EL MUNDO › EL FISCAL GENERAL DE GRAN BRETAñA LE DIJO QUE ERA ILEGAL HACERLO SIN MANDATO DE LA ONU
El ex primer ministro lo admitió ayer en una declaración escrita ante la comisión Chilcott. Dijo que consideró que el consejo legal era meramente “provisional” y pensó que el principal abogado del país cambiaría de opinión.
El ex primer ministro británico Tony Blair admitió ayer ante la comisión Chilcott que desoyó las advertencias del fiscal general del Reino Unido sobre la ilegalidad de invadir Irak sin el respaldo expreso de la ONU al considerar que era un consejo meramente “provisional”. En una declaración escrita a la comisión que investiga el proceso político que llevó a Gran Bretaña a participar en la guerra, ante la cual compareció ayer también en persona, Blair explicó que se aferró a su análisis del asunto porque pensaba que el principal abogado del país cambiaría eventualmente de opinión.
La comisión había vuelto a citar a Blair para aclarar ciertos “vacíos” y “discrepancias” de su primera declaración en relación con los testimonios de otros implicados. En la comparecencia, que duró cuatro horas, se habló en particular de la estimación del ex fiscal Peter Goldsmith, que advirtió entonces a Blair que la participación británica sería ilegal si no había una resolución al respecto de Naciones Unidas.
El 14 de enero de 2003, y de nuevo el 30 de enero, el entonces fiscal general del Estado, Peter Goldsmith, advirtió al jefe del gobierno británico que la resolución 1441 de la ONU no era suficiente para justificar el uso de la fuerza contra Irak (aunque el 7 de marzo sorprendentemente cambió de opinión). Blair argumentó que en aquel momento “aún no había pedido formalmente asesoramiento legal, ni el fiscal lo había dado”. “Por eso me aferraba a mi posición de que no hacía falta una segunda resolución”, afirma en su escrito.
“Creía que, una vez que conociera el historial de negociaciones británico pero sobre todo estadounidense, concluiría que la 1441 significaba precisamente lo que decía: que Saddam Hussein tenía una última oportunidad para cumplir y que, si no lo hacía, estaría infringiendo las condiciones, lo que a su vez revivía anteriores resoluciones que autorizaban la fuerza.”
Blair admitió que descartó las recomendaciones de Goldsmith, aunque subrayó que lo hizo porque consideraba que se trataba de una estimación “provisional”. “Por eso, yo mantenía la postura de que no se necesitaba otra resolución de la ONU”, dijo el ex premier laborista. Goldsmith hubiese cambiado de opinión de haber conocido en detalle las negociaciones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, agregó.
El pasado martes, Goldsmith dijo ante la misma comisión que el ex primer ministro laborista lo excluyó de deliberaciones importantes sobre la legalidad de la guerra de Irak, algo que éste admitió ayer haber hecho al afirmar que podría habérsele “incluido más”.
Durante su comparecencia ante la comisión, presidida por el antiguo alto funcionario John Chilcott, el ex “premier” insistió en que todo su gabinete de ministros de la época sabía que el curso de acción que había emprendido –de arremeter contra el régimen iraquí en colaboración con el ex presidente estadounidense George W. Bush– podía llevar a una intervención militar, pese a que un diplomático británico declaró previamente lo contrario.
Blair manifestó que era imposible que sus colegas no supieran que ése podía ser el resultado, ya que, argumentó, él hizo muchas declaraciones a la prensa en ese sentido. Por otra parte, una nota hecha pública ayer de Blair al que fuera su jefe de gabinete, Jonathan Powell, antes de la visita del primero a Bush en su rancho de Texas en abril de 2002, revela que el ex jefe del gobierno abogaba porque el Laborismo fuera “a la carga” al tratar con el entonces presidente iraquí Saddam Hussein.
En su declaración oral, el ex líder laborista, actual enviado del Cuarteto de Madrid para Medio Oriente, afirmó que esa reunión clave con Bush no cambió su curso de acción, ya que desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos tenía claro que había que atajar con dureza el terrorismo y las armas nucleares. Simplemente sirvió para analizar detalles sobre la implementación del plan, aseguró.
El motivo oficial para la invasión de Irak, la supuesta posesión de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Saddam Hussein, fue descartado más adelante después de que descubriera que las informaciones al respecto de los servicios de inteligencia estadounidenses eran falsas.
Aunque lamentó la pérdida de vidas en la contienda, Blair enfatizó una vez más que consideraba necesaria la invasión. El “extremismo” debe ser combatido y no sólo gestionado, señaló.
Blair afirmó también que su gobierno había dejado claro desde el comienzo que apoyaría a Estados Unidos frente a Irak. Un despacho enviado ya ocho meses antes de la invasión al entonces presidente estadounidense George W. Bush, prueba ese apoyo. “Puede contar con nosotros”, señalaba el premier británico en el documento.
El propio Blair citó esa frase para resumir el contenido de los despachos intercambiados entonces y que habían sido recientemente objeto de fuertes disputas en torno de su posible publicación.
Blair, de 57 años, llegó a la sala en Westminster dos horas antes de que empezase la comparecencia. Varios manifestantes se dieron cita después frente al lugar para protestar contra el ex premier, al que acusan de cometer crímenes de guerra. Entre los opositores estaban también familiares de soldados británicos muertos o heridos en Irak. Según la organización “causalties”, en el país mesopotámico murieron 179 miembros de las fuerzas del Reino Unido.
En esa nota Blair argumenta que, desde el punto de vista del “centroizquierda”, el caso a favor de una acción militar contra Irak era “obvio”, al tratarse de un régimen brutal y una dictadura opresora.
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