EL MUNDO › ZAPATERO NOMBRó A RUBALCABA PARA LAS PRESIDENCIALES DEL 2012
Después de la aplastante derrota electoral del domingo pasado, la designación del histórico dirigente saldó una virulenta lucha interna que llevó a la ministra de Defensa, Carmen Chacón, a renunciar a su precandidatura.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
No caben dudas de que el Partido Socialista Español vive su semana trágica. A la aplastante derrota del domingo ha tenido que sumar una crisis política interna que se ha saldado con un dedazo de José Luis Rodríguez Zapatero ejecutado ayer para designar al próximo candidato presidencial sin congreso ni elecciones internas. El elegido es Alfredo Pérez Rubalcaba, actual vicepresidente del gobierno a cargo del Ministerio del Interior. Su designación se produce luego de una virulenta lucha interna que llevó a la ministra de Defensa Carmen Chacón a tirar la toalla el jueves para no provocar, según sus palabras, la división del partido.
La decisión de Zapatero, que más parece un manotazo de ahogado o una fuga hacia adelante, que un proyecto fríamente pensado, se produjo luego de cuarenta y ocho horas de vértigo en el que se sucedieron una serie de terremotos internos en el partido como no se habían visto en mucho tiempo. La primera piedra la arrojó el actual presidente del gobierno vasco, el socialista Patxi López, uno de los pocos barones del partido que han quedado con poder territorial luego de la debacle del domingo en la que los socialistas perdieron casi todos los gobiernos autonómicos que pusieron en juego.
A López no le gustó que Zapatero convocara a elecciones primarias para decidir el candidato presidencial para 2012, como el primer ministro socialista hizo la noche de la derrota electoral, y pidió la realización de un congreso partidario para elegir nuevo líder y debatir sobre la propuesta política con la que el PSOE debe llegar a las presidenciales, ya que a su juicio el motivo principal de la derrota es la pérdida de identidad y el no haber respetado a rajatabla el programa político de centroizquierda con el que se ganaron las elecciones de 2004 y 2008. Ante crisis similares, reflexionó el presidente vasco, el PSOE salió adelante sólo con un congreso, no con primarias, no se trata de cambiar cartel electoral, sino de debatir un proyecto.
El movimiento de López disgustó a la ministra de Defensa Carmen Chacón, que ya había tomado la decisión de competir en las primarias y cuya candidatura, se presumía, iba a enfrentarse a la de Alfredo Pérez Rubalcaba, uno de los pocos ministros sobrevivientes de la época de Felipe González, y al que –supuso Chacón– le resultará más fácil ganar un congreso, que se teje entre bambalinas entre pocos militantes, que enfrentarse a una interna con voto de todos los afiliados. Chacón se quejó a Zapatero de la movida y cuando vio que la operación Rubalcaba era más fuerte de lo que pensaba arrojó la toalla y convocó a una conferencia de prensa en la que, muy emocionada, renunció a su candidatura.
El abandono de Chacón dejó al partido ante un dilema y Zapatero se apresuró a resolverlo ayer en la reunión de la Ejecutiva Federal, en la que el primer ministro y actual secretario general de los socialdemócratas propuso directamente a Pérez Rubalcaba como candidato, contando con la anuencia inmediata de los máximos dirigentes regionales. Pérez Rubalcaba es un viejo león de pelea que ya fue ministro con Felipe González y por lo tanto uno de la vieja guardia, que conoce al dedillo la maquinaria del partido.
Durante el gobierno de Zapatero acrecentó su fama de administrador y hombre abierto al diálogo desde su puesto de ministro del Interior, se apuntó sonoras victorias en su lucha contra ETA, tiene fama de extremadamente honesto y es el único hombre con prestigio y juego suficiente como para llevar a cabo lo que tal vez sea su último servicio al partido: ser candidato a unas elecciones que de antemano se parte perdiendo y cuyo máximo objetivo, más que ganar, es contener la sangría. El “profesor”, como le suelen decir, ya que proviene de la carrera docente, hace rato que manifestó su deseo de abandonar la política, pero no se irá sin dejar el pellejo en una campaña que se anticipa dura para los socialistas.
La decisión de Zapatero presumiblemente cierre el debate interno en el partido, pero no podrá alejar de la sociedad la sensación de que el PSOE ha decidido abroquelarse y evitar el debate antes que ampliar el juego democrático convocando a elecciones internas. Es decir, una decisión que está justo en las antípodas de lo que reclaman desde hace días los manifestantes en las plazas.
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