EL MUNDO › CAMERON ENVIó A DIECISéIS MIL POLICíAS Y PERMITIó EL USO DE BALAS DE PLáSTICO
Van tres días de caos y saqueos suscitados por el caso Duggan. Se supo que el joven no le había disparado a la policía.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
Con 16 mil efectivos policiales en las calles, autorización para el uso de balas de plástico y amenazas de represión, el primer ministro David Cameron intentó poner fin a tres días de saqueos y desmanes en Londres y otras ciudades británicas. En la capital la tensión era palpable y los negocios de muchos barrios permanecieron cerrados todo el día, mientras que en Birmingham y en dos ciudades hasta ahora no afectadas, Manchester y Wolverhampton, los disturbios comenzaron por la tarde, insinuando que el eje de la violencia se estaba desplazando a otros lugares del Reino Unido. La primera víctima mortal del caos fue un joven de 26 años que murió en un tiroteo con otro coche en Croydon, sur de la capital, uno de los escenarios más violentos de los disturbios del lunes por la noche. Según la versión policial, había ido a Croydon con unos amigos, donde tuvo un altercado con otro grupo que terminó en una persecución que involucró a tres coches. La tensión aumentó unas cuantas décimas más en la capital cuando un examen balístico reveló por la tarde que Mark Du-ggan, cuya muerte fue el puntapié inicial de los disturbios, no abrió fuego contra la policía como se había informado en un principio.
En un intento por recobrar la iniciativa y mostrar que no había un peligroso vacío de poder, el primer ministro visitó barrios afectados por los disturbios, conversó con bomberos y se reunió por la mañana con el Comité de Emergencia Cobra. En una breve declaración de prensa, Cameron valoró la labor policial y señaló que adoptarían todas las medidas necesarias para restaurar el orden. “Esto es simple delincuencia y no la toleraremos. A los que la cometieron les digo que van a sentir todo el peso de la ley. Si tienen edad para cometer estos delitos, tendrán edad para afrontar las consecuencias de sus acciones”, dijo el primer ministro. La línea dura del gobierno no se extendió a lo que venían pidiendo algunos diputados, comerciantes y vecinos de las zonas afectadas: el toque de queda y la presencia del ejército. El comisario temporariamente a cargo de Scotland Yard, Tim Godwin, descartó que se fuera a llamar al ejército para lidiar con la crisis. “No es necesario”, explicó el jefe de la policía metropolitana, muy criticado por su actuación. La policía dio a conocer la “primera de muchas” imágenes de las cámaras de circuito cerrado pidiendo la colaboración del público para identificar a los responsables. Más de 560 personas han sido arrestadas, más de 100 acusadas de delitos violentos y 32 comparecieron ayer en la Corte acusados de robo y daño a la propiedad. Contrariamente al mito mediático que pintaba una homogénea composición social –negros, sin estudio o trabajo–, entre los acusados había un diseñador gráfico, varios estudiantes universitarios, un trabajador social, un licenciado y un hombre que se ha enrolado para ingresar al ejército. Unos 18 permanecieron arrestados.
La variada composición social de los miles de jóvenes que han participado de los hechos quedó igualmente visualizada en un reportaje de la BBC a dos adolescentes de unos 15, 16 años que explicaban por qué habían participado en los desmanes. “Fue divertido, tirar piedras, romper cosas, una locura”, dice una de las adolescentes mientras toma una botella de vino rosado. “Esto es para que la policía y el gobierno sepan quién manda. Es todo culpa del gobierno”, dice la otra. “Culpa de los conservadores. O lo que sean.” Cuando la entrevistadora de la BBC le pregunta qué sentido tiene atacar a los negocios locales, la respuesta es sorprendente. “Hay que atacar a los ricos. Todo lo que pasa es culpa de los ricos.”
Otra de las estadísticas que van emergiendo de los disturbios es igualmente ilustrativa. Unos 111 policías sufrieron heridas, incluyendo algunas de gravedad, por el impacto de botellas, ladrillos y hasta coches usados como arma de ataque.
Una clara señal de la gravedad de la situación y del impacto para una capital que organizará los Juegos Olímpicos el año próximo es la decisión de cancelar el amistoso entre Inglaterra y Holanda que iba a tener lugar hoy por temor a que se produjeran nuevos hechos de violencia y hooliganismo. Otro triste símbolo de la destrucción de los últimos días es la mueblería Reeves en Croydon, un negocio familiar en el sur de Londres con cien años de historia que sobrevivió a los bombardeos nazis de la Segunda Guerra Mundial y que el lunes a la noche, consumido por las llamas, tuvo el dudoso privilegio de ser una de las imágenes que mejor representaban la devastadora destrucción causada por los disturbios.
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