EL MUNDO › DIEZ MUERTOS EN PROTESTAS
La llama que encendió la quema del Corán, realizada hace dos semanas en Florida, sigue causando muertes en Afganistán. En nuevas protestas, diez personas fueron asesinadas en Kandahar y más de 80 heridas en los disturbios. El viernes habían sido asesinados siete empleados de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en lo que fue el ataque más sangriento contra trabajadores humanitarios en ese país. Las protestas del sábado comenzaron en el centro de la ciudad sureña y se extendieron a otros lugares. Esta vez, los manifestantes gritaban contra Estados Unidos y el gobierno de Hamid Karzai mientras enarbolaban banderas de los grupos talibán. No es raro, ya que Kandahar supo ser el bastión talibán. La furia estalló en Afganistán, recorriéndolo de norte a sur, después de que el 20 de marzo pasado, el pastor norteamericano Terry Jones llamara a quemar el Corán en Florida. Para muchos, esta provocación del reverendo pasó inadvertida pero no para los afganos. Ayer hubo motines durante horas, ataques contra edificios públicos y quema de vehículos. Los manifestantes enfurecidos, que portaban armas y palos, atacaron a los periodistas que intentaban cubrir los incidentes. Los negocios estaban cerrados y la mayoría de la gente trataba de alejarse de las calles. Pero aún estaba fresca la sangre de los siete funcionarios de la ONU y los cinco civiles que habían sido asesinados en la jornada del viernes.
La violencia de ayer aportó un número de bajas similar. Según el médico Daud Farhad, jefe del principal hospital de Kandahar, hubo diez muertos y 83 heridos. “Entre los heridos figuran un funcionario de la agencia afgana de inteligencia y un policía. El resto son manifestantes”, precisó. Un médico de este hospital, el doctor Abdul Qayum Pujla, indicó previamente que todas las víctimas resultaron heridas por balas o por piedras.
Como el viernes, las autoridades volvieron a denunciar que las movilizaciones habían sido infiltradas por los talibán y dijeron que 17 personas habían sido arrestadas. Además, el ministerio afgano del Interior anunció que habían sido apresados 30 sospechosos por la violencia que el viernes se desató en Mazar-i-Sharif (norte), donde murieron los integrantes de la misión de la ONU. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se reunió por este ataque y pidió al gobierno afgano que refuerce la protección de los funcionarios internacionales. El representante de la ONU en Afganistán, Staffan de Misruta, dijo que el violento atentado no afectará la presencia de la organización en ese país. Pero anunció un desplazamiento temporario a Kabul de once empleados extranjeros de Naciones Unidas en Mazar-i-Sharif, dado que las oficinas que ocupaban quedaron completamente destruidas en el ataque. “Volveremos en cuanto podamos instalar una oficina lo suficientemente segura”, prometió Misruta.
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