EL MUNDO › EL CANCILLER BRITANICO DESMIENTE LA RELACION CON UN JOVEN ASESOR
El canciller Hague negó los rumores sobre la habitación de hotel que había compartido con su asesor político Christopher Myres, a lo que se añadían unas fotos de ambos con una estética que algunos podían encontrar homoerótica.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
La polémica con el canciller británico, William Hague, su ahora ex asesor y los rumores de una relación gay siguen viento en popa. Una portavoz del primer ministro dijo que David Cameron tenía plena confianza en su canciller, y el mismo Hague tuvo que defender la declaración que hizo el miércoles cuando, para apagar los rumores, reveló intimidades de su vida matrimonial. “Fue una declaración muy personal. No fue fácil de hacer. Mi esposa y yo estábamos cansados de que siguieran circulando esos rumores falsos. En algún momento uno tiene que decir basta y aclarar las cosas”, dijo Hague en una conferencia de prensa.
El miércoles era el día de las memorias de Tony Blair. En un país sumergido por las revelaciones del ex primer ministro sobre Irak y su tempestuosa relación con Gordon Brown, el canciller irrumpió con su propia artillería a raíz de los rumores sobre la habitación de hotel que había compartido con su asesor político Christopher Myres, un egresado de la Universidad de Durham de 25 años, a lo que se añadían unas fotos de ambos con una estética que algunos podían encontrar homoerótica. En una declaración que los medios calificaron de “extraordinaria”, el canciller no sólo negó que hubiera tenido una relación “impropia” con Myers o que se fuera a separar de su esposa Fion, sino que confesó que su mujer había sufrido varios abortos espontáneos durante los trece años de relación y que la imposibilidad de concebir había sido un duro golpe para la pareja.
Lejos de terminar con la especulación, la declaración abrió las compuertas de un escándalo mayúsculo. La renuncia de Myers el mismo miércoles añadió pimienta al asunto y su negativa ayer de que hubiera existido una relación homosexual con Hague resultó irrelevante. La historia estaba en plena ebullición y no había nada que la apagara. En la prensa se empezó a desenterrar el nombramiento de Myers. Hague lo había empleado durante la campaña electoral como asesor político, pero ahora, con el escándalo y la declaración, trascendía que después de la victoria electoral se había desempeñado como su asesor político en Cancillería, pagado por el contribuyente británico, a pesar de que Hague ya tenía los dos asesores que establece el reglamento interno.
La prensa conservadora fue la que le cayó con más fuerza al canciller. El Daily Telegraph criticó su decisión de compartir el cuarto con Myers, mientras que el Daily Mail se preguntaba por qué tenía que divulgar tanto de su vida privada. “Si no hay nada que ocultar, ¿por qué responder tan drásticamente?”, señalaba el matutino. En el mismo Partido Conservador, la historia está haciendo olas. John Redwood, ex ministro de John Major, criticó el escaso criterio con que se había manejado Hague. Por fuera del partido, el publicista Max Clifford, que maneja la imagen pública de la mayoría de los escándalos del Reino Unido, también opinó que había sido una pésima decisión.
El gobierno está intentando apagar este segundo incendio en pocos días, provocado por la misma fuente: la sexualidad de su gabinete. El fin de semana, el ministro de Prisiones, Crispin Blunt, anunció que se separaba de su mujer después de 20 años de matrimonio porque quería “lidiar de una vez por todas con su homosexualidad”. A fines de mayo, el entonces encargado del Tesoro, el liberal demócrata David Laws, se vio obligado a renunciar y de paso revelar su homosexualidad, cuando trascendió que había aprovechado el sistema de gastos parlamentarios para pedir reintegros por el alquiler de su pareja. William Hague es uno de los más importantes aliados de Cameron y miembro de la Star Chamber, un grupo selecto de ministros y políticos de la coalición, que va a decidir qué recorta cada ministerio en el marco del megaajuste fiscal anunciado por el gobierno. Este último factor y nuevas revelaciones que puedan surgir en el camino van a dejarlo en una posición de vulnerabilidad. A fin de cuentas, malgastar fondos del erario pagando los servicios de un asesor no es lo mejor para alguien que debe recomendar cortes de gastos fiscales innecesarios.
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