EL MUNDO › VEINTICINCO SICARIOS MUERTOS EN TAMAULIPAS, MéXICO
El ejército abatió a 25 sicarios en Ciudad Mier, en un presunto campamento, que sería del grupo del cartel narco de Los Zetas. Dos militares resultaron heridos y se liberó a tres secuestrados.
El estado de Tamaulipas, bañado por las aguas del Golfo de México, está desde hace unos meses en el ojo de la violencia en México, que se esparce también a estados vecinos, que hace unos años la miraban de lejos, como el próspero Nuevo León. Apenas el jueves, nueve días después de la masacre de 72 inmigrantes, hubo otra vez muertos a gran escala: el ejército abatió a 25 sicarios en Ciudad Mier en un presunto “narcocampamento”, que según fuentes extraoficiales citadas por la prensa sería del grupo de Los Zetas. Dos militares resultaron heridos y se liberó a tres secuestrados.
Ese mismo día se reportó el secuestro extorsivo del ex alcalde de Tampico Fernando Azcárraga, primo del dueño de la cadena Televisa, que sigue cautivo según la prensa, pese a versiones que hablaban de su liberación. Desde enero, cuando hubo una ruptura entre el cartel del Golfo y Los Zetas, la violencia no ha parado en el noreste de México, con matanzas, ataques a centros nocturnos, el asesinato de un candidato a gobernador y la muerte de varios alcaldes.
Ayer hubo un enfrentamiento que dejó cinco muertos en el municipio de Juárez, en Nuevo León, situado cerca de Monterrey, la joya empresarial de México, ahora situada en la zona caliente. La guerra entre grupos y el enfrentamiento con las autoridades ha dejado más de 28.300 muertos desde diciembre de 2006, cuando asumió el presidente Felipe Calderón.
Las muertes y las amenazas se dan por todas partes, pero Tamaulipas desplazó en los últimos meses a estados como Sinaloa y Baja California en la crónica roja, con hechos de alto impacto, como la matanza de los inmigrantes la semana pasada. Tamaulipas limita con Estados Unidos. Es el final de la ruta más corta para trasladar droga e inmigrantes indocumentados por México hasta la frontera. Tiene sólo el tres por ciento de los homicidios a nivel nacional, según un informe reciente del gobierno, pero el número de asesinatos ha ido en aumento.
Según el portavoz de Seguridad del gobierno de Felipe Calderón, Alejandro Poiré, la ruptura entre el cartel del Golfo y su antiguo brazo armado, Los Zetas, después de más de una década trabajando juntos, es la responsable del recrudecimiento de la guerra en el noreste del país.
En esa lucha se mezclan también intereses de otros carteles, como el de Sinaloa del capo Joaquín “El Chapo” Guzmán, y La Familia Michoacana, enemiga de Los Zetas, que llegó a Tamaulipas a apoyar al cartel del Golfo.
“Tamaulipas es un punto estratégico para la entrada y salida de drogas hacia Estados Unidos, ya que cuenta con una extensa costa y ciudades importantes como Nuevo Laredo, Miguel Alemán, Reynosa, Río Bravo y Matamoros que son los destinos más cercanos para los criminales que operan y trafican droga por el Golfo de México”, afirma el informe gubernamental.
El negocio de los carteles abarca ya mucho más que las drogas, y eso explica la matanza de los migrantes y ataques contra bares, carnicerías, panaderías, funerarias y medios de comunicación.
Entre las víctimas más recientes está el diario Noroeste, de Sinaloa, cuya fachada fue atacada a tiros el miércoles y al que ayer amenazaron con hacer volar su edificio si no pagaba 200.000 pesos (unos 15.300 dólares). Por otra parte, una embarazada y su hija sobrevivieron a la masacre de los 72 emigrantes latinoamericanos la semana pasada en México, según un ecuatoriano que salvó su vida junto a un hondureño, cuyo testimonio fue entregado a la AFP este viernes por el gobierno de Ecuador.
“Eran 76 y había una mujer embarazada como de nueve meses y con una niña, pero a ella no la mataron, no sé a dónde se la llevaron, no la vi ahí”, afirmó Luis Freddy Lala Pomavilla en la declaración, de la que el jueves fueron difundidos algunos extractos. El ecuatoriano no precisó la nacionalidad de las dos sobrevivientes. “Cuatro personas quedamos salvadas y de ahí, el resto, todos murieron”, dijo a la prensa oficial Lala Pomavilla, un indígena de 18 años, durante su repatriación el domingo último.
El sobreviviente, que es mantenido en un lugar secreto bajo resguardo policial, dijo igualmente que el hondureño que escapó a la matanza lo hizo escondiéndose entre los matorrales del rancho donde se cometió el crimen.
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