La credibilidad del Pacto de Estabilidad de la Unión Europea está en juego y todo apunta a que quedará dañada por sus principales impulsores: los políticos alemanes. El canciller Gerhard Schoeder ha puesto en marcha su enorme influencia para que los ministros de Finanzas rechacen o suavicen la reprimenda que le lanzó la Comisión Europea el 30 de enero por el abultado déficit de Berlín. El canciller, con las elecciones de setiembre a la vista, ya tiene apoyos para bloquearlo o sustituirlo por una componenda. Alemania había previsto para 2001 un déficit del 1,5 por ciento que se disparó al 2,6 por ciento, pero este año aún crecerá más y se aproximará al límite del 3 por ciento estipulado en el Pacto de Estabilidad como ‘déficit excesivo’ que puede desembocar incluso en una multa de hasta el 0,5 por ciento del PBI. Por eso Schroeder se ha puesto manos a la obra. En Bruselas se lo acusa de “trabajar al máximo para hacer lobby” y bloquear el castigo. Ya cuenta al menos con el apoyo de Italia, Francia, Reino Unido y Portugal: 35 votos sobre un total de 87, cuando sólo le hacen falta 26 para frenar en seco la amenaza.