EL MUNDO › OLLANTA HUMALA ASUMIO AYER LA PRESIDENCIA DE PERU PROMETIENDO LUCHAR CONTRA LA POBREZA Y AUMENTANDO EL SALARIO MINIMO
Humala juró por la Constitución de 1979 y no por la actual y fujimorista. Anunció un impuesto a las ganancias mineras.
› Por Carlos Noriega
Desde Lima
Con la ausencia del presidente saliente, Alan García, y los gritos de protesta de la bancada fujimorista, Ollanta Humala juró ayer como presidente del Perú hasta el año 2016. En su discurso de toma de mando, Humala puso el acento en la lucha contra la pobreza y la inclusión social y habló de una nueva era. “Dedicaré todas mis energías a sentar las bases para que borremos definitivamente de nuestra historia el lacerante rostro de la exclusión y la pobreza construyendo un Perú para todos”, fue la frase con la que inició su primer mensaje como presidente. Luego agregó que la democracia será plena cuando “la igualdad sea patrimonio de todos y la desigualdad desaparezca”.
En un gesto político cargado de simbolismo, Humala juró como presidente por la Constitución de 1979 y no por la Constitución fujimorista de 1993, que está vigente. Eso desató el griterío de protesta de la bancada fujimorista. Luego del golpe de 1992, el ex dictador Alberto Fujimori, en prisión por violaciones a los derechos humanos y corrupción, derogó la Carta Magna del ’79 e impuso la del ’93. En la campaña electoral, Humala, quien derrotó a Keiko Fujimori, hija del encarcelado ex dictador, propuso derogar la actual Constitución –que más de una vez llamó “delincuencial”–, pero no obtuvo la mayoría parlamentaria necesaria para hacerlo.
Cuando Humala, ante los 130 parlamentarios y los invitados internacionales, entre ellos Cristina Kirchner y otros doce presidentes, se salió del libreto y alzó la voz para decir que juraba “por los valores y principios de la Constitución de 1979”, los 37 parlamentarios fujimoristas saltaron como impulsados por un resorte, silbando y gritando “no vale” y “no hay presidente”. Algunos levantaban ejemplares de 1993. Desde la bancada de Humala y las galerías respondieron con aplausos y consignas como “Ollanta, presidente” y “Fuera los corruptos”, en alusión al estigma de la corrupción que marca al fujimorismo. Los dos vicepresidentes de Humala, Marisol Espinoza y Omar Chehade, también juraron por la Constitución de 1979. El griterío fujimorista interrumpió más de una vez su juramento.
Los airados reclamos del fujimorismo no pararon durante los 50 minutos que duró el mensaje de Humala. La fujimorista Luz Salgado, agitando la Constitución de 1993, subió desafiante hasta la mesa de la presidencia del Congreso para increparle al presidente del Parlamento, Daniel Abugattás, que el juramento de Humala era inválido porque no lo había hecho en nombre de la vigente Constitución. A sólo un par de metros, Humala seguía leyendo su mensaje. La congresista fujimorista Martha Chávez, una de las más alteradas durante la alocución del nuevo presidente, dijo que Humala era “un presidente de facto” y anunció que pedirá la anulación de su juramento. El presidente del Tribunal Constitucional, Carlos Mesía, respondió rápido que ese pedido no tiene base, porque Humala juró respetar “el orden constitucional” y la mención a la Constitución de 1979 era sólo simbólica.
Más allá del contrapunto con el fujimorismo, el nuevo mandatario anunció ayer el cumplimiento de su oferta electoral de subir el sueldo mínimo de 600 soles (unos 220 dólares) a 750 soles (unos 270 dólares), lo que se hará en dos tramos: un aumento inmediato de 75 soles (unos 27 dólares) y otros 75 soles en enero de 2012. Esta era una de las promesas centrales que hiciera Humala en su campaña. Otro anuncio esperado fue el cobro de un impuesto a las ganancias extraordinarias de las empresas mineras, cuyo monto, dijo, será negociado con las propias empresas. También ratificó su promesa electoral de renegociar los contratos de exportación de gas con el consorcio Camisea, que integran las empresas argentinas Pluspetrol y Techint, para priorizar el mercado interno.
“Quiero que vean en mí a un verdadero soldado de la República, a un celoso guardián del estado de derecho y a un defensor de los derechos humanos y de la libertad de prensa y expresión”, señaló el ex comandante Humala, que también se definió como “un soldado de la democracia”. Su mensaje era constantemente interrumpido, de un lado por el griterío fujimorista y del otro por los aplausos de sus partidarios, que coreaban: “Sí se pudo, sí se pudo”.
Humala se comprometió a una lucha frontal contra la corrupción y anunció que propondrá la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción y la anulación de beneficios penitenciarios para quienes roben al Estado. Un mensaje dirigido a los fujimoristas y también al saliente presidente Alan García, que ha tenido una gestión plagada de escándalos de corrupción.
Anunció una política antidrogas “soberana” y dijo que reclamará una “responsabilidad compartida” con los países consumidores, pero no dio mayores detalles de cuál será el contenido de esta política. Propuso la convocatoria a una Cumbre Presidencial Regional Antidrogas, que reúna a países productores y consumidores. El presidente peruano ratificó que priorizará el fortalecimiento de Unasur y la Comunidad Andina.
Humala finalizó su primer mensaje como presidente pidiéndole a la oposición que sea responsable y respete el resultado electoral y la democracia, y a sus partidarios que sean pacientes para esperar los resultados de su gestión en beneficio de los más pobres.
El flamante presidente, que en la campaña ofreció cambiar el modelo económico neoliberal, señaló que su gobierno continuará con la actual política macroeconómica y ofreció “una economía nacional de mercado abierta al mundo”, pero anunció que el Estado será fortalecido para que sea “promotor no sólo del crecimiento sino también del desarrollo social”. Anunció la creación de un Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. Antiguo crítico de los Tratados de Libre Comercio, aseguró que se respetarán esos tratados comerciales.
Luego de su discurso, Humala se estrenó en el cargo como anfitrión de una cumbre presidencial de Unasur. Al momento del envío de esta nota, se iniciaba la fiesta popular convocada en la plaza ubicada frente al Palacio de Gobierno para festejar la llegada al poder del progresista Humala.
El día había comenzado con las calles del centro de la ciudad vacías y con una impresionante vigilancia policial, que no dejó a la población acercarse al Palacio de Gobierno, donde García se despidió de sus ministros y recibió los últimos honores militares. El mandatario saliente no asistió al Congreso para entregar la banda presidencial por temor a ser abucheado, tal como ocurrió en 1990 al término de su primer gobierno. Es la primera vez que un presidente no va al Congreso para la transmisión de mando a su sucesor.
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