EL MUNDO › TESTIMONIOS DE LAS MUJERES SUECAS QUE LO ACUSAN DE DELITOS SEXUALES
El diario británico The Guardian, el mismo que difundió los Wikileaks, publica detalles del informe policial sueco que incrimina al fundador del sitio en delitos sexuales. Las razones de la Justicia sueca y la defensa del acusado.
› Por David Randall y Emily Dugan *
La trama que nadie pensaba que pudiera ponerse más densa expandió este fin de semana considerablemente sus dimensiones. Aparecieron nuevos detalles acerca de las declaraciones que las dos mujeres suecas hicieron ante la policía local para acusar a Julian Assange por delitos sexuales. Nada más ni nada menos que el diario The Guardian publicó la información, el principal socio mediático y apoyo británico del fundador de Wikileaks. La historia –firmada por Nick Davies, el periodista y autor que primero sugirió un lazo entre Wikileaks y el diario– dice que el material ofrece una “descripción detallada de un número de incidentes que involucran a las mujeres y aparentan, al menos, justificar la investigación”. También sostiene que la razón por la que las autoridades suecas emitieron una orden de arresto internacional fue porque Assange no volvió al país para presentarse a una audiencia fijada con los fiscales. Se entiende que existió un debate al interior del diario acerca de si publicar o no el artículo, pero al final The Guardian lo hizo. Un amigo cercano dijo que Assange tomó la nota como un “ataque de quien no lo esperaba”.
Las declaraciones policiales se refieren a lo que las mujeres alegan que pasó cuando el periodista australiano visitó Suecia para dar una conferencia en agosto de este año. La denunciante 1, que estaba dentro de los organizadores de la actividad, le ofreció a Assange su departamento para alojarse, pero la mujer volvió temprano y mantuvieron relaciones sexuales. Sobre eso no hay demasiadas dudas. Pero, de acuerdo con The Guardian, en la recientemente revelada declaración, ella relató que “él comenzó a acariciar su pierna mientras tomaban el té, antes de que le sacara la ropa y le rompiera un collar que estaba usando”. La denuncia dice que la mujer, inquieta por la velocidad que tomaban los acontecimientos, se puso más ropa pero Assange “se la arrancó otra vez”. Después ella dejó que la desvistiera mientras él intentaba mantener relaciones sin protección, ella se esforzaba por sacar un preservativo. Pero como informa The Guardian: “Assange se lo impidió sosteniéndole los brazos e inmovilizándole las piernas”. También dice que el periodista de 39 años usó un preservativo pero que “habría hecho algo” para romperlo, hecho que Assange niega.
Al día siguiente, Assange fue al cine con la denunciante 2. De acuerdo con la nueva información, Assange y la muchacha se sentaron en la última fila y el periodista “introdujo las manos entre sus ropas”. Esa misma noche, la denunciante 1 le contó a una amiga su encuentro con Assange: “No sólo fue el peor encuentro sexual sino que también fue violento”. Eso fue el sábado 14 de agosto. Dos días después, la denunciante 2 lo llamó, se encontraron, fueron a su departamento de las afueras de la ciudad y comenzaron a mantener relaciones íntimas. Ella puso un freno porque él no estaba usando preservativo. Finalmente él accedió a un condón. A la mañana, la mujer se despertó mientras mantenía relaciones y Assange no usaba preservativo. Ella nunca había tenido relaciones sin protección ni siquiera con su novio, por lo que la situación con el creador de Wikileaks la perturbó y más aun cuando Assange se negó a realizarse una prueba de VIH.
Ella sí se hizo el análisis y en medio de sus intentos para contactar a Assange, llamó a la denunciante 1. Las mujeres compararon sus casos y acudieron a la policía para pedir que se obligara a Assange a realizarse un test. Más tarde, él accedió a hacerlo pero ya las clínicas estaban cerradas por el fin de semana. La policía creyó que habría cometido delitos, ya que en Suecia puede ser ilegal tener sexo sin preservativos, si una de las partes insistió en usarlo, y se puso en movimiento la pelota, que llevó al pedido de extradición. Assange niega todos los cargos pero no hizo escuchar su campana aún. Si el caso llega a la Corte, será el enfrentamiento de la palabra de una persona contra la de otra. Pero, dondequiera que esté la verdad, las acusaciones tuvieron un efecto polarizante.
La semana pasada, The Independent informó acerca del abuso cibernético que estaban sufriendo las dos denunciantes. En la web aparecieron sus nombres, sus retratos, sus direcciones y hasta sus teléfonos móviles, a contramano del anonimato que generalmente reciben las supuestas víctimas de delitos sexuales. El estuvo expuesto a amenazas de muerte y puede ser que deba afrontar los cargos de los Estados Unidos por delitos informáticos. Pero todavía Assange sigue en Ellingjam Hall, Suffolk, esperando enterarse de las novedades en el proceso de extradición a Estocolmo.
Sus seguidores más importantes ni se inmutaron por los nuevos detalles surgidos de las declaraciones policiales. Vaughan Smith, quien está alojando a Assange en su mansión del siglo XVIII, contó que su invitado pensó que el artículo de The Guardian era un “ataque de quien no esperaba”. Y Smith agregó: “Yo no voy a criticar a Nick Davies. No estoy acusando a The Guardian de nada. No creo que aporte ninguna revelación. Estoy triste de leerlo. Me pregunto a qué precio este diario mantiene un nivel de crítica política para ponerse a salvo de las reacciones por publicar las filtraciones. Me pregunto cuánto de esto es política. La nota no me hizo creer que Julian fuera culpable sino que los diarios necesitan instalarse en la crítica”.
El autor y periodista australiano Phillip Knightley, uno de los que aportó para la fianza de Assange, dijo: “No cambiaron mis sentimientos. No tengo postura tomada acerca de los cargos por delitos sexuales. Es diferente al asunto de Wikileaks, que es lo que yo apoyo. Creo que se merecía el principio de inocencia hasta que se probara que era culpable. Sí creo que hay fuerzas oscuras tratando de castigarlo y estimo que las acusaciones suecas son parte de ello. Lo admiraba y lo sigo haciendo”.
Sarah Saunders, gerente de una compañía de Kent, amiga personal de Assange y la persona que aportó la mayor garantía para su liberación, reafirmó: “La gente se interesa en los pormenores obscenos pero, como amiga de Julian, puedo decir categóricamente que estoy de su lado. Como mujer, nunca me sentí vulnerable ni en riesgo en su presencia. No es un hombre agresivo. No puedo entender las acusaciones. Para mí, no tienen sentido. El necesita ser escuchado en una forma justa y espero que le den la evaluación justa de los hechos, que se merece”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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