EL MUNDO › UNA BATALLA CAMPAL SE VIVIó EN ATENAS EN LA VíSPERA DE LA VOTACIóN QUE IMPULSA EL GOBIERNO DE PAPANDREU
Los principales choques se registraron en el centro de Atenas, cuando los manifestantes arrojaban piedras contra el Ministerio de Finanzas. La policía reprimió. Comenzó el debate en el Parlamento sobre el paquete de ajuste.
› Por Daniel Howden *
Desde Atenas
Atenas fue sacudida ayer por una jornada de batallas campales en las vísperas de un voto clave en el Parlamento por medidas de ajuste. La escalada de violencia entre la gente y los líderes políticos provocó temores de una crisis en la Eurozona por lo que algunos analistas ya están hablando de una segunda debacle crediticia.
Los principales choques se registraron en el centro de Atenas, cuando los manifestantes arrojaban piedras contra el Ministerio de Finanzas en el marco de una huelga general de 48 horas. La jornada había comenzado con una demostración de fuerza pacífica de los movimientos de Grecia, y rápidamente desencadenó en una batalla campal entre la gente y efectivos de la policía antidisturbios apostados en las adyacencias del Parlamento. “El gobierno ha declarado la guerra y debemos responderle de la misma manera”, dijo Spyros Linardopoulos, un manifestante sindical. Con gran parte del país paralizado a raíz de la huelga general y los cortes de energía, los legisladores griegos votarán un paquete de medidas de austeridad visto como esencial para gran parte de Europa, pero que son muy impopulares para el país.
El diputado Theodoros Pangalos dijo que podrían enviar tanques a las calles para apaciguar el caos si fracasara el plan de ajuste. La plaza Syntagma, ocupada por manifestantes desde el mes pasado, se convirtió en un reguero de piedras, vidrios rotos y cartuchos de balas de gases lacrimógenos. Entre la destrucción, una mujer joven llamada Lisa caminaba con una pancarta en sus manos que decía: “Nosotros no los invitamos aquí, váyanse ya”. Cuando se le preguntó si se refería a la policía fuertemente armada o a los muchachos de remera negra con sus gorras y máscaras de gas, dijo: “Ambos”. Las protestas en el centro de Atenas reflejaron las tensiones del país en torno de la crisis por la deuda, con una minoría volcada hacia la violencia con la autoridad y una mayoría pacífica que fracasó en hacer valer una propuesta clara, más allá del enérgico repudio hacia los líderes políticos.
Las protestas proliferaron demostraciones similares en otros países europeos afectados por la crisis de la deuda. Entre las nubes de gases lacrimógenos en Atenas, ayer podían leerse carteles que decían “No debemos, no nos vendemos, no pagaremos”. Entre los grupos que se manifestaban se encontraban los unionistas, los marxistas de la vieja escuela, los tirapiedras de extrema derecha y los anarquistas.
Inmigrantes paquistaníes se dedicaron a venderles agua y antiparras a los nacionalistas decididos a hacerles frente a los gases lacrimógenos. De un lado de la plaza, un móvil de la televisión incendiado y pintado en aerosol con la leyenda “decepción mediática”, era el testimonio de las quejas populares de que el país está siendo victimizado. En el café Panathinaion, dentro de la plaza, los mozos aguardaban estoicos a metros de la batalla portando máscaras de gas y vestidos con el uniforme de trabajo. “Estamos defendiendo nuestro lugar, ya que si no lo hacemos no tendremos dónde venir a trabajar mañana o el día después”, dijo una camarera. En las calles adyacentes a la plaza, los turistas confundidos se arremolinaban entre el fuego que habían prendido los manifestantes para disipar las nubes de gas lacrimógeno. Una pareja francesa que había venido a ver el cambio de guardia afuera del Parlamento dijo que seguía disfrutando de sus vacaciones, a pesar de que los policías los obligaron a alejarse del lugar.
Afuera del hotel Metropolis, cercano a la plaza Syntagma, el dueño Costas Tziatzakis dijo que los disturbios hicieron que se cayeran 15 reservas esta semana, pero culpó a la gente misma de Grecia por la crisis. Dijo que los ajustes, los impuestos y las privatizaciones se deberán llevar a cabo de una forma u otra. “Están gritando en la plaza, pero lo cierto es que sí debemos, sí venderemos y sí deberemos pagar”, dijo. “Si no es ahora, entonces serán nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos los que pagarán.”
El primer experimento de ajuste y rescate falló, y la mayor parte de los economistas están de acuerdo en que el país aún tiene un gran déficit primario, un desempleo ascendente, una deuda en incremento y un estrujamiento de la economía. Sin embargo, los observadores veteranos del escenario político griego dicen que muchas de las reformas propuestas por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional aún no fueron implementadas y que un gran porcentaje de recolectores de impuestos, recipientes estatales y empleados públicos, todavía se mantienen intactos.
El lunes por la noche el premier Giorgos Papandreu pidió al Parlamento aprobar el duro programa de ahorro. “Los insto a que escuchen lo que su alma y su patriota conciencia les dicta”, dijo Papandreu ante los diputados. Las medidas de austeridad consideradas por el Parlamento incluyen la reducción de los trabajos públicos y del pago de trabajadores estatales y el aumento de impuestos. Se requiere la aprobación si Grecia quiere obtener los últimos 17.000 millones del total de 156.000 millones de euros del paquete de ayuda que fue prometido el año pasado por los miembros de la Unión Europea. Las nuevas medidas de austeridad están valuadas en 112.000 millones de euros para la economía griega. Pero según un analista del Deutsche Bank, Jim Reid, estas medidas de ajuste que los griegos ya habían adoptado el año pasado –incluyendo el recorte en pensiones, aumento de impuesto a las ventas, gasolina, cigarrillos, alcohol y bienes de lujo– han arrastrado barranca abajo aún más a la economía.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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