EL MUNDO › REPRESIóN EN EGIPTO
La emblemática plaza Tahrir de El Cairo fue escenario ayer de una batalla campal entre policías y manifestantes, que comenzó a medianoche y dejó más de mil heridos y 43 detenidos. Se trata de unos de los disturbios más graves en El Cairo desde la renuncia de Mubarak, el 11 de febrero.
La tensión comenzó en la noche del martes en el teatro Al Balon de El Cairo, donde se celebraba un homenaje para las víctimas de la pasada revolución egipcia. Unas 150 personas intentaron entrar en el teatro diciendo que eran familiares de los mártires, pero les fue prohibida la entrada. Este fue el motivo por el cual decenas de personas comenzaron a atacar el Ministerio del Interior y cientos más acudieron a Tahrir en solidaridad con los familiares de las víctimas.
Mientras algunos acusan a las fuerzas de seguridad de ejercer excesiva violencia contra los civiles, otros achacan a fieles del antiguo régimen descontentos por la disolución el martes de los concejos municipales de provocar los disturbios que, según el Ministerio de Sanidad, dejaron un total de 1114 heridos.
La junta militar, que dirige Egipto desde la renuncia de Mubarak, aseguró que hay “un plan organizado” para causar tensión entre los revolucionarios y las instituciones de seguridad y desestabilizar el país. Esta afirmación no era compartida por la doctora Shadia Abdelrahim, que curaba a los heridos en un improvisado hospital de campaña en Tahrir, donde también había una veintena de ambulancias. “La policía está usando la violencia de nuevo y traspasando los límites. Esta situación no se puede soportar por más tiempo”, dijo Abdelrahim.
La médica está desde el martes a la noche en la plaza, atendiendo junto a varios colegas a decenas de personas con cortes, lesiones por el impacto de las balas de goma y con síntomas de asfixia. “Muchas personas presentaban cortes porque la policía dejó paso a la madrugada a matones que portaban cuchillos”, denunció Abdelrahim. En el centro de El Cairo, la gente se protegía de los gases lacrimógenos con mascarillas y pañuelos con vinagre.
Las protestas se inscriben en una persistente agitación social que sacude a Egipto a cinco meses de la caída de Mubarak y de la asunción del gobierno por parte de una junta militar. El país enfrenta una creciente crisis económica y un incremento del delito que muchos atribuyen a un vacío en la seguridad. El juzgamiento de los responsables políticos y materiales de la muerte de 850 manifestantes durante el levantamiento de febrero es uno de los asuntos más calientes del Egipto post Mubarak.
Los manifestantes acusan a la junta militar de indulgencia hacia miembros del antiguo régimen acusados de corrupción y hacia los policías y funcionarios responsables de la represión ilegal y quieren que se aceleren los procesos judiciales en su contra. Mubarak –quien gobernó 30 años– y dos de sus hijos serán juzgados el 3 de agosto por la represión y por corrupción. El ex mandatario enfrenta una probable pena de muerte si es condenado.
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