EL MUNDO › PARTIO HACIA ARABIA SAUDITA PARA CURARSE LAS HERIDAS RECIBIDAS MIENTRAS SIGUE LA GUERRA CIVIL
El mandatario que detenta el poder en Yemen desde hace treinta años tendría una esquirla de siete centímetros alojada cerca del corazón y habría sufrido quemaduras en el pecho. Pero en un mensaje de audio dijo que está bien.
El presidente de Yemen partió hacia Arabia Saudita para recibir tratamiento luego de que fuera herido el viernes en un ataque a una mezquita. Las especulaciones en torno de la gravedad de la herida sufrida por Alí Abdalá Saleh indican que sería más grave de lo que se piensa. Según informantes del gobierno, el mandatario que detenta el poder en Yemen desde hace treinta años tendría una esquirla de siete centímetros alojada cerca del corazón. Además, habría sufrido quemaduras de segundo grado en el pecho. Durante un breve mensaje de audio difundido el viernes, el presidente dijo estar bien, aunque se lo podía escuchar respirar con dificultad. El presidente acusó a los hijos de Al Ahmar, en referencia al jeque Sadek y sus seguidores, y llamó a las fuerzas armadas a limpiar las instituciones del Estado de esos grupos.
“El primer ministro y el presidente del Parlamento, así como varias personalidades políticas más, quienes asistían a la oración del viernes en la mezquita del palacio presidencial, resultaron heridos por los disparos de obuses”, informó el portavoz del Congreso Popular General (CPG), Tarek Shami. El funcionario acusó al jefe de la tribu de los Hashed de haber superado todos los límites tolerables.
Junto al presidente viajó parte de la comitiva oficial que también fue víctima del ataque con bombas a la mezquita contigua al palacio presidencial. El primer ministro Alí Mohamed al Muyawar con tres responsables más viajaron en avión al reino saudí junto al presidente de la Cámara alta del Parlamento. También fueron trasladados el viceprimer ministro para Asuntos de Defensa y de Seguridad, Rashad al Alemi, y el secretario adjunto del gobernante Partido del Congreso General Popular, Sadeq Amin Abu Ras.
Arabia Saudita está en conversaciones con Saleh, por parte del Consejo de Cooperación del Golfo, que medió antes entre el mandatario y la oposición. Saleh se negó tres veces a firmar un acuerdo de transferencia del poder promovido por el CCG.
Por su parte, la Casa Blanca condenó firmemente el ataque contra el palacio presidencial en Yemen. “Estados Unidos condena en los términos más duros los actos de violencia sin sentido en Yemen, incluido el ataque contra el palacio presidencial en Sanaá”, indicó la circular emitida por Washington.
Tras una breve interrupción, los combates prosiguieron este viernes. Cuatro militares y dos manifestantes murieron en enfrentamientos en la sureña Taez, ciudad donde está el foco de la protesta contra el régimen yemení, dijeron fuentes de la seguridad. Los incidentes tuvieron lugar cuando los soldados se enfrentaron a los manifestantes que intentaban marchar hacia la Plaza de la Libertad, donde el lunes una sentada fue dispersada por la fuerza con un saldo de más de 50 muertos.
Dos manifestantes murieron el viernes y unos 30 fueron heridos por los disparos de los soldados, mientras que cuatro militares murieron, también por disparos, y 24 resultaron heridos. Taez, a 270 km al sur de la capital Sanaá, es una de las primeras ciudades que se levantó contra el presidente Alí Abdalá Saleh, en el poder desde hace 33 años y que se niega a renunciar pese a la presión internacional.
Tras cuatro meses de protestas populares sangrientamente reprimidas por el régimen de Saleh, la revuelta adquirió otra magnitud el 23 de mayo con el inicio de duros combates en Sanaá entre fuerzas leales al presidente y partidarios del influyente jefe de los Hashed, el jeque Sadek al Ahmar, que se unió a la oposición.
Los coletazos de la guerra civil en el país comenzaron a hacerse sentir. Debido a la gravedad del conflicto, Alemania decidió cerrar hasta nuevo aviso su embajada en Sanaá, anunció el ministro del Exterior Guido Westerwelle, de visita oficial en Vietnam. Los últimos días solo permanecía en la embajada un pequeño grupo de trabajadores y en total había 30 alemanes en el país más pobre de la península arábiga. Westerwelle reclamó la renuncia del presidente.
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