EL MUNDO › EL JEFE DE ESTADO RECHAZó EL PEDIDO OPOSITOR DE ADELANTAR LAS ELECCIONES
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Un presidente amortizado por la crisis, José Luis Rodríguez Zapatero, y un líder opositor que ya se cree presidente, Mariano Rajoy, protagonizaron ayer un áspero duelo durante el transcurso del debate sobre el estado de la nación. Mientras los conservadores llegaron al recinto parlamentario exigiendo elecciones anticipadas, los socialistas intentaron dar la imagen de un gobierno que mantendrá el pulso hasta el final, a pesar del enorme descrédito que tiene entre la población y la debilidad en la que ha quedado luego de la gran derrota sufrida en las elecciones del pasado 22 de mayo.
A diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, Zapatero ayer no llegó con ningún anuncio importante bajo el brazo, más que una imprecisa reforma de los créditos hipotecarios a favor de los usuarios y la promesa de no realizar más recortes en el gasto público, aunque limitará con firmeza el tope de endeudamiento de las autonomías regionales, el gran agujero negro de las finanzas públicas españolas. El presidente de gobierno se dio incluso el lujo de mandarles un guiño a los indignados, que en la Plaza del Sol realizaron un debate paralelo como forma de protesta. Los indignados “forman parte de la fisiología y no de la patología de nuestro modelo de convivencia”, sostuvo Rodríguez Zapatero, “y reivindican el valor de la política”.
Por su parte, Mariano Rajoy decidió salir con los tapones de punta y realizó una ácida crítica de los últimos doce meses de gestión socialista, al tiempo que reclamó el adelanto de las elecciones generales fijadas para marzo del próximo año. “¿Hemos de prolongar este calvario o adelantar las elecciones?”, se preguntó el líder del PP, que acusó a Zapatero de “no contar con la confianza necesaria” para hacer las reformas que exigen los mercados financieros para no hundir aún más a España en el huracán de la deuda. “Cuatro meses servirán para dejar las cosas peores”, concluyó Rajoy, que recordó que de un año a esta parte todas las cifras económicas han empeorado. La deuda pública asciende a 730.000 millones de euros, el 67 por ciento del Producto Bruto Interno –una cifra que no sería tan grave si no hubiera un contexto internacional como el actual–, el desempleo afecta ya a 4,9 millones de personas, 300 mil más que hace un año y el riesgo país se ha disparado, aumentando en 88 puntos el diferencial que España paga con respecto a los bonos alemanes cada vez que coloca títulos públicos en el mercado.
Ante las críticas, Zapatero afirmó que la única propuesta que tiene el PP es el adelanto electoral, porque hasta ahora no se ha conocido ni una sola de las medidas que proponen para salir de la crisis. El líder socialista recordó que el boom inmobiliario que reventó en 2008 había sido posible gracias a la política del conservador José María Aznar (1996-2004) y les exigió a los populares que compartieran con los españoles sus propuestas. El PSOE ha avivado durante los últimos meses el miedo a que un eventual gobierno del PP se traduzca en recortes aún más severos de los que ya han aplicado ellos. En ese sentido, esta semana se supo que Rajoy había encargado a la fundación FAES, que dirige José María Aznar, un estudio sobre la viabilidad del “copago sanitario”, una fórmula elegante de llamar al abandono del actual sistema de asistencia sanitaria gratuita. Mientras todo esto ocurría en el Congreso, en las plazas los indignados del 15-M aprovecharon la jornada para discutir sobre la crisis y sus posibles soluciones económicas, mientras ultiman las próximas protestas que se anuncian aún más espectaculares que las protagonizadas el domingo 19. El movimiento se ha planteado la posibilidad de realizar una huelga general, que debería ser convocada por un sindicato minoritario aliado a los indignados, como la central anarquista CNT, para cumplir con los requisitos que plantea la ley y ha centrado todos sus esfuerzos en reforzar las manifestaciones que han partido a pie desde la mayoría de las capitales de provincia con el objetivo de converger el Madrid a mediados de julio. Según los últimos sondeos publicados por la prensa española, el movimiento 15-M ha ganado simpatía popular durante las últimas semanas y sus demandas son apoyadas por una inmensa mayoría. Los intentos de hacerlos ver como violentos, luego de los sucesos ocurridos frente al Congreso catalán durante este mes y la posterior represión policial, no han surtido efecto. El movimiento se ha quejado bombardeando con cartas de lectores a los principales periódicos y medios de comunicación por la cobertura de esos hechos, hasta el punto de forzar a la Defensora del Lector del diario El País a responder a sus críticas en la edición del pasado domingo.
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