EL MUNDO › SURGE LA ESPERANZA TRAS LA DERROTA DE BERLUSCONI EN LAS ELECCIONES MUNICIPALES
Mientras algunas formaciones políticas como la Liga Norte, aliada del gobierno de Berlusconi, promueve las divisiones atacando al sur y a la capital del país, el presidente Giorgio Napolitano llamó a la unidad nacional.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Miles de italianos y de turistas extranjeros se dieron cita ayer en Roma para conmemorar, junto con cerca de 80 delegaciones extranjeras y 42 jefes de Estado y de gobierno –entre ellos la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner–, el Día de la República Italiana, particularmente importante este año en que se celebran además los 150 años de la unidad italiana.
Aunque la unidad italiana sigue siendo un tema de discusión, sobre todo porque existen diferencias marcadas entre el norte desarrollado y rico y el sur menos desarrollado, más pobre y acosado por las mafias, el Día de la República es más sentido en el país porque hace referencia a otro período histórico, a los meses sucesivos a la terrible Segunda Guerra Mundial y al fascismo, cuando luego de un referéndum los italianos acabaron con la monarquía.
El presidente de la República, Giorgio Napolitano, ha insistido en estos últimos meses en la necesidad de que los italianos tomen conciencia de una buena vez de que es la unidad la que hace la fuerza y no la división según intereses regionales, en tácita alusión a algunos grupos y partidos políticos, como la Liga Norte aliada del gobierno de Berlusconi, que promueve las divisiones atacando al sur y a la capital del país, a la que llama “Roma ladrona”.
Algunos hablan, sin embargo, del cumpleaños (65 años desde la fundación de la República) de una “Italia diferente” y llena de esperanza, después de los resultados eleccionarios del fin de semana pasado, que significaron una derrota importante para el premier Berlusconi y su coalición de gobierno de centroderecha.
A Berlusconi la prensa opositora no le deja pasar nada, como el hecho de haberse quedado dormido durante el desfile o el haber tocado al rey de España, cuando el protocolo dice que los reyes no pueden ser tocados ni se les da la mano a no ser que ellos la extiendan. Juan Carlos, por lo demás, tiene un especial afecto por Italia. Vivió en Roma por varios años desde que su familia tuvo que salir de España al ser creada la República, en 1931, y habla un perfecto italiano.
En el palco que presidió el desfile militar por la Via de los Foros Imperiales, se vio al vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, y a los presidentes de Chile, Sebastián Piñera; de Israel, Shimon Peres; al rey de España, Juan Carlos, y a los presidentes de Rusia, Serbia, Alemania, Afganistán y Austria, además del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon y el representante de la Liga Arabe, entre otros. Varios de los mandatarios mantuvieron encuentros bilaterales con el presidente italiano Napolitano y con Berlusconi.
Más de 2500 soldados y policías especializados se ocuparon de la seguridad en Roma durante la fiesta y el espacio aéreo estuvo cerrado varias horas, excepto para las llamadas Flechas Tricolores, los aviones militares que cerraron el desfile tiñendo el cielo con los colores rojo, blanco y verde de la bandera italiana.
El desfile incluyó no sólo representaciones de las actuales fuerzas militares italianas, sino también grupos con trajes típicos, desde la época de la unidad hace 150 años hasta los trajes militares de la Primera y de la Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas desfilaron desde el Coliseo hasta el monumento al rey Vittorio Emanuele, precisamente el monarca que concretó la unidad de Italia junto a Giuseppe Garibaldi y sus hombres, cuando el país estaba dividido en principados, ducados y reinos y todo el centro de la península estaba dominado por los llamados Estados Pontificios, es decir la Iglesia.
Una bandera italiana gigantesca fue desplegada por los bomberos poco antes del comienzo del desfile, sobre las paredes del Coliseo romano, símbolo del poderío de la Antigua Roma Imperial. Y otra, igualmente gigante, formó parte del desfile. Durante la noche, en el Palacio del Quirinale, el presidente agasajó a todas las delegaciones con una cena y un concierto.
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