos altos funcionarios de Bush que no se han olvidado de América latina, es obvio que Bush cometió un grave error al no enviar por lo menos al secretario de Estado Colin Powell. Ojalá le vaya bien a Lula. Podría sentar un precedente importante para América Latina.
(Andrés Oppenheimer)


EUROPA

Libération

Muy raras veces la elección de un presidente latinoamericano suscitó tantas esperanzas, las mismas que después de su elección el propio Lula se afana por moderar. Antes tendrá que emprender la gran tarea, reducir las desigualdades de uno de los países con mayor desigualdad del mundo. Para mantener su promesa de aumentar el salario mínimo, crear 10 millones de empleos, erradicar el hambre y sacar de la miseria a 50 millones de personas, Lula no tiene nada de dinero. Pero por sobre todo, Lula heredará una economía muy frágil. Muchos analistas se preguntan si un hombre de izquierda podrá hacer funcionar el país más grande de Sudamérica. Lula tiene su propia receta: no tendrá que hacer un cambio radical, por lo que deberá evitar ir al choque como hizo Hugo Chávez en Venezuela.
(Celia Mercier)

Le Monde

El nuevo presidente brasileño ha hecho promesas a todo el mundo. Y todas ellas no sólo parecen difíciles de cumplir, sino también a veces incompatibles entre sí. El presidente conoce mejor que nadie la miseria en la que viven millones de personas en Brasil, y por eso su programa faro se llama “Hambre Cero”. Pero la amenaza apenas velada del FMI de cortar los víveres si no se sigue con la política de ajuste presupuestario llevada a cabo por Cardoso y los ataques repetidos sobre el real lo llevaron a elegir en su equipo económico a hombres respetados por los mercados. Hace falta tiempo para ver si el nuevo presidente gana la partida. Mientras tanto, Lula vive una luna de miel total.
(Babette Stern)

ABC

El presidente de Brasil fue aclamado por miles de personas durante la toma de posesión de su cargo. Con ese rito, que adquiere el carácter de un símbolo casi religioso para un pueblo tradicionalmente defraudado por sus dioses gobernantes, el ex líder sindicalista ha visto cumplido un sueño que tardó 13 años en materializarse. Lula ha prometido que su gobierno, además de velar por la ortodoxia fiscal y respetar el pago de la deuda, dará prioridad a los programas sociales. Los brasileños tardan en confiar en una persona, pero cuando finalmente la aceptan no olvidan una traición. Tal vez por eso esperen que Lula pueda aportarles las fuerzas cósmicas de los Orixás, los dioses del bien.
(Luis Ignacio Parada)

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