EL MUNDO › CALIFICADORAS, EN LA MIRA
› Por Javier Lewkowicz
Las agencias de calificación crediticia están teniendo fuerte incidencia en la propagación de la crisis europea, y por el poder que estas firmas tienen para dirigir el flujo inversor, los gobiernos deben salir a dar explicaciones cada vez que hay modificaciones en la nota de los bonos soberanos. El ministro de Finanzas griego, Giorgos Papandreu, aclaró ayer que “es incomprensible” que Fitch haya rebajado súbitamente tres escalones la nota hasta la penúltima categoría, porque “existe un calendario de ayuda financiera de los países de la Eurozona y del FMI”. Agregó que el castigo de la agencia “no afectará el sistema bancario griego”. Las calificadoras mantienen una notoria influencia a pesar de su desprestigio tanto en el ámbito político como académico. Ahora también han empezado a cuestionar a Estados Unidos por su abultada deuda y el riesgo a un default temporario (ver aparte).
Las agencias asesoran sobre el riesgo crediticio subyacente a títulos públicos, deuda de entidades financieras y no financieras. En la actualidad son los emisores de los títulos (los propios “calificados”) los que contratan el servicio de las agencias. En otros casos, la empresa califica la deuda sin que sea solicitado por el usuario. El trabajo del Banco Mundial El derrumbe de la securitización estructural de 2007 indica que “las agencias enfrentan un incentivo a sobreestimar la calidad del título de manera de construir una buena relación con el cliente”. “Los honorarios influencian demasiado sus calificaciones”, agrega el estudio. Además, no hay competencia entre las agencias para lograr una mayor reputación. Aunque existen alrededor de 150 firmas, las tres más grandes tienen en su poder alrededor del 95 por ciento del mercado. Standard & Poor’s y Moody’s ostentan un 40 por ciento cada una, mientras que Fitch, el 15 por ciento.
La estrecha vinculación entre las agencias y bancos y aseguradoras hizo que productos financieros riesgosos fueran calificados con la máxima nota, al igual que débiles bonos soberanos. “Las agencias ayudaron al masivo crecimiento del mercado financiero antes de la crisis que estalló en 2008”, indican Mai Hassan y Christian Kalhoefer en “Regulación de las agencias de rating crediticio. Evidencias de la crisis reciente”. La fuerte corrección a la baja que se hizo con la burbuja en pleno auge “resultó en pánicos sistémicos e inestabilidad financiera”, explican.
Los investigadores Rabah Arezki, Bertrand Candelon y Amadou Sy, en su trabajo “Noticias de rating en deudas soberanas y el derrame en los mercados financieros” analizaron 71 anuncios de las agencias entre 2006 y 2010. Concluyen que “las calificadoras no anticiparon la debilidad de las economías europeas”. “A pesar de que Grecia tiene una larga historia de debilidad económica, las agencias creyeron que sus bonos constituían una inversión segura. Les tomó un largo tiempo advertir el riesgo”, indican Hassan y Kalhoefer. Cuando la situación en Atenas se volvió insostenible, las agencias rebajaron rápidamente la nota, profundizando el problema. Las súbitas caídas en las notas para el país helénico, Irlanda, Portugal y España generan inestabilidad y corridas. “La crisis en la Eurozona se ha vuelto tan profunda en parte a causa de la actuación de las agencias de calificación”, indica Helmut Reisen, jefe del centro de desarrollo de la OCDE. Haber mantenido hasta último momento altas calificaciones a la deuda de los países europeos puede responder a varias causas. Arezki, Candelon y Sy explican que una rebaja en el rating soberano afecta “la rentabilidad de bancos europeos que tienen esos títulos y a la vez de bancos en otros países expuestos en las entidades europeas”. Tanto en el caso de las deudas privadas como las públicas, las agencias amplifican los auges y luego profundizan las crisis, exagerando los ciclos.
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