Ayer aparecieron los primeros chispazos en el gabinete inglés. La coalición de gobierno entre liberales y conservadores en el Reino Unido sufrió su primer cortocircuito luego de que el viceprimer ministro Nick Clegg calificara de “ilegal” la guerra en Irak. La oficina del premier David Cameron no dio crédito a los dichos del liberal.

“Un día tal vez tendría que justificar su papel en la decisión más desastrosa de todas, la invasión ilegal de Irak”, dijo Clegg, quien actualmente ejerce la jefatura de gobierno por el viaje de Cameron a Estados Unidos, ante el Parlamento. Las acusaciones de Clegg estuvieron dirigidas al laborista Jack Straw, quien era ministro de Relaciones Exteriores cuando se decidió la invasión.

Los conservadores desestimaron los dichos del vicepremier. Un portavoz de Cameron salió al cruce: “El gobierno de coalición no ha expresado su punto de vista sobre la legalidad o ilegalidad del conflicto iraquí”. Pero también el funcionario tuvo que agregar, para evitar asperezas mayores: “Eso no impide que miembros concretos del gobierno puedan expresar a título particular sus puntos de vista”.

Hasta ayer la tensión entre los partidos gobernantes estaba limitada a la reforma electoral que impulsan los liberales y que los tories aceptaron a regañadientes. Pero el incidente de ayer agrega tensión en una coalición que se armó con mucho esfuerzo, especialmente por el coqueteo pendular de los liberales entre los conservadores y los laboristas. Según analistas, el comentario de Clegg tiene mucha importancia porque lo hizo como jefe de gobierno en funciones y porque Cameron, cuando era diputado, votó a favor de la invasión a Bagdad en 2003.

Alejado de la disputa doméstica, Cameron anticipó que empezará a retirar a las tropas de Afganistán a partir de julio de 2011. “Cuanto antes podamos transferir a los afganos distritos y provincias, antes podrán ser repatriadas algunas fuerzas. No quiero suscitar expectativas sobre este tema, ya que la transición debe basarse en el progreso de la situación sobre el terreno”, dijo el premier en una entrevista. “En 2015, ya no estaremos allí con tropas de combate o con un gran número de soldados”, confió el jefe de gobierno.

Los británicos anunciaron que para fin de este año sacarán a sus tropas del distrito de Sangin. El lugar es un viejo bastión talibán y la tercera parte de las bajas inglesas se produjo allí. Los estadounidenses se harán cargo del control de esa zona. Después de Estados Unidos, Gran Bretaña es el país que más tropas destinó a Kabul. Unos 9500 soldados británicos están desplegados en territorio afgano, principalmente en la provincia sureña de Helmand, uno de los principales núcleos de la resistencia de los talibán. Un total de 322 militares británicos murió en Afganistán desde el comienzo de la intervención aliada en 2001.