Sáb 12.03.2011

EL MUNDO  › LA UNION EUROPEA DECLARO “INTERLOCUTOR LEGITIMO” A LA OPOSICION

Reconocerlos sí, ayudarlos no

Mientras siguen discutiendo si presentan una zona de exclusión aérea ante la ONU, los europeos le dieron un status “para hablar” a los libios revolucionarios. Pero no hay señales de que puede haber acciones armadas.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

El presidente francés logró que sus socios de la Unión Europea aceptaran la incierta apuesta de reconocer como “interlocutor político legítimo” a la oposición libia agrupada en el Consejo Nacional de Transición. Al día siguiente de que Nicolas Sarkozy recibiera en París a dos representantes de la insurgencia y les diera el estatuto de “único representante del pueblo libio”, los 27 miembros de la Unión Europea siguieron en parte sus pasos. Pero no concretaron ninguna acción militar ni tampoco definieron la instauración de una zona de exclusión aérea, una idea en la que Gran Bretaña y Francia trabajan en este momento. Por el contrario, líderes como la alemana Angela Merkel la descartaron. Con todo, al cabo del Consejo Europeo extraordinario sobre la crisis libia celebrado en Bruselas, Sarkozy consiguió la adhesión de los socios de la Unión a una idea muy criticada ayer por la prensa. “Khadafi ya no es un interlocutor válido para la Unión. El papel de interlocutor le corresponde al Consejo Nacional Libio de Transición”, dijo Sarkozy.

La situación es por demás sui géneris. La UE le dio cartas y legitimidad a un movimiento rebelde sin historia, sin líderes identificables ni plataforma conocida, casi sin identidad política, que nació con la onda expansiva de las revueltas contra Khadafi que estallaron a mediados de febrero. Esta decisión no resuelve el balance de la guerra. Alentados por la comunidad internacional, por las sucesivas condenas a Khadafi, por la resolución de las Naciones Unidas, por el embargo de armas y hasta por la investigación de la Corte Penal Internacional contra Khadafi, los opositores al Guía Supremo se lanzaron en una aventura militar que se está dando vuelta a favor del régimen.

El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, declaró que “a fin de proteger a la población civil, los Estados miembros (de la Unión) examinarán todas las opciones necesarias, a condición de que su necesidad sea demostrada, de que haya una base jurídica clara y el apoyo de la región”. El último punto se definirá este sábado en la reunión de la Liga Arabe en El Cairo. En cuanto a la base jurídica –una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU– ésta no existe. París y Londres están elaborando un borrador común que piensan presentar en el Consejo para que se autorice la zona de exclusión aérea y el eventual uso de la fuerza para hacerla respetar.

La situación recuerda espantosos dramas de los años noventa, desde las inoperantes zonas de exclusión aéreas formalizadas en la guerra de los Balcanes hasta las matanzas del ex presidente iraquí Saddam Hussein contra los chiítas del sur de Irak. Alentados por Washington a sublevarse contra el dictador iraquí, respaldados por la imponente fuerza multinacional estacionada en las fronteras de Irak, los chiítas se levantaron contra Saddam. En 1994, París, Londres y Washington decretaron una zona de exclusión aérea para impedir que Saddam los masacrara desde el aire. El déspota iraquí los aplastó igual, desde la tierra, con tanques y la inescrupulosa Guardia Republicana.

Quienes alegan que el establecimiento de zonas de exclusión aéreas en el cielo libio precipitaría la caída de Khadafi tendrían que recordar que Saddam Hussein gobernó y martirizó a su pueblo durante diez años suplementarios pese a las no fly zones. La insurgencia libia parece encontrarse hoy ante un esquema semejante al de los chiítas de Irak. Los tiempos diplomáticos son más lentos que el avance de las tropas de Khadafi y lo que para algunos dirigentes es una panacea –las zonas de exclusión–, para otros son un problema mayor. En todo caso, Sarkozy aclaró ayer que junto al premier británico, David Cameron, están dispuestos a llevar a cabo acciones contra blancos “de precisión” bajo tres condiciones: que la ONU lo autorice, que la Liga Arabe lo acepte y que las autoridades libias (el CNLT) “lo deseen”.

Sarkozy aclaró que se trataría de acciones “puramente defensivas y en el único caso de que Khadafi utilizara armas químicas o la aviación contra poblaciones que se manifiesten sin violencia”. El problema es que hoy la población ya no se manifiesta porque ya se instaló la guerra.

El futuro de esta revuelta que desencadenó una hecatombe humanitaria con el éxodo de cientos de miles de personas a las fronteras de Libia se definirá en parte a partir de hoy con la cumbre de la Liga Arabe, a la que asiste la coordinadora de la política exterior de la UE, la sorprendente Catherine Ashton. En este contexto, el Consejo europeo acordó organizar una cumbre tripartita entre la UE, la Liga Arabe y la Unión Africana. La agenda no precisa fechas, sino que evoca un vago horizonte “para las próximas semanas”. El Consejo Europeo también acordó una serie de principios de sanciones suplementarias contra Khadafi, a quien intimó “a partir”.

De estos enredos militares y diplomáticos emerge una incalculable paradoja: Khadafi está matando a su gente con las mismas armas que le vendieron quienes hoy lo condenan. Y si estos últimos intervienen militarmente, lo harán contra sus propios cañones. Tanto los dirigentes occidentales como los rebeldes libios parecen enmarañados en la trampa libia.

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