EL MUNDO › ENTEVISTA CON SUSANA VILLARáN, ALCALDESA ELECTA DE LIMA Y NUEVA LíDER DE LA IZQUIERDA PERUANA
Tras alcanzar el mejor resultado de la izquierda local en tres décadas, Villarán se identifica con una “izquierda moderna, que promueve ciudadanía, y liberal en materias que tienen que ver con las opciones individuales”.
› Por Carlos Noriega
Desde Lima
Susana Villarán, 61 años, se ha convertido en la nueva figura de la izquierda peruana luego de su triunfo en la elección por la alcaldía de Lima, el mejor resultado electoral de la izquierda en casi tres décadas. De larga militancia en la izquierda y amplia trayectoria como activista de derechos humanos, fue la gran sorpresa electoral al ganar el gobierno de la capital del país con el 38,4 por ciento, más de 1 millón 740 mil votos, derrotando por poco más de 37 mil votos a la candidata de la derecha, Lourdes Flores. Susana Villarán, que asumirá el gobierno de Lima el próximo 1º de enero, recibió a Página/12 en su pequeño departamento ubicado en un barrio de clase media muy cerca al centro de la ciudad. Comienza la conversación diciendo que es de una “izquierda moderna, que promueve ciudadanía, y liberal en materias que tienen que ver con las opciones individuales”. Entre esos temas de libertad individual menciona la despenalización del aborto, la aprobación del matrimonio homosexual y la legalización de las drogas. “Aunque yo me opongo al consumo de las drogas, pero su legalización es un debate que se está dando en todo el mundo”, aclara. En el siguiente diálogo, la electa alcaldesa de Lima habla sobre el significado de su victoria electoral, el futuro de la izquierda peruana, las elecciones presidenciales y parlamentarias de abril de 2011, de Bachelet, Lula, Hugo Chávez y de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
–¿Cómo toma su victoria en Lima, que le ha dado a la izquierda el gobierno de la capital del país después de 27 años?
–Muchísimo del futuro de la izquierda depende de nuestra gestión. El peso de eso es enorme, pero la ilusión de hacer las cosas y el equipo para hacerlas son extraordinarios. Tenemos enormes desafíos, nada va a ser fácil, vamos a tener vientos en contra, pero espero que esta ola verde de esperanza conquiste a mucha más gente de la que votó por mí.
–¿Cuál es el significado político de este triunfo de la izquierda?
–Soy la primera alcaldesa mujer de Lima elegida democráticamente y soy una mujer de izquierda. Eso representa un doble cambio: político y cultural. No solamente es que la Lima conservadora tiene ahora un gobierno abierto, democrático, progresista, de izquierda, sino que ese gobierno lo dirige una mujer, y ése es un cambio cultural muy importante.
–¿Con el triunfo de la izquierda en Lima, el Perú, donde ha venido predominando la derecha, da un giro político que lo acerca a las opciones progresistas que son mayoría en la región?
–Creo que sí. Las políticas neoliberales han llevado a una profunda desazón y bronca en el pueblo, que ve que los beneficios económicos del crecimiento, desafiando las leyes de la gravedad, chorrean hacia arriba, como dice el padre Gustavo Gutiérrez (fundador de la Teología de la Liberación). Eso hace que el péndulo vaya hacia gobiernos que plantean el tema de la redistribución y de un Estado que sea garante de los derechos de la persona. Apostamos por un Estado más activo, que regule, promueva, planifique y descentralice el desarrollo, que invierta mucho más en la persona, en salud, en educación, que oriente la inversión privada en áreas y zonas estratégicas que generen igualdad de oportunidades.
–¿Este giro a la izquierda se puede consolidar en el gobierno nacional en las elecciones de abril de 2011?
–Creo que si en este momento el proceso de confluencia de la izquierda que se ha dado en Lima se quiere extrapolar a una unidad mayor a nivel nacional sería demasiado apresurado y peligroso, porque hay que hacer procesos más lentos para garantizar buenos resultados. La historia nos ha demostrado que si la izquierda se quiere unir solamente electoralmente eso no da buenos resultados. La prudencia es muy importante para garantizar procesos estables. Creo que éste es un proceso que va hasta el 2016 y que es entonces que se puede consolidar en el gobierno nacional.
–¿Y el 2016 usted sería la candidata presidencial de la izquierda?
–Yo no seré candidata presidencial el 2016. Voy a gozar de una serie de cosas que me gustan de la vida y que no es el poder. Yo creo en la renovación generacional.
–Usted ha descartado una alianza para las elecciones de 2011 con Ollanta Humala, del Partido Nacionalista, el candidato presidencial del bloque progresista con mayor opción de triunfo y que es apoyado por sectores de la izquierda. ¿Qué la distancia de Humala?
–Una diferencia es el estilo de hacer política que tiene Humala, que se concentra en una sola persona. Creemos que una persona que se siente el representante de la condensación de todo lo bueno de la izquierda y del cambio no es lo mejor para un país con una tradición caudillista.
–¿Y cuáles son sus diferencias en las propuestas de gobierno?
–En lo programático, tenemos diferencias en el tema de la inversión privada. Nosotros apostamos por la pequeña y mediana iniciativa privada y por un Estado que esté activamente involucrado en darle la mano a esa iniciativa privada humilde. El Partido Nacionalista no tiene un discurso emprendedor, que empate con ese esfuerzo económico individual del 75 por ciento de la población económicamente activa. Otra diferencia es que nosotros creemos que hay que ponerle mucho más acento a la agenda ambiental, que la consideramos clave.
–Un sector de su partido ha expresado su simpatía con la candidatura del ex presidente Alejandro Toledo. ¿Cómo un partido que se dice de izquierda puede apoyara un ex presidente que dirigió un gobierno neoliberal?
–Este es un tema que está en debate al interior del partido. Todavía no hemos tomado una decisión de si en las elecciones de 2011 participaremos solos o en alguna alianza. El apoyo a Toledo expresado por un sector del partido no tiene que ver con el modelo económico, sino con el proceso de descentralización que Toledo impulsó de una manera muy decisiva y con el record impecable de Toledo en democracia y derechos humanos. Con este modelo económico, y eso lo conversamos el otro día con Toledo, vamos a tener un crecimiento asiático con exclusión social, lo cual es un crecimiento con violencia.
–Entonces, ¿cómo podrían terminar apoyando la reelección de un ex presidente neoliberal?
–Toledo ha dicho que ya no está con ese modelo económico. Nosotros no apoyaríamos una candidatura que no proponga cambios en la cuestión económica.
–Ha dicho que sus grandes referentes políticos en la región son Bachelet y Lula. ¿Por qué?
–Y también la experiencia del Frente Amplio en Uruguay. Porque ellos son una izquierda moderna, aggiornada, que plantea una visión mucho más equilibrada entre Estado, mercado y sociedad. Pero discrepamos con Lula en el tema ambiental, porque no tiene una política ambiental importante.
–Con Hugo Chávez ha sido muy crítica.
–Sí. Chávez es un caudillo militar antiimperialista, pero si uno analiza los resultados de su gestión en términos de cambio social, de incorporación, de inclusión, no son buenos. Caracas es la ciudad que tiene la tasa más alta de criminalidad, con todos los recursos que tiene Venezuela. Chávez no es un dictador porque no ha cerrado todos los poderes, pero el suyo es un gobierno autócrata.
–¿Y cómo ve el proceso político argentino?
–Es una pena la muerte de Néstor Kirchner. De su gobierno a mí me gustó mucho cuando él decidió tomar el toro por las astas en materia de justicia y se cargó la Corte Suprema y la renovó. A partir de ahí, Argentina tiene una Corte Suprema interesante. Me gustó mucho su posición en el tema de derechos humanos, que haya asumido la agenda pendiente de la impunidad, que haya convertido la ESMA en un espacio de memoria. Creo que Cristina ha continuado con eso. Esperemos que eso se pueda mantener, porque Néstor y Cristina Kirchner eran un binomio irremplazable y no se ha generado institucionalidad política. En lo económico, por un lado he visto que en Argentina hay políticas de redistribución interesantes, pero por otro lado he visto mucho populismo en el gobierno de los Kirchner. No hay reforma agraria en Argentina, ¡qué pasa, Dios mío! Ese es un gran tema en la agenda de las izquierdas de Argentina. Las denuncias de corrupción contra la familia Kirchner son algo muy fuerte, que me genera resquemores.
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