Sáb 01.10.2011

EL MUNDO  › ANWAR AL AWLAKI HABRIA SIDO ULTIMADO POR UN AVION NO TRIPULADO DE EE.UU.

Matan a un jefe de Al Qaida en Yemen

A diferencia de otros dirigentes de Al Qaida, Al Awlaki era uno de los pocos propagandistas efectivos en el grupo. No dirigía a los que armaban bombas, pero sus sermones inspiraron a los musulmanes a la acción violenta.

› Por Patrick Cockburn *

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, celebró ayer la muerte del imán Anwar al Awlaki afirmando que se trató de “un gran golpe contra Al Qaida”. La Casa Blanca se negó a confirmar si el operativo fue ordenado por el propio mandatario. Consultado durante su habitual rueda de prensa, el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, evitó brindar mayores detalles sobre quién dio luz verde al ataque contra Awlaki. Carney dijo que el operativo se hizo en coordinación con las fuerzas de seguridad de Yemen, pero “no voy a profundizar en las circunstancias de su muerte, ni las voy a discutir desde ningún ángulo”, se excusó.

La muerte de Anwar al Awlaki por un avión no tripulado de Estados Unidos es significativa, a diferencia de otros dirigentes de Al Qaida, porque era uno de los pocos propagandistas efectivos en el grupo. No dirigía a los que armaban bombas, pero sus sermones inspiraron a los musulmanes a la acción violenta. En 2010, sus palabras llevaron a una estudiante de 21 años llamada Rashonara Choudhry en Gran Bretaña a apuñalar y herir a un miembro del Parlamento que había apoyado la guerra contra Irak. Más tarde le dijo a la policía que había decidido actuar, sin consultar a nadie, después de escuchar los sermones de Awlaki por Internet durante cien horas. “No le dije a nadie. Nadie me hubiera entendido”, dijo.

Ninguna otra figura en Al Qaida tuvo el mismo poder con las palabras como Awlaki, nacido en Estados Unidos y establecido en Yemen, quien podía hablar inglés fluido. En sus conferencias en YouTube habla con soltura y claridad segura. Otra razón para que Estados Unidos esté contento con la muerte de Awlaki es que el grupo al que estaba afiliado, Al Qaida de la Península Arabe (AQAP), estaba genuinamente interesado en atacar blancos de ese país. Puede parecer evidente que Al Qaida está dedicado principalmente a la guerra santa contra grandes potencias no musulmanas, pero no es el caso, aunque éste era el objetivo de Osama bin Laden y Ayman al Zawahiri.

Pero la franquicia más poderosa de Al Qaida, especialmente en Irak y hasta un cierto punto en Pakistán, ha demostrado más interés en atacar los blancos locales, como a los chiítas a los que ven como herejes, que a Estados Unidos. En la Mesopotamia, Al Qaida lleva a cabo múltiples ataques suicidas elaborados contra blancos chiítas y del gobierno iraquí, pero pocos contra las tropas en Irak y nunca contra blancos estadounidense y europeos fuera de Irak.

En Yemen, Al Qaida ha estado mucho más orientado hacia ataques sobre blancos estadounidenses. El 12 de octubre, dos terroristas suicidas dirigieron un bote lleno de explosivos al lado del US Cole en el puerto de Aden, produciendo un agujero en el lado del destructor y matando a 17 marinos. Estos ataques a Estados Unidos desde Yemen han continuado. Fue desde esta base en Yemen que Awlaki influenció al mayor Nidal Malik Hassan, el psiquiatra del ejército que llevó a cabo la balacera en la base militar de Fort Hood, Texas, en la que murieron 13 personas en 2009.

Yemen era un buen refugio para Al Qaida porque su gobierno central es débil y es posible –especialmente para esa gente con buenas conexiones tribales– encontrar refugios seguros en el país. El gobierno yemení bajo el presidente Ali Abdullah Saleh siempre supo más sobre los miembros y las ubicaciones de estos grupos de los que le admite a Estados Unidos. Sus críticos yemeníes lo acusan de manipular y exagerar la amenaza de AQAP, de quien un funcionario yemení dice que son sólo 300, para extraer armas y lograr financiamiento de Estados Unidos.

Siempre fue de interés para el presidente Saleh en Sanaa ser el aliado local de Estados Unidos contra Al Qaida, pero sin llegar a ser tan exitoso que el grupo fuera eliminado, poniendo fin a la influencia del gobierno yemení sobre Washington. Pakistán jugó el mismo juego después del 11 de septiembre, entregando militantes de Al Qaida, pero siendo más protector hacia los líderes talibán.

¿Se debilitará fatalmente ahora Al Qaida con la muerte de Al Awlaki? Probablemente menos de lo esperado, especialmente porque Al Qaida nunca fue el ejército guerrillero estructurado que decía el Pentágono, la CIA y los medios. Al Qaida no puede hacer mucho, pero tampoco lo necesita. Awlaki estaba acusado por los funcionarios yemeníes de tener contacto con Umar Farouk Abdulmutallab, el estudiante de ingeniería nigeriano, que trató de detonar una bomba cosida en sus calzoncillos en un avión que aterrizaba en Detroit en 2009. Aunque el intento fue un fracaso, tuvo èxito en llamar la atención de los medios.

Es improbable que el grupo se desvanezca totalmente. Pero, por otro lado, el total apoyo del presidente Obama a Israel y la presencia militar de Estados Unidos en Afganistán significa que la motivación antiestadounidense de los grupos Jihad no desaparecerá.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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