Lun 17.02.2003

EL MUNDO  › CRISTOVAM BUARQUE, MINISTRO DE EDUCACION DE LULA

“Alfabetizaremos con ayuda”

Cristovam Buarque, ministro de Educación de Lula, cuenta qué hará para un país cuyo presidente no pudo ir a la escuela.

Por Juan Arias*
Desde Brasilia

A Cristovam Buarque lo han llamado “sembrador de utopías”. Ingeniero y doctor en Economía en la Sorbona de París, es uno de los ideólogos del equipo del presidente Lula y tiene más de 20 libros publicados. Fue rector de la Universidad de Brasilia y trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). De 1995 a 1998 fue gobernador del Estado Federal de Brasilia, donde revolucionó los esquemas de la enseñanza. Exiliado ocho años en tiempos de la dictadura militar, pertenece al ala moderada del Partido de los Trabajadores (PT). En su despacho de Brasilia, conversó en español dos horas con este diario mientras preparaba en su computadora los proyectos de reforma. Que son ambiciosos, pese al recorte general de gastos ordenado por un presidente que la semana pasada afirmó haberse encontrado con una herencia económica más pesada que lo esperado, por lo que debió tomar “medidas amargas” –léase aumento de las metas del superávit presupuestario– que hubiera preferido evitar.
–Usted es ministro de Educación de un gobierno cuyo presidente sufrió en carne propia no haber podido ir a la escuela. ¿Qué van a hacer con la enseñanza?
–Acelerar un proceso ya puesto en marcha en los últimos ocho años con mi antecesor Paulo Renato de Souza, y daremos un giro a la izquierda.
–¿Eso qué significa en la práctica?
–Que no se puede seguir permitiendo en un país que está entre las 10 primeras potencias económicas del mundo, con tres millones de universitarios y dos de maestros, que siga habiendo 20 millones de analfabetos adultos y que no haya escuelas suficientes y dignas para 40 millones de niños. Necesitamos un modelo nuevo de escuela y de universidad. Nuestra escuela en general es mala.
–¿Por dónde va a empezar?
–Ya estamos pergeñando ese nuevo modelo de enseñanza específica para este país. Lo primero es que ni un solo niño deje de ir a la escuela por pobreza familiar. Y lo segundo, que la escuela sea digna y de calidad, desde los contenidos al profesor, pasando por los edificios y los equipos de trabajo. Para ello vamos a intensificar el proyecto ya comenzado de la llamada Beca Escuela, que creé en Brasilia y que el gobierno anterior adoptó para todo el país: una ayuda económica a las familias pobres a condición de que envíen a sus hijos a la escuela. Sólo que hasta ahora esa cantidad, de cinco dólares al mes, era ridícula. La vamos a aumentar considerablemente.
–Pero el problema es que esos niños entran en la escuela y la mayoría se queda por el camino.
–Para incentivar que sigan estudiando abriremos para ellos una cartilla de ahorros, con una cantidad que sólo podrán retirar cuando acaben con éxito los estudios primarios.
–Supongamos que esos millones de niños logren llegar a la secundaria. ¿Está Brasil preparado para el desafío?
–Ahí nos vamos a jugar el éxito o el fracaso del gobierno. Sin duda en la secundaria el problema va a explotar. Tenemos que prepararnos. El gobierno va a tener que gastar mucho en profesores, escuelas y libros para los alumnos pobres. Y eso tendrá que hacerlo sin comprometer los índices fijados de inflación.
–El drama de la escuela de este país es que esos millones de maestros y maestras están mal retribuidos, mal preparados y con la autoestima por el piso.
–Una mejor preparación de los maestros será tarea fundamental de mi ministerio. Van a ganar más, pero eso sólo no sería suficiente. Tenemos que promover su autoestima. En eso están ya investigando equipos de psicólogos del trabajo, sindicalistas y expertos en pedagogía.
–Ha dicho que quiere acabar con los 20 millones de analfabetos adultos, como una especie de segunda abolición histórica, tras la de la esclavitud hace 130 años. Y que quiere hacerlo en cuatro años. ¿No es pura utopía?
–No. También se decía que era una utopía eliminar la esclavitud. Vamos a comenzar enseguida ese proyecto. Necesitaremos un ejército de 62.000 personas. ¿De dónde los vamos a sacar? En primer lugar, de los maestros que quieran alfabetizar en cursos nocturnos y que serán retribuidos por número de alfabetizados. Y en segundo lugar, vamos a recurrir a alumnos universitarios y al mundo del voluntariado. Y también retribuiremos a los analfabetos por aprender a escribir. No es justo que se pague a los profesores de la universidad que quieren perfeccionar sus estudios y que no se haga lo mismo con quienes quieren aprender a leer y escribir.
–¿Y cómo se va a pagar a esos alumnos singulares?
–Sí: para evitar abusos, recibirán su recompensa en el momento en que sean capaces, en la escuela, de redactar una carta.
–¿Qué piensa hacer con la Universidad, tan criticada ahora mismo?
–La Universidad está en crisis en todo el mundo y nosotros queremos en Brasil buscar un modelo nuevo que pueda servir incluso para fuera de aquí. La crisis mundial de la Universidad es doble: el conocimiento crece más rápido que ella. Se ha quedado obsoleta y anticuada, atrapada en su inmovilismo y endogamia. Si un profesor no sigue la actualidad, llegará a clase y no sabrá que los alumnos ya conocen que se ha descubierto una nueva montaña en Marte. Y, si el profesor no domina las nuevas técnicas digitales, tendrá que sentir la humillación de tener que preguntar a los alumnos. Y hay una crisis técnica, porque hoy el conocimiento se desparrama fuera de la Universidad, ya se están creando universidades corporativas. El saber empieza a no necesitar de la universidad clásica.
–Hay también crisis de contenidos, ¿no?
–Piense en un país como Brasil, con su pobreza brutal, donde existen los mayores especialistas del mundo en cirugía plástica para embellecer a la gente y no hay especialistas en las enfermedades típicas de los pobres. Donde se imparten cursos de nutrición para enseñar a los ricos gordos a adelgazar y nunca cursos para enseñar a los pobres flacos a engordar. Creo que Brasil podría crear un modelo nuevo de Universidad, porque es hoy el mejor retrato de la humanidad. Europa no lo es porque la media de la tragedia de la humanidad allí es menor. Tampoco lo puede ser Africa, donde la tragedia supera la media y además no tiene recursos para combatirla. Brasil posee toda la tragedia y al tiempo los medios suficientes para imponer un nuevo rumbo. Quizá no sea casual que Lula sea brasileño.
–Usted, uno de los ideólogos de la nueva vía política brasileña, ¿cómo ve esta revolución social pacífica que están emprendiendo?
–Creo que aún no tenemos un rumbo ideológico claro. No sabemos aún bien qué es el llamado lulismo. Necesitaríamos un gran debate sobre el tema y eso debería salir de la Universidad. El PT es un partido de actitudes como la ética, la soberanía nacional, la distribución del trabajo, pero le falta aún un cuerpo de doctrina, un modelo político que es lo que estamos intentando crear.
–Usted es un lector empedernido. El gobierno pasado dio a las escuelas millones de libros y de diccionarios. ¿Va a continuar esa política de ayuda a los alumnos de las clases más necesitadas?
–La vamos a aumentar. Este año el gobierno dará a la primaria 160 millones de libros, lo cual ya estaba decidido por el gobierno anterior. Queremos crear 150.000 bibliotecas familiares, una para cada 1000 habitantes, con una maleta de madera con 50 libros que serán cambiados cada mes. Una gran empresa de logística ya se ha prestado a organizarlo. También los 80.000 carteros van a dejar libros en las casas, que recogerán tras un cierto período y cambiarán por otros. Queremos crear una gran pasión nacional por la lectura, convencidos como estamos de que el futurode este país sólo se construirá con una escuela de calidad y con unos ciudadanos bien informados y amantes de la buena lectura.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

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