El Dalai Lama anunció su intención de dejar sus deberes políticos, en lo que parece ser un deseo de forzar a la comunidad de tibetanos budistas exiliados a ser más democráticos frente a los crecientes desafíos de China. En un anuncio largamente anticipado, el líder espiritual y político dijo que le propondrá cambios a la Constitución al gobierno en el exilio la semana que viene para delegar sus roles políticos a un líder electo. Cree que la movida impulsará los destinos de una nueva generación de líderes tibetanos de manera que pongan más presión en sus exigencias para obtener su autonomía de China.

“Desde los años ’60 señalé repetidamente que los tibetanos necesitan un líder, elegido libremente por el pueblo tibetano, a quien le pueda ceder el poder”, dijo en un discurso en conmemoración de la fracasada revuelta de 1959 contra el gobierno chino. “Ahora, claramente llegó el momento de poner esto en marcha.” En Dharamsala, la ciudad india al pie del Himalaya que fue su hogar y la base para el gobierno tibetano en el exilio durante 50 años, añadió: “Esto, a la larga, beneficiará a los tibetanos. No es porque yo me sienta descorazonado”.

Aunque el Premio Nobel de 76 años hace tiempo que dejó en claro su deseo de democratizar el movimiento, el anuncio produjo ansiedad entre la comunidad tibetana y sus partidarios. En Dharamsala, hasta se dijo que el Parlamento podría rechazar su propuesta. “Al contrario de esos autócratas con largos servicios que han estado mucho en las noticias, el Dalai Lama es un extraño visionario que está deseoso de ceder el poder a su pueblo”, dijo Mary Beth Markey, presidenta de la Campaña Internacional para el Tíbet. “Su decisión merece tanto elogios como apoyo.”

En verdad, el anuncio puede no cambiar mucho sus actividades diarias, por lo menos inicialmente. El gobierno en el exilio eligió un primer ministro, si bien es cierto que es un miembro del clero budista, y aún si decide que no quiere retener ningún puesto político, el Dalai Lama seguirá siendo el líder de facto de la comunidad. También seguirá siendo la cabeza religiosa de su escuela de budismo tibetano.

Pero, aunque se cree que el Dalai Lama está bien de salud, hace tiempo que existe la preocupación sobre quién llenará el vacío después de su muerte. El siempre insistió en que su sucesor –que se cree que es su reencarnación– vendría desde la comunidad en el exilio. Pero China afirma que debe aprobar cualquier reencarnación y que debe venir de dentro de sus áreas tibetanas. Muchos analistas creen que eventualmente puede haber dos Dalai Lama, uno elegido por China y otro por la comunidad en el exilio.

Este mes, los tibetanos llevarán a cabo una elección para un nuevo primer ministro. Los tres principales aspirantes son todas figuras seculares, a diferencia del actual. Los informes dicen que el favorito es Lobsang Sangay, un becario de Fulbright con un doctorado en leyes de Harvard.

Hace mucho que China rechaza las declaraciones del Dalai Lama y dijo que es alguien cuyo único objetivo es dividir al país. Ayer descartó su declaración de abandonar su rol político como un “truco”. “El Dalai Lama usa la religión como un disfraz y es un exiliado político que ha estado llevando a cabo actividades separatistas durante mucho tiempo”, dijo la vocera del Ministerio de Exteriores, Jiang Yu. “Durante años ha estado expresando su intención de retirarse. Creemos que son trucos para engañar a la comunidad internacional.”

El Dalai Lama dijo hace dos años que quien sea que fuera el 15º Dalai Lama no tenía la obligación de tener una función política y religiosa.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.