EL MUNDO › LOS HERMANOS MUSULMANES OPINARON QUE LAS MEDIDAS OFRECIDAS POR OMAR SULEIMáN SON “INSUFICIENTES”
Fue el primer paso hacia una transición en el país árabe. Acordaron crear un comité que dirigirá un conjunto de reformas constitucionales. Pero no vastó para la principal fuerza opositora, que insiste en que Mubarak debe irse.
La fotografía se ganó un lugar de privilegio en la historia de Egipto. Es que muestra lo que sucedió de forma inédita en ese país africano: se lo ve al vicepresidente Omar Suleimán entregado a una negociación con representantes de los partidos opositores a Hosni Mubarak, como un intento obligado para frenar la crisis política que estalló hace 14 días. El diálogo culminó en un acuerdo para conformar un comité que dirigirá un conjunto de reformas constitucionales a las que accedió el gobierno. Tal resultado fue insuficiente para la Hermandad Musulmana (HM), partido opositor con mayor peso político, cuyo pedido principal es la renuncia del mandatario. El primer ministro Ahmed Shafiq echó por tierra sus expectativas y ratificó que Mubarak continuará en el cargo hasta septiembre. Decenas de miles de egipcios, en tanto, regresaron con sus reclamos a la céntrica plaza Tahrir en El Cairo luego de un fin de semana que amagó con el apagón de las manifestaciones.
La reunión sin precedentes entre gobierno y oposición tuvo el objetivo, según las autoridades oficialistas, de acordar las bases de lo que debería ser la transición a la democracia. El Consejo de Sabios, del que forman parte conocidas personalidades académicas y políticas egipcias, advirtió el sábado al gobierno del peligro de permitir que crezca el vacío de poder. Bajo un enorme cuadro del inefable Mubarak, Suleimán, que con las conversaciones asumió un papel preponderante en la transición política de Egipto, reconoció como “legítimas” las demandas de los cientos de miles de egipcios que se manifestaron desde hace dos semanas.
A través de un comunicado, la vicepresidencia egipcia justificó que los probables acuerdos “responden a las demandas del pueblo” y pretenden “una transición pacífica del poder dentro del marco constitucional”. Ninguno de los puntos acordados incluye la renuncia de Mubarak, el grito que más se oyó en la plaza Tahrir desde que comenzaron las revueltas. Además de anunciar la creación del Consejo de Sabios, una comisión de representantes judiciales y políticos que presentarán un informe antes de marzo con sus propuestas, el vicepresidente accedió a poner fin a la Ley de Emergencia, en vigor desde 1981, y a modificar los artículos 76 y 77 de la Constitución local, que estipulan los requisitos para ser candidato presidencial y el número de mandatos a los que puede optar el jefe de Estado. La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, celebró las negociaciones y dijo que el diálogo entre gobierno y opositores necesita tiempo.
Las modificaciones de ambos artículos de la Carta Magna son dos de los más firmes requisitos que la Hermandad Musulmana exigió al régimen de Mubarak para sentarse a la mesa a negociar, sin contar la exigencia de la renuncia del longevo gobernante, no alcanzada. Hasta el momento, el grupo se había negado a dialogar debido a la negativa de Mubarak a correrse de la presidencia. Sin embargo, el secretario general de la organización islámica, Saad Katatni, justificó su cambio de postura con el argumento de que su presencia en el diálogo busca “dar garantías a los derechos de la revolución”. Es una realidad que el movimiento quería evitar ser el único en rechazar las conversaciones y perder influencia política.
No obstante, desde la cúpula del partido aclararon que se reservan el derecho de abandonar las conversaciones en cualquier momento. “La reunión de hoy (por ayer) fue sólo un primer paso para examinar al régimen y ver si realmente tiene buenas intenciones”, afirmó Katatni, presente en la reunión. Para la HM, tradicionalmente perseguidos por las autoridades, Egipto vive una etapa de nueva legitimidad política debido a lo que consideran la caída del régimen de tres décadas: “Mubarak ya no existe, y si existe, es tan sólo de una manera física”, concluyó Katatni.
Mientras la negociación política formaba su cauce al crecer, la plaza Tahrir continuaba siendo escenario de las manifestaciones del pueblo egipcio, firme en su postura de “No a Mubarak”. Si bien muchos empleados públicos retornaron a sus trabajos y los bancos volvieron a funcionar, el campamento en Tahrir siguió creciendo.
Al igual que la mayoría de los manifestantes, la HM ve con buenos ojos que Suleimán tome la presidencia. La cúpula política, sin embargo, quiere que el octogenario líder siga al frente y sólo ceda algunas potestades a Suleimán. Hasta ahora parece que ése es un compromiso pactado con la cúpula militar. “El presidente Mubarak se irá en septiembre”, explicó, ratificando esa versión, el primer ministro Shafiq: “Aquí en Egipto insistimos en que continúe su mandato ya que hay muchos puntos antes de que se vaya”. El gobierno comenzó a retirar los coches quemados, en un intento de que la limpieza aparente normalidad, y abrió al tráfico el puente Kasr el Nil, un lugar estratégico para el acceso a la plaza.
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