Dom 09.01.2011

EL MUNDO  › CRONICA DE SINGAPUR, UNO DE LOS LABORATORIOS QUE EXPERIMENTAN CON EL MUNDO QUE VIENE

Asia, a salto de tigre

Es un centro logístico y no hay más de tres horas de avión a ningún destino importante de Asia. Los 710 kilómetros cuadrados de esta ciudad-Estado no dan para comparar seriamente Singapur con la Argentina ni pensar en un modelo. Pero vale la pena develar algunos de sus misterios. Un periodista de Página/12 lo hizo y aquí está el resultado.

› Por Martín Granovsky

En la librería Kinokuniya, la más grande de Singapur, pueden comprarse obras en chino o inglés de cualquier tema o género, desde terrorismo a novela rosa, pasando por historia y cuentos infantiles, pero los vendedores hacen un gesto de asombro ante las palabras “Salgari” o “Sandokán”. Malasia está cerca, y también Borneo, pero con tanto para descubrir no tiene sentido insistir en ideas fijas de forastero que leyó la colección Robin Hood.

Mariposas. El aeropuerto de Changi, en Singapur, es un gigantesco showroom en funcionamiento. Con 70 millones de pasajeros por año, revela la misma obsesión de todo el país por combinar habilidad logística con retazos de naturaleza perdida. Lo natural, en la Terminal Tres, es el enorme mariposódromo con mil bichos de 20 mil especies. “Aquí, lo único que puede llevarse es una foto”, advierte un cartel cercano a un estanque con koi, los peces que aseguran suerte, prosperidad y paz. Lo natural, a veinte minutos del centro, es el zoológico nocturno. Un trencito va pasando cerca de leones, tigres, antílopes, elefantes o hipopótamos. Inexplicablemente carteles piden que nadie estire los brazos lejos del tren, en dirección a los animales. Parece absurdo. Deja de serlo cuando un técnico explica que entre pasajeros y leones hay un foso y el zoológico instaló además placas de blíndex para que ningún tigre se manduque un turista o un viajero curioso.

Una ciudad-Estado. Con 710 kilómetros cuadrados, Singapur se guía hoy por un plan estratégico a 10 o 15 años. Concentran negocios en el área central y a la vez le agregan atractivos al transporte público. En los subterráneos hay shoppings enteros. No puestitos como debajo del Obelisco, sino cafés fashion y negocios de ropa o zapatos. La basura es una preocupación. Pero se entierra sólo el 9 por ciento. El resto pasa por uno de los verbos preferidos de Singapur: reciclar. Los planificadores ejercitan nuevos modelos con una meta a mediano plazo: calculan que en 2015 el 70 por ciento de la población mundial vivirá en ciudades. Y las ciudades necesitarán servicios. Singapur consiguió meterse en el negocio de Nueva Delhi, la capital de la India, que movilizó a la población y comenzó a cambiar el aire modificando rasgos contaminantes del transporte público.

Agua. En los años ’30, Singapur se inundaba. Chica y todo, era una ciudad impermeable. Hoy es una ciudad permeable. El agua fluye y se mete por conductos. Junto a las veredas hay zonas que permiten al agua de lluvia seguir de largo y ser recogida y canalizada. Una parte servirá para riego (el verde es adorado en Singapur) o para la conversión en agua potable. El 50 por ciento se usa para industrias. Junto al centro comercial hay un enorme lago separado del mar por una compuerta. Fue convertido en un estanque de agua dulce. Pero los ingenieros descubrieron que el agua dulce quieta se pudre. Entonces el gobierno estimula deportes náuticos para sacudir el líquido.

Casas públicas. El Estado garantiza el lugar donde vivir. Pero no todo es asistencia. El saldo a la posesión se pagará durante toda la vida. Hay departamentos de diferentes niveles y antigüedades. Es hermosa la vista desde el piso 26 del Pinnacle, una de las últimas construcciones. La prioridad la tienen los casados (su número aumenta en 25 mil parejas nuevas por año) que ganen en total menos de seis mil dólares. Los solteros también pueden comprarse un departamento, pero debe ser usado. Si quiere alquilarlo, el propietario deberá vivir allí por lo menos cinco años. La vida de departamento tiene espacios comunitarios. Hasta se puede andar en bicicleta o correr en el camino perimetral del piso 26. ¿Por qué comprar y no alquilar? Lo dijo el señor Lee, fundador y líder de Singapur: “Para cuidar hay que ser dueño”.

Intercambio. El ministro de Comercio e Industria, S. Iswaran, ofrece masas secas y mira su reloj. Tiene otra cita. “América latina y Asia son grandes mercados emergentes y los flujos de intercambio ni siquiera bajaron con la crisis”, dice. En el caso específico de Singapur, llegamos a los 24 mil millones de dólares. “América latina puede aportar recursos naturales y comida, pero también ayudarnos en tecnología y transporte. Los mercados a atender son diversos y podamos colaborar emprendiendo negocios conjuntos. No se trata de una relación que dure dos o tres años. La base es la complementariedad de partida y de ahí el crecimiento es infinito en el largo plazo. Fíjese que de aquí no hay más de tres horas de vuelo a ninguno de los grandes países de la región: China, Vietnam, Indonesia, Malasia... Los conocemos culturalmente. Nos conocen. Y no queremos quedarnos con nuestro mercado doméstico aunque estamos contentos de haber aumentado la productividad y de que trabajemos bien en biomédica, tratamiento del agua, energía, informática aplicada a la tecnología. China está desarrollando ciudades. Podemos ayudarlos.” Antes de levantarse, el ministro alcanza a contestar una pregunta financiera: “Sí, para salir de la crisis del 2008 usamos reservas: 5 mil millones de dólares que necesitábamos. Son reservas, ¿no?”.

Puerto. El rock suena fuerte en esta oficina de la Terminal Pasir Panjang, donde cada técnico o técnica dispone de palancas y pantallas para divertirse. Parecen playmobils. No lo son. Las pantallas muestran maquetas y, a veces, pequeñas ventanas de tetris. No son ni maquetas ni tetris. Los planos de barcos son la representación en pantalla de los barcos de verdad. Y cada pieza de tetris es un container que el operador deposita con una grúa a la bodega del barco. Como puerto, Singapur ya desplazó a Rotterdam y a Hong Kong. Es el más grande del mundo. La condición para jugar en la sala de los containers es, además de un duro entrenamiento teórico, haber tenido contacto con la realidad de los barcos y los containers. “Si no se pierde la noción de peligro y uno se vuelve imprudente”, dice uno de los rockers mientras deposita unas cuantas toneladas en cuatro segundos.

Política. En Singapur la política está como escondida. Hay elecciones generales pero predomina un partido. Las 90 revistas y los diarios son sensibles a los temas mundiales, especialmente del sudeste asiático y de China, y a los problemas de la vida cotidiana. Narran sobre transporte. Sobre la relación entre los inmigrantes indios y malayos (obreros peor pagos) y los técnicos. Sobre el funcionamiento del puerto. No por nada el nacimiento del periodismo profesional se produjo a mediados del siglo XIX para dar información sobre la llegada y salida de barcos. No por nada la colonia histórica fue fundada en 1819 por un inglés, Thomas Stanford Raffles. Ese año marcó un boom de los capitales británicos en el mundo. Para quienes deseen conectar una parte del mundo con otra, las Provincias Unidas estaban a sólo seis años de que, en 1825, Londres reconociese su independencia a cambio de un tratado de paz, comercio y navegación.

Representación. Quizá como el resto del Sudeste Asiático con la probable excepción de Indonesia, Singapur tampoco es un paraíso de la democracia liberal. Pero tiene su sistema de representación para el ida y vuelta de la información y la gestión diaria. En su oficina de un barrio de clase media, con casas públicas modestas aunque superiores a los monobloques de Lugano Uno y Dos, el parlamentario Zainudin Nordin interrumpe la cola de quienes le plantean problemas y explica a Página/12 que “no tenemos tierra, tenemos gente”. Cruzando la calle Bishan hay una fiesta. Los edificios públicos siempre dejan la planta baja libre para uso común. El dirigente político cuenta que el estacionamiento es un problema, pero no se ahoga en el tema. Más bien explica cómo se desestimula la propiedad de un auto. “Primero hay que pagar un derecho a comprarlo, de 35 mil dólares, y recién después uno puede comprar el coche”, dice. En su trabajo uno de los objetivos es integrar minorías. El 70 por ciento de la población es de origen chino, una cifra muy superior a las minorías de Malasia o la India. “En las casas públicas una persona de origen chino no puede vender su departamento a otra persona del mismo origen. Si no se perdería el balance actual”, dice.

Dimensiones. G. Jayakrishnan, del equipo de la Oficina para el Desarrollo Económico que trabaja junto con Singapur Empresas Internacionales, dirige la reunión con un estilo que se repetirá en cada encuentro. Poca bajada de línea, para decirlo en Argentino, y muchos datos chequeables. En lugar de mentir, elegir lo que se dice y lo que no. El funcionario quiere que las empresas inviertan en Singapur y que las empresas de Singapur se desarrollen internacionalmente: invierten tres veces más que hace diez años. El Producto Bruto Interno es de 747 mil millones de dólares. Pero el comercio es tres veces el PBI. Y si en 2009 el crecimiento bajó un 2 por ciento, por la crisis, en 2010 alcanzará un 4,5 por ciento positivo, en buena medida gracias a los socios comerciales que son China, Malasia y la Unión Europea. América latina ocupa sólo el 2,2 por ciento del total de comercio pero en los últimos cinco años crece un 30 por ciento anual. Para Singapur la Argentina es su socio número 68 y el número 12 de los latinoamericanos. El primero es Panamá. Como criterio general, la crisis no destruyó el comercio. Lo incentivó como forma de superar el freezer. La megaoperadora portuaria PSA tiene containers en Panamá y Argentina. Keppel tiene relación con Petrobras. OLAM, inversiones agrícolas también en la Argentina.

CrimsonLogic provee el software para los barcos que pasan por el canal de Panamá y para la zona franca de Colón, la más grande del mundo. El anfitrión explica que Singapur quiere vender, entre otras cosas, puertos, aeropuertos e instalaciones para industrializar gas y petróleo. “Singapur tiene una posición geográfica y logística clave en un mundo que ofrece un aumento de la demanda global, un proceso de urbanización rápido, un crecimiento del consumo, una economía verde y una marcha de comerciantes hacia el Asia. Asia misma demanda masivamente infraestructura, aeropuertos, cloacas, educación, turismo. Por aquí ya pasan o se establecieron empresas de América latina como Tenaris, Vale, Votorantim, Petrobras, Concha y Toro, Seara, Braskem. Queremos ser el lugar amigable de la zona. Todos hablamos inglés, el peso impositivo no es agobiante, hay sitios para entretenerse.”

Foro. Son cada vez más frecuentes los foros en Singapur para analizar la relación entre Asia y América latina. Las frases que se escuchan siempre están llenas de situaciones superlativas. Como ésta: “El casino más grande está en Macao, la refinería más grande la están construyendo en China, los ferries más grandes en Singapur”. La descripción de oportunidades puede ser así: “Por el momento los vehículos sólo tienen un 5 por ciento de penetración en China, India e Indonesia. En India hay cuatro nuevos clientes de celulares por segundo. El 50 por ciento de los celulares están en la India. Crece rápidamente la clase media asiática. Dos tercios del proceso de urbanización mundial se producen en India y China, con nuevos problemas ocasionados por el desarrollo, como el envejecimiento de la población por la mejor atención sanitaria”. Asia aparece como el hogar de las multinacionales, y Singapur quiere ser la ciudad de los negocios globales del Asia por conocimiento y conectividad.

Practicidad. Uno de los participantes del último foro Asia-América latina, en septiembre último, el director de la revista Foreign Policy, Moisés Naim, dijo que durante años todos escuchamos que España y América latina serían buenos socios por el background común. “Pero en general eso no pasó”, dijo. “Hoy España tiene más relaciones con Portugal. O sea que la geografía cuenta más que la cultura. En cambio, cuando hace falta, y hay incentivos y dinero, los asiáticos se hacen latinos y los latinos asiáticos. Hace diez años la mitad de ustedes, empresarios de Asia y América latina, no habrían estado en este foro. Y yo tampoco.”

Autodefiniciones. Si, tras una semana de entrevistas y más tiempo de lecturas, uno armara un rompecabezas con las autodefiniciones de la clase dirigente de Singapur, se encontraría con la descripción de un milagro. Independientes desde 1965. Una isla sin recursos. Un poco de comida, nomás. Ni petróleo ni nada. Políticamente independientes, pero chiquitos y vulnerables. Como Asia no era entonces un mercado, Singapur decidió convertirse en un gran puerto y un centro comercial. El desarrollo vendría con el capital humano, la inversión educativa, la rigidez política, un servicio público de base británica basado en la meritocracia. A la vez, nada de liberalismo salvaje. Enfoque planificador. Sin tierra, agua, comida y gente, debían tener claridad sobre cómo usar los recursos. Lo primero que había que planear era el uso de la tierra. Por eso el 80 por ciento de la población vive en viviendas públicas. Las zonas industriales tienen diseño innovador. Y el tren se convierte en subte en las zonas de mayor aglomeración.

Lujo. El gordo nada en la pileta del Marina Bay Sands and Skypark y parece que en cualquier momento el agua se lo llevará hacia abajo como en una catarata. Este debe ser uno de los lugares más raros del mundo. Desde el solárium se ve sólo donde comienza la pileta, de cien metros de largo y unos diez de ancho. Después de esos diez aparece el horizonte y la mejor vista de Singapur desde arriba de los 50 pisos de altura. Obviamente la pileta tiene un borde firme pero fue diseñado como imperceptible para garantizar la sensación de sumergirse en lo alto del mundo. El hotel juega con el lujo y la rareza mientras unos segundos de ascensor hacia abajo recauda masivamente con tragamonedas o con cierta selectividad mediante los negocios de primera marca.

Embajada. Ow Chio Kiat (llamarlo cikei, por la fonética de las últimas iniciales) es el embajador de Singapur en la Argentina. Perteneciente a la etnia mayoritaria, la de los chinos, es amigo del premier Lee. CK no pertenece a la carrera diplomática pero fue designado embajador con este sistema: se encarga de las relaciones con la Argentina mediante un seguimiento permanente y suma varias visitas de trabajo al año. Empresario naviero de la Singapore Shipping Corporation y hotelero de la Stamford Land Corporation, CK puede interesarse en inglés por el día a día en la Argentina, cantar un bolero en castellano y, sobre todo, sugerir una puesta a punto de la relación. La Argentina cerró su embajada en el 2002, argumentando ahorro presupuestario, pero en ese momento ni la Argentina ni Brasil tenían el volumen de comercio que desarrollan hoy con Asia en commodities como la soja o el aceite de soja ni el mercado potencial que representa el crecimiento explosivo de la clase media china. Ante la consulta sobre un Singapur que crece como paraíso fiscal en reemplazo de Zurich, CK admite que su país es un gran centro financiero pero recomienda no confundirse. “Para la Argentina eso no es lo más interesante de Singapur sino su localización y la posibilidad de hacer negocios conjuntos en Asia y en América latina”, dice mientras vierte agua hirviendo sobre unas tacitas de té en su oficina que parece el puente de mando de un barco. CK toma entonces las tacitas y vuelca el agua. “Ahora mire”, recomienda. Pone otra vez agua hirviendo y un proceso químico hace que dentro de cada taza aparezca un holograma que hasta hace instantes no se veía.

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