EL MUNDO › EL CONSEJO DE SEGURIDAD HABLO DE INVESTIGAR SUS CRIMENES Y ENVIARLOS A LA CORTE INTERNACIONAL
A última hora de anoche, el voto fue unánime. El dictador invitó a periodistas e hizo un verdadero papelón. La oposición dijo que ya tiene tropas fuera de la capital, preparando el asalto final a la dictadura.
El Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) votó anoche en forma unánime sancionar a Libia por la represión que en las últimas dos semanas dejó más de mil muertos. La investigación por los delitos cometidos en ese país norafricano llegará a la Corte Penal Internacional. Pero aun así Trípoli no está en calma. Barricadas, cadáveres en las calles, francotiradores y mucha miseria encontraron los periodistas extranjeros a los que el régimen de Muammar Khadafi invitó a recorrer la capital para demostrarles que todo estaba en orden. Ayer no habló el líder libio pero sí lo hizo su hijo, Saif el Islam, quien afirmó que la situación es excelente en la mayor parte del país y, parafraseando a su padre, insistió en que los rebeldes están siendo manipulados desde el exterior. Sin embargo, la oposición ya se organiza en las ciudades que controla. Khadafi está cada vez más sitiado y se agazapa para librar la batalla final. Los rebeldes afirman que sus tropas ya llegaron a las afueras de la capital libia.
El hijo de Khadafi que se perfilaba como su sucesor volvió a aparecer ante las cámaras. Esta vez, en una entrevista con la cadena Al Arabiya, Saif el Islam advirtió: “El pueblo libio no tiene futuro si no llega a un acuerdo”. Pero mientras reconocía una situación de guerra civil y explicaba que los militares combatían por miedo o por ambición, el segundo hijo del Guía de la revolución se atrevió a decir que tres cuartas partes del país norafricano estaban en calma. Dichos que no se comprueban ni con las denuncias de los habitantes. Tampoco con lo que los corresponsales vieron al llegar a la capital, después de que un golpe de timón del régimen que hace 42 años se perpetúa en el poder les permitiera la entrada y los sacara de su lista de colaboradores de Al Qaida.
Como escribieron en The New York Times, cuando los trabajadores de prensa llegaron a Trípoli se palpaba la premura del gobierno libio por esconder los vestigios de las batallas que se libraron en la capital, donde los Khadafi insisten que mantienen el control. De acuerdo a lo que relató el cronista del diario estadounidense, lo primero que vio fue un grupo de trabajadores estatales tratando de borrar las pintadas que llamaban “chupasangre” a quien los gobernó desde 1969 y exigían su salida.
Unos pasos más adelante, los periodistas se tropezaron con residentes que desesperadamente trataban de evitarlos, para que nadie los viera hablando con reporteros extranjeros. El centro de la capital, publicó The New York Times, estaba bajo control de fuerzas leales a Khadafi, pero en los barrios de las afueras había signos de rebelión. Las barricadas seguían en pie.
“Vi a unas 68 personas muertas. Vimos que se llevaban los cadáveres en los autos de Khadafi pero no sabemos adónde”, le contó un médico a ese diario norteamericano. “También se están llevando a los heridos, hasta a los que tienen un brazo roto”, agregó el testigo. Mientras tanto, las calles seguían desiertas, salvo por la presencia de tanques y vehículos policiales. Alguno que otro vencía el mandato del terror y se acercaba hacia los periodistas y repetía las sospechas del médico: los soldados estaban tratando de hacer de- saparecer toda evidencia de la represión.
Los celulares de los habitantes de Trípoli recibieron varios mensajes de texto del gobierno en que los llamaban a volver a la actividad. Hace más de una semana que el país está paralizado y escasea la comida, pero aún no hubo noticias de saqueos. La gente sólo abandona sus casas cuando no le queda más remedio y lo hace para formar fila frente a los comercios para comprar pan o combustible. “Nos piden que salgamos a la calle como si nada sucediera, mientras vuelan las balas”, denunció una mujer al diario El País. “No quieren que se oiga nuestra voz, no quieren que nadie sepa lo que está pasando ahí fuera, por eso están blanqueando las fachadas de cada pared manchada con la sangre de un mártir e hicieron desaparecer a todos los que hablaron con Al Jazeera”, añadió asustada.
Dos de los tres hoteles de la capital estaban cerrados ayer. El tercero estaba evacuando a su personal. En Misrata, 150 kilómetros al este de Trípoli, testigos relataron cómo fueron atacados desde un helicóptero por mercenarios mientras iban hacia el entierro de uno de los tantos que murieron en los últimos días. Al oeste de la capital, la situación seguía tensa. En Zuara desaparecieron de las calles las fuerzas pro Khadafi pero seguían rodeando la ciudad.
La región oriental de Libia, rica en petróleo, está en manos de la oposición armada, que está poniendo las bases de una nueva administración, principalmente en Benghazi, en donde comenzó la insurrección. “Coordinamos los comités de ciudades liberadas y de Misrata (la tercera ciudad del país). Esperamos que Trípoli termine con el régimen de Khadafi y luego trabajaremos en un gobierno de transición”, comentó Abdelhafiz Ghoqa, portavoz de la Coalición revolucionaria del 17 de febrero.
De acuerdo con lo que publicó el diario Quryna –perteneciente a la familia Khadafi–, el gobierno provisional de la segunda ciudad en importancia en el país estaría en manos del ex ministro de Justicia Abud al Jeleil. Según le dijo a la cadena Al Jazeera el ex funcionario, la oposición está dispuesta a formar un gobierno de unidad nacional integrado por civiles y militares y a llamar en tres meses a elecciones.
Fathi Terbil integra ese gobierno provisional en la tomada Benghazi, así como otras doce personas que se ocupan de la administración y de la seguridad. El abogado de 39 años, cuya detención por parte del régimen fue el detonante para que estallara la rabia popular, declaró ante la prensa que Khadafi sólo maneja un 15 por ciento del territorio. “Khadafi está viviendo sus últimos momentos y esperamos el final del régimen en los próximos días”, dijo Terbil ante la prensa que está en Benghazi. Según el joven letrado, el gobierno ya no tiene poder sobre el ejército y sólo cuenta con la lealtad de los paramilitares y de los mercenarios que contrató.
El general Ahmed Katrani, que dirige a las fuerzas rebeldes en Benghazi, anunció triunfante que una fuerza compuesta por ex militares y opositores ya estaba en las afueras de la capital. “Estamos tratando de organizar a la gente que va a dar sus vidas por liberar Trípoli del dictador”, dijo el militar en una rueda de prensa, pero advirtió que la batalla final en la capital no será fácil. “Le van a disparar a cualquiera que intente entrar a Trípoli”, resaltó.
La presión exterior junto con las deserciones también tienen acorralado a Khadafi en su bunker de la capital. Después de días de negociación, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución redactada por el Reino Unido y Francia, donde se propone adoptar severas sanciones contra el régimen de Khadafi. Entre las medidas decididas están el embargo de armas, el congelamiento de las cuentas y la posibilidad de llevar a Trípoli ante la Corte Penal Internacional (CPI) para que decida si en estas casi dos semanas se perpetraron crímenes contra la humanidad. Desde la delegación británica, celebraron en la red social Twitter que la decisión haya sido adoptada con el voto de los quince Estados que integran el Consejo. Estaba en duda el voto de China, por lo que la votación debió retrasarse varias horas. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, había reclamado el viernes que se dieran todos los pasos necesarios para evitar que continuara la matanza en Libia, que ya se había cobrado más de mil muertos.
Por su parte, Barack Obama emitió ayer un comunicado en el que llamaba a Khadafi a abandonar el poder de manera urgente, dado que había perdido legitimidad para gobernar. Según informaron desde la Casa Blanca, el mandatario estadounidense le transmitió esa postura a la canciller alemana, Angela Merkel, durante una conversación telefónica. En tanto, la secretaria del Departamento de Estado norteamericano, Hillary Clinton, anunció que se habían revocado los visados de entrada al país para los funcionarios del gobierno libio y para sus familiares. La medida autorizada por la ex primera dama es la segunda que toma Washington, después de que Obama promulgara a última hora del sábado un decreto para congelar los activos del líder libio y de su familia.
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