EL MUNDO › LAS VíCTIMAS HABRíAN SIDO ENTERRADAS ENTRE 1942 Y 1945 EN EL OESTE DE AUSTRIA
Las autoridades austríacas investigan si son muertos del llamado Programa de Eutanasia, puesto en marcha para potenciar la raza aria.
Setenta años después de su apogeo, siguen apareciendo pruebas de los crímenes cometidos por el nazismo. En el oeste de Austria fue hallada una fosa común con restos de 220 supuestas víctimas de un programa de exterminio nazi, diseñado para matar y desaparecer los rastros de personas con diferentes discapacidades físicas y mentales. La emisora pública austríaca ORF informó que la fosa fue descubierta en el ex cementerio del centro de psiquiatría del hospital regional de la localidad alpina de Hall, en el Tirol austríaco, durante unas obras que se estaban realizando en el recinto sanitario.
Las víctimas habrían sido enterradas entre 1942 y 1945, y se sospecha que muchas de ellas murieron en el llamado Programa de Eutanasia, puesto en marcha por los nazis para potenciar la “raza aria” eliminando a discapacitados, entre ellos muchos menores de edad.
Las autoridades austríacas paralizaron las obras y conformaron una comisión cuya función será investigar la identidad de los cuerpos y la posible existencia de más fosas comunes. Según aseguró el historiador austríaco Horst Schreiber al diario El País de España, de confirmarse que las víctimas fueron asesinadas bajo el método de ese programa nazi, la cifra descubierta sería “exorbitantemente alta”, ya que se suponía que allí los nacionalsocialistas habían matado a no menos de un centenar de personas.
Hasta que no se practiquen los análisis forenses no se podrá determinar cómo fallecieron las víctimas allí enterradas. Según lo estudiado por los especialistas, el hospital Hall estaba sospechado de ser escenario de varias muertes por abandono e inanición, aunque sus autoridades durante la dominación del Tercer Reich lo hayan desmentido.
Se estima que casi 300 mil personas con algún tipo de enfermedad o discapacidad fueron asesinadas durante el régimen nazi bajo este programa, categorizados como “vidas indignas de ser vividas”. De ellas, se calcula que unas 30 mil fueron asesinadas por los nacionalsocialistas durante 1942 y 1944 en el antiguo palacio de Hartheim, cerca de la capital de Alta Austria, Linz. El castillo es el lugar más vinculado con el Programa de Eutanasia de Austria, territorio que fue anexado a la Alemania nazi por las tropas de Adolf Hitler en 1938.
Según un informe del Museo del Holocausto, el planeamiento del programa empezó en 1939. Durante el inicio, médicos de centros psiquiátricos y hospitales, protegidos por el gobierno de futuras acciones legales en su contra, seleccionaban a discapacitados mentales y físicos para exterminar. Con la excusa de ser sometidos a un tratamiento, los trasladaban a centros de gaseamiento y eran asesinados con monóxido de carbono puro. Esa fue la primera etapa del programa, que duró hasta 1941 y se alzó con cerca de 70 mil muertes, según cifras oficiales. El propio Hitler ordenó una pausa en su aplicación, debido a la lluvia de protestas privadas y públicas que le llegaban al gobierno por las matanzas, especialmente del clero alemán.
En una segunda etapa del programa, iniciada en 1942 y completamente secreta, las matanzas se llevaban a cabo mediante inyecciones letales o sobredosis de droga. Además, el grupo de víctimas se amplió hasta incluir a los llamados asociales, ancianos y prisioneros de campos de concentración que por diferentes impedimentos físicos no podían realizar trabajos forzosos.
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