EL MUNDO › JAVIER SOLANA, EX JEFE DE LA DIPLOMACIA DE LA UNIóN EUROPEA
Solana fue secretario general de la OTAN. Está convencido de que la intervención de la alianza atlántica en Trípoli tiene “una carga de legitimidad única”. Reconoce que Occidente no jugó del todo bien al aceptar a Khadafi en el pasado.
› Por Mercedes López San Miguel
Javier Solana se define como un ciudadano del mundo y por eso prefiere hablar de política internacional y no de España o del Partido Socialista. Y es que es este hombre afable fue el rostro de la diplomacia de la Unión Europea hasta noviembre de 2009. De esos años cuenta que le queda una estrecha relación con Kofi Annan, ex secretario general de Naciones Unidas. En la charla con tres medios argentinos, entre ellos Página/12, Solana defiende la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Libia. “La carga de legitimidad de esta acción es única.” Admite Solana que Occidente “no jugó del mejor modo” al aceptar al coronel Khadafi en el pasado. El ex secretario general de la OTAN (1995-1999) participó en Buenos Aires de un encuentro académico organizado por el CARI y la Fundación Astur y tenía pendiente una reunión con el canciller argentino Héctor Timerman.
–Las potencias justifican su operación en Libia con el fin de proteger la vida de civiles. Pero ha habido víctimas causadas por las bombas de la OTAN. ¿El derecho internacional termina siendo un arma peligrosa?
–La resolución del Consejo de Seguridad que se aprobó en marzo fue apoyada por la Liga Arabe, la Unión Africana, por los países islámicos en general y obtuvo los votos suficientes, con tres abstenciones. Es la primera vez que se incluye en una resolución el concepto de responsabilidad de proteger. Es para proteger el espacio aéreo. El único límite: no se puede enviar tropas en el terreno. Ha habido daños colaterales seguramente, pero Khadafi hubiera matado a muchos más civiles si no se hubiera actuado. Sí, no es perfecto. Creo que la carga de legitimidad de esta acción es única. Se debió hacer más rápidamente porque duró demasiado el proceso previo.
–¿Por qué se interviene en Libia pero no en Egipto o Siria? ¿No le recuerda a la decisión de Estados Unidos con Irak?
–Irak no tiene ninguna resolución de la ONU. En el caso de Siria habría que poner tropas en el terreno y no lo veo posible. No creo que dentro de la legalidad de las Naciones Unidas se vote una resolución que permita intervenir con efectivos; creo que los rusos y los chinos no lo aceptarían y, posiblemente, la Liga Arabe dudaría. En Libia tampoco veo factible que se manden soldados. Sí, se puede aprobar esa medida para una instancia posterior, como fue el caso de Afganistán.
–¿Por qué Occidente apoyó a Mubarak y a Khadafi y después se dio cuenta de la amenaza que representaban?
–El mundo occidental ha estado atrapado entre dos polos que no eran ciertos: entre el islamismo terrorista o jihadista y el caos. Y para evitar el caos se aceptaban personas que no eran el mejor ejemplo en la defensa de los derechos humanos. Occidente jugó no del mejor modo. Creía que era caos o jihadismo.
–Pero también juegan otros factores para Europa. Por ejemplo, los contratos de petróleo con Khadafi.
–El caso de Khadafi es singular. El fue apartado de la comunidad internacional. Después quiere reparar lo del atentado de Lockerbie y desmonta su estructura nuclear. Entonces Khadafi tiene un paréntesis de aceptación, pero muy corto. El petróleo en Libia no es mucho. Nadie se va a convertir en millonario.
–No deja de ser una intervención extranjera en un país que no garantiza que los rebeldes no cometan la misma represión...
–Nada lo garantiza.
–¿Es lo mismo que sea capturado Khadafi o que muera en combate?
–La Corte Penal Internacional ordenó su búsqueda y captura. En Túnez han juzgado a Ben Alí en ausencia y actualmente Egipto juzga a Mubarak. A Khadafi puede ser que lo maten o se vaya a Argelia o más al sur.
–¿Qué opina de que no haya una opinión común entre los miembros de la Unión de Naciones Suramericanas sobre el tema Libia?
–A veces son más papistas que el Papa. La Liga Arabe y la Unión Africana ya reconocen al Consejo Nacional de Transición. Hay algún país que querría haber echado una mano.
–Usted dijo que lo que suceda en Egipto será modelo para la región. ¿Podría explicarlo?
–Como evolucione la situación política en Egipto, como sea el desarrollo de la primavera árabe allí, va a marcar el rumbo de los demás países de la región. La estabilidad de Egipto es pieza clave para la paz en Medio Oriente. No queremos apurar. Ayudarlos no es intervenir. Es su casa, es su país.
–¿Cómo se los ayuda?
–Económicamente. Hay que crear un clima propicio para que la economía se recupere, porque el turismo se vio afectado y bajaron las inversiones extranjeras en todos estos meses.
–¿Cuáles son los desafíos para la seguridad internacional?
–Se está dando una transferencia del poder mundial. En este momento los países clásicos ya no sostienen el crecimiento global. El Mercosur crece un 7 por ciento y Europa 1,2 por ciento. El siglo XXI es un siglo donde América latina tendrá muchísimo que decir.
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