EL MUNDO › OTRO ATAQUE QUE SUBE LA TENSION BELICA EN LA REGION
› Por Catrina Stewart
Desde Jerusalén
Un cohete palestino disparado por militantes desde la Franja de Gaza cayó ayer cerca de Tel Aviv, una acción que puede empujar a Israel a tomar contramedidas militares. El cohete no causó víctimas porque cayó en un campo, 25 kilómetros al sur de la ciudad. Pero después del atentado del miércoles en Jerusalén, que causó una muerte y treinta heridos en pleno centro, el ataque tensó los nervios. En este país ya es costumbre ver caer cohetes en lugares rurales cercanos a Gaza, pero no tan cerca de una ciudad.
El ministro de Defensa, Ehud Barak, dijo ayer mismo que “tenemos que responder”. Lo hizo en la conferencia de prensa conjunta con su par norteamericano Robert Gates, de visita oficial en el país. “Israel no va a tolerar estos ataques terroristas y no va a permitir que el terror se imponga nuevamente.” Los atentados siguen a una serie de mortales acciones israelíes en Gaza la semana pasada, que incluyen la muerte de un alto líder de Hamas y de varios civiles en ataques de represalia.
El lenguaje de Barak y otros funcionarios es tan duro como el que se impuso antes de la última ofensiva israelí contra Gaza, que dejó 1400 palestinos muertos. Los observadores se preguntan si no es una señal preparatoria para otra ofensiva terrestre contra Gaza, el pequeño territorio costero bloqueado desde hace años.
El duro primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, está bajo presión para probar que puede proteger a los ciudadanos del país. Al cohete y la bomba en el colectivo se le suma el reciente asesinato de residentes en un asentamiento en Cisjordania. El gobierno identificó a la víctima del atentado de este miércoles. Es la turista británica Mary Jane Gardner, de 59 años, que estaba tomando un curso de hebreo en Jerusalén. La bomba que la mató a bordo de un ómnibus y dejó 35 heridos es el primer atentado en la capital israelí en siete años. La detonación llega en medio de una impasse en las negociaciones de paz con los palestinos, sacudiendo la calma relativa en la ciudad. Para muchos, es un recordatorio incómodo de los años de la segunda Intifada, cuando las bombas eran cotidianas.
El gobierno israelí acusó a terroristas palestinos por el ataque, pese a que nadie lo reivindicó. La policía sigue buscando a quienes dejaron el paquete en la calle con los explosivos.
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