Combativo, el presidente yemení Alí Abdalá Saleh dijo ayer, ante una multitud de partidarios en Saná, que está dispuesto a “resistir” tras el fracaso de las negociaciones con el general disidente Mohsen Alí al Ahmar. Soldados del ejército, que patrullan las calles en la capital, tuvieron que disparar al aire para impedir a los manifestantes pro Saleh que se acercaran al grupo de opositores congregados en la plaza de la universidad, sede de una sentada permanente desde hace un mes para reclamar su salida. La oposición convocó a una jornada de manifestación para pedir la salida del jefe del Estado, en el poder desde hace 32 años. La multitud se concentró simbólicamente en la Plaza del Cambio, cerca de la universidad. Por otra parte, numerosos partidarios del mandatario se reunieron en una plaza cercana al palacio presidencial. En un discurso con tono vengativo, Saleh aseguró que no está dispuesto a ceder el poder “a una minoría” ni a opositores que calificó de “aventureros y conspiradores”. Saleh saludó a sus partidarios y aseguró que les correspondía a ellos escoger quién debe gobernar Yemen, país pobre de 24 millones de habitantes. “El pueblo quiere a Alí Abdalá Saleh”, le respondieron, enarbolando retratos del presidente y banderolas en su homenaje. “Por nuestras almas, por nuestra sangre, nos sacrificaremos por Saleh”, coreaban. La aparición del presidente, debilitado por defecciones en el ejército, las tribus, la elite religiosa y su propio partido, se produjo un día después del fracaso de un intento de conciliación con el hombre fuerte del ejército, que se sumó a la rebelión. Según una fuente cercana, el encuentro “no logró resolver la crisis”.
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