EL MUNDO › ITALIA ASOMBRADA POR LAS MEDIDAS ANTIMAFIA DE BARACK OBAMA
En un país que pensaba que el problema estaba bajo control, el anuncio en Washington de un plan contra el crimen organizado internacional fue un sacudón. Y más cuando no se habló de la mafia siciliana, sino de la napolitana.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Las medidas tomadas por el presidente norteamericano Barack Obama esta semana contra cuatro de las principales mafias del mundo –entre ellas la Camorra napolitana– dejó con la boca abierta a muchos en Italia que pensaban que las mafias en la península estaban bajo control o por lo menos reducidas al sur del país. Por primera vez la Cosa Nostra, la mafia siciliana, quedó en segundo plano para un gobierno estadounidense, después de haber sido la principal mafia italiana en Estados Unidos por casi un siglo.
En rueda de prensa realizada esta semana, Obama anunció una serie de medidas para contrarrestar a las cuatro mafias que Estados Unidos considera más peligrosas para su propia economía y para el país en general: la criminalidad mexicana de Los Zetas, la del Círculo de los Hermanos de Rusia, la Camorra napolitana y la Yakuza japonesa.
En su “Estrategia de combate del crimen organizado transnacional”, el presidente Obama firmó una orden para la aplicación de 56 acciones prioritarias tendientes a destruir el poder de esos grupos criminales, en particular el económico, además de proteger al sistema financiero estadounidense. La orden establece el secuestro de todas las propiedades pertenecientes a esos grupos y prohíbe a los ciudadanos estadounidenses entablar negocios con ellos.
“Desde hace tiempo, el crimen organizado no es más un problema regional o local. Se ha transformado en un peligro para la estabilidad internacional”, escribió Obama en una carta dirigida al Congreso. Según el secretario del Tesoro estadounidense, David Cohen, “esta asociación criminal italiana tiene una facturación anual de 25.000 millones de dólares, un radio de acción multinacional y actividades que van desde la falsificación al tráfico de droga”.
Pero uno de los aspectos más interesantes de la decisión tomada por Obama es que reconoce que estas cuatro mafias tienen la capacidad de infiltrarse en el proceso político a través de la corrupción, hasta transformarse en peligrosos sucedáneos de los Estados nacionales. Ni más ni menos lo que algunos historiadores aseguran que sucedió en la Italia dividida en principados y reinos del siglo XIX, ocasión en que las mafias como N’drangheta, Camorra o Cosa Nostra sustituían con hechos la pasividad de los gobernantes. De por sí, el análisis de Obama plantea tácitas preguntas a los gobiernos del mundo occidental, en relación con qué nivel de infiltración tienen esas mafias en cada país y cuánta influencia poseen en su economía y en su vida política.
Para los italianos, que acogen en su territorio la cuna de la Camorra, las medidas de Obama replantean viejos problemas sin solución. Hace no muchos meses, en ocasión de las elecciones administrativas de mayo y de los siguientes referendos de junio, el asunto de las mafias fue sacado a relucir por la oposición al gobierno de Silvio Berlusconi. La Camorra y la N’drangheta no son ya patrimonio exclusivo del sur de Italia, subraya la oposición, sino que también están presentes en el norte, incluso a nivel empresarial.
Esta posición tendía a rebatir la siempre discriminatoria actitud de la principal aliada de Berlusconi, la Liga Norte, que sostiene que toda la porquería de Italia, lo peor de lo peor, se encuentra de Roma al sur. Pero, ironía del destino, algunas acciones, valiosas sin duda, de los carabineros y del Ministerio del Interior –a cargo precisamente del legista Roberto Maroni– realizadas en los últimos meses y que lograron arrestar a una serie de camorristas y miembros de la N’drangheta, demostraron precisamente que las mafias ya no están radicadas sólo en Calabria, Campania o Sicilia, que es el sur, sino también en Piamonte, Véneto y Lombardía, que es el norte. Para no hablar de los ajustes de cuentas entre mafiosos que en estas semanas se han verificado en la misma Roma.
La peligrosidad de la Camorra, que además de traficar droga y monopolizar el negocio de la basura –es una de las causas de los graves problemas con la basura que tiene Nápoles– hace grandes negocios con China y el resto del mundo, vendiendo todo tipo de productos de marca falsificados, ya había sido señalada por los expertos de Europol (Policía Europea) en 2008. Europol, en efecto, había indicado que los camorristas tienen a su disposición considerables cantidades de dinero para corromper a cualquiera y resolver así todos los problemas con las autoridades, especialmente de aduanas, para hacer entrar a Europa sus mercancías falsas.
Para Europol, la casa matriz del mercado del falsificado está en China, pero en Nápoles, en cambio, está la “gerencia de distribución” si es que así se puede decir. Esta red a su vez puede contar con colaboradores y otras redes entre ciudadanos de origen italiano de Australia, Estados Unidos y Canadá.
Un ejemplo puede dar una idea del poder de estos grupos. En 2010, el famoso grupo italiano Versace, fabricante de prestigiosas colecciones de moda, ganó una causa en Los Angeles contra una sociedad californiana que vendía en otros estados de Estados Unidos ropa con marca Versace pero falsa. El grupo Versace se llevó 20 millones de dólares.
En Italia, el centro de la falsificación está en la región de Campania, cuya capital es Nápoles, pero otro centro se encuentra en Lombardía, la región a la que pertenece la exquisita y snob ciudad de Milán. Y no se trata sólo de ropa, carteras o bolsos falsos. Se habla de películas, de CD de música y hasta de software. El dinero proveniente de esas ventas que llegan a media Europa, retorna en gran parte a Nápoles, según los investigadores y va a parar a cuentas de prestanombres.
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