Desde su página web, y a 19 meses exactos de llevarse a cabo los comicios presidenciales, el líder demócrata Barack Obama lanzó su candidatura a la reelección. La noticia era esperada por los analistas y periodistas especializados, por lo que no fue sorpresiva. Así, Obama abrió el juego con vistas a las elecciones de noviembre de 2012, para las que el Partido Republicano aún no presentó ningún contrincante.

Los nombres de quienes podrían hacerle frente al mandatario ya están perfilados. Entre ellos se encuentra el ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, la ex gobernadora de Alaska Sarah Palin y el ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich. Si bien no se lanzaron oficialmente a la contienda, algunos de ellos no tardaron en responderle a Obama también a través de Internet. “Estoy ansioso por escuchar detalles de su plan de empleo, ya que hay 14 millones de estadounidenses desempleados”, twitteó Romney.

“Los candidatos republicanos están en el mismo punto que en 2008: a la caza de Obama”, opinó desde el diario estadounidense U. S. Today el experto en campañas electorales Anthony Corrado. Pero, además de la ventaja que les da contar con el primer candidato en lanzarse a la contienda presidencial, sobre todo por la seguridad que demuestran ante el campo electoral, los demócratas les llevan la delantera a los republicanos en la búsqueda de fondos para la campaña, que sólo puede iniciarse tras la presentación oficial de la candidatura. Cuando se presentaba como la opción al entonces presidente del país norteamericano George W. Bush, en las elecciones de 2008, logró recaudar 750 millones de dólares. Según los expertos, en esta ocasión quiere llegar a reunir 1000 millones de dólares, una cifra record.

Miembros del equipo de campaña de Obama aseguraron que ayer mismo presentarían ante la Comisión Electoral Federal los documentos necesarios para iniciar su campaña electoral, trámite sin el cual no pueden comenzar la recaudación.

La iniciativa de difusión electoral está emplazada en dos patas principales: los correos electrónicos y mensajes de texto propagandísticos, y la página web oficial de la campaña, www.barackobama.com.ar. Allí, dos propuestas que invitan a “involucrarse” y a “donar ahora” son las opciones que flotan por encima del video de lanzamiento. Una introducción de pocas líneas comenta, en un tono ameno y familiar: “Esta campaña acaba de empezar. Estamos abriendo oficinas, desembalando cajas y empezando a conversar con simpatizantes como ustedes para que nos ayuden a dar forma a nuestro camino hacia la victoria. 2012 comienza ahora y aquí es donde pueden decir que están adentro”.

Por debajo, un video –que también está disponible en YouTube– que dura algo más de dos minutos y se titula “Comienza con nosotros” muestra a media docena de estadounidenses que explican la situación del país, que apoyan las gestiones realizadas por Obama y que destacan la importancia de votarlo en las elecciones de 2012. El hombre en cuestión no aparece. Entre la introducción y las imágenes, unos casilleros permiten inscribirse en una lista de “seguidores de Obama” y al sitio con el que la campaña presidencial cuenta en la red social Facebook.

Si se compara el nivel actual de aceptación de Obama en la sociedad estadounidense con los porcentajes que ostentaron otros presidentes de ese país que apostaron a un segundo mandato, la situación del actual presidente no es óptima. Según un promedio ponderado de varios sondeos, elaborado por la consultora Real Clear Politics, el 47,4 por ciento de los ciudadanos de ese país aprueba la gestión del flamante candidato, frente al 46,6 por ciento que la desaprueba. Cuando el ex presidente Bush presentó en 2004 su candidatura para la reelección, contaba con un respaldo del 71 por ciento. Bill Clinton y Ronald Reagan no tenían, por el contrario, más del 44 y el 41 por ciento de apoyo popular, respectivamente.

Según algunos expertos, la evolución de la economía será fundamental en el destino de Obama de aquí a que el electorado designe a un nuevo presidente. Estados Unidos parece haber superado poco a poco la peor recesión que experimentó desde la Segunda Guerra Mundial, pero el porcentaje de desempleados sólo se redujo en un punto y se estancó en el 8,8 por ciento, con lo cual la situación es delicada. La intromisión del país en el conflicto de Libia tampoco cayó demasiado bien en la sociedad, que, según los analistas, podría entenderlo como una nueva guerra que se inicia, con otras dos, Irak y Afganistán, que siguen sin culminar.