EL MUNDO › LA MULTITUD EN LA PLAZA TAHRIR RECLAMA DE VIVA VOZ EL ENJUICIAMIENTO DEL PRESIDENTE EGIPCIO
Miles de personas ocuparon las escalinatas de los edificios públicos, mientras que pequeños grupos de trabajadores empezaron a ejercer el derecho de huelga. La opositora Hermandad Musulmana se retiró de la mesa de diálogo.
Los gritos del pueblo egipcio en repudio del gobierno de Hosni Mubarak desbordaron la plaza Tahrir, el epicentro de la revuelta desde sus inicios, hace más de dos semanas, y llegaron al Parlamento y a las oficinas del gabinete ministerial. Decenas de miles de personas ocuparon las escalinatas de los edificios públicos, mientras que pequeños grupos de trabajadores empezaron a realizar huelgas. A modo de respuesta, el Ejecutivo advirtió sobre la posibilidad de un golpe de Estado que, en caso de concretarse, evitará con el uso de la fuerza, aseguró. La opositora Hermandad Musulmana (HM) se retiró de la mesa de diálogo del oficialismo y Estados Unidos comenzó a impacientarse: “No es suficiente”, esbozaron funcionarios de la Casa Blanca.
El amanecer de ayer en el país africano fue violento. Luego de la manifestación con más convocatoria desde el inicio de la revuelta, hace 16 días, la policía y las brigadas de seguidores de Mubarak reprimieron una populosa concentración en la ciudad sureña de El Kharga. El ataque causó la muerte de cuatro personas, mientras que otro centenar resultó herido, según informó el canal de televisión árabe Al Arabiya.
En el mensaje más crítico enviado a Egipto desde que comenzó el conflicto, Estados Unidos consideró que las medidas del oficialismo egipcio aún no alcanzan: “Está claro que lo que el gobierno ha impulsado por el momento no ha alcanzado aún el umbral mínimo para el pueblo egipcio”, disparó el vocero de la Casa Blanca Robert Gibbs.
Para Mubarak y los suyos, los excesos provienen de las exigencias del pueblo y su manera de expresarse: “Quien recomienda a Mubarak que se despida está insultando no sólo al presidente, sino también al pueblo egipcio”, consideró el vicepresidente Omar Suleimán en relación con el reclamo que sigue protagonizando las manifestaciones: la renuncia del mandatario.
En una entrevista que le realizó la prensa local advirtió que las protestas podrían ser las señales de un incipiente golpe de Estado: “Los llamados a la desobediencia civil son una grave amenaza para la sociedad.
“Queremos evitar un golpe precipitado e irracional”. Según el sitio web estadounidense SITE, un grupo de la red Al Qaida llamó a los manifestantes egipcios a hacer la jihad (guerra santa) y establecer un gobierno basado en la ley islámica. En tanto, el responsable de los Servicios de Inmigración egipcios –que prefirió mantenerse en el anonimato– aseguró que por orden del gobierno obligó a doce palestinos que permanecían en Egipto a abandonar el país, mientras que la entrada a cualquier otro ciudadano de esa nación permanecerá negada.
Por otro lado, Suleimán instó a los partidos de la oposición a que no abandonen las instancias de diálogo con el oficialismo. “El diálogo es el camino correcto para lograr estabilidad y resolver pacíficamente la crisis actual”, instó sin éxito. Al mediodía, los principales referentes de la HM, el partido opositor con mayor apoyo popular, informó en una conferencia de prensa su cada vez mayor desconfianza en las negociaciones con el gobierno. “Las intenciones del gobierno no son serias. Algunos parecen creer que se trata de un monólogo. Nosotros queremos un diálogo”, explicó un alto dirigente del partido, Mohamed Mursi.
En tanto, Mursi ratificó que el espacio no competirá en las elecciones presidenciales de septiembre y ratificó sus reclamos: “Mubarak debe dejar su cargo. Empieza una nueva era. El régimen ha caído, ahora debe partir. Es actualmente la única reivindicación”, añadió Mursi.
Las exigencias de las multitudes en las calles coinciden con lo explicado por Mursi y las trascienden. Ayer, además, pidieron el juicio político a Mubarak. En El Cairo, cerca de diez mil egipcios trasladaron esos pedidos de la plaza central a las puertas del Congreso y de los edificios públicos localizados en sus cercanías, donde se encontraron con una inmensa cantidad de militares y vehículos blindados en custodia.
Los manifestantes se sentaron en sus escalinatas y en las calles para impedir el ingreso de los legisladores, que en su mayoría comulgan en el oficialista Partido Nacional Demócrata (PND). La presencia de las multitudes en las calles de los edificios ministeriales obligó al primer ministro egipcio, Ahmed Shafik, a trasladarse al edificio de la cartera de Aviación, cerca del aeropuerto.
“A este Parlamento no lo eligió el pueblo. Queremos que renuncie el presidente y el resto de los integrantes del gobierno. Todo el régimen es corrupto”, estimó Mohamed Sobhi, un estudiante de 19 años. Tal vez no signifique demasiado, pero el ministro de Cultura, el intelectual Gaber Asfur, abandonó el cargo.
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