En un programa emitido el lunes por TVN, un perito uruguayo, Hugo Rodríguez, especuló con que Allende pudo recibir primero un disparo con arma corta, antes del tiro con el fusil que le regaló Fidel Castro. Rodríguez no afirma que Allende fue asesinado, sino que basándose en el informe de la autopsia dice que primero un proyectil atravesó el cráneo del mandatario y que después otro de arma de guerra lo destrozó.

La hija de Allende, la senadora Isabel Allende, emitió un comunicado en el que sostiene que “valoramos como familia el interés de un país entero que necesita conocer la verdad y por ello llamamos a reconocer y validar el proceso iniciado por la Justicia chilena y que lidera el ministro Carroza”.

Dos décadas después del fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), Chile abrió en los últimos dos años numerosos interrogantes sobre las muertes de dos ex presidentes, Salvador Allende y Eduardo Frei Montalva. El caso más emblemático es, sin duda, el del fallecido mandatario Salvador Allende, cuya muerte en el Palacio de la Moneda, asediado y bombardeado por las tropas golpistas que permitieron el ascenso del dictador Augusto Pinochet, se convirtió en un símbolo para la izquierda latinoamericana y europea.

La versión oficial, y también la más difundida y aceptada incluso por su familia, dejó sentado que su muerte, el 11 de septiembre de 1973, se debió a un suicidio, y así quedó establecido durante 38 años, hasta que en enero pasado la Fiscalía presentó al juez Mario Carroza 726 querellas por casos que nunca habían sido investigados.

Tras recibir en abril un informe forense que reveló discordancias entre una autopsia ordenada por el régimen militar y un peritaje hecho por la policía de investigaciones, el juez ordenó exhumar los restos de Allende, que desde el pasado 26 de mayo están siendo sometidos a peritajes para aclarar las circunstancias de su deceso.