EL MUNDO › OPINIóN
› Por Juan Gelman
George Orwell ha vuelto a nacer en la Casa Blanca. El anuncio del presidente Obama del “fin de la misión de combate” en Irak y su conversión en “operaciones contraterroristas” ha dado un nuevo nombre a lo mismo: a partir del 1º de septiembre aún quedarán 50.000 efectivos estadounidenses que seguirán tirando balas sin saber hasta cuándo, para no hablar del ejército de mercenarios, muy superior en número.
El general David Petraeus, comandante en jefe de las tropas que ocupan Irak y Afganistán, parece no haber escuchado el mensaje de su mandatario: “En primer lugar, no nos estamos yendo –dijo por la CBS–, nuestras tropas permanecen en Irak con una enorme capacidad.” De combate, claro está. No deben tener radio ni televisor en el Pentágono. Su secretario de prensa, Geoff Morrell, afirmó: “Que yo sepa, nadie ha declarado el fin de la guerra”. Tampoco leerán allí los diarios amigos que, con grandes titulares, anunciaron que Obama había mantenido su promesa electoral de retirarse completamente de Irak a fines de agosto.
La actitud de Obama recuerda el “Misión cumplida” de W. Bush a bordo del portaaviones USS Abraham Lincoln pocas semanas después de la invasión. Un cumplimiento bien raro: pasaron más de siete años desde entonces.
Las “tropas de combate” estadounidenses fueron rebautizadas y ahora son “tropas de transición”. No falta mucho para que la “Operación Libertad Iraquí” que derrocó a Saddam Hussein se denomine “Operación Nuevo Amanecer”. Está previsto. Orwell es eterno.
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