EL MUNDO › EL LíDER SANDINISTA ERA EL FAVORITO PARA GANAR LOS COMICIOS GENERALES EN NICARAGUA
Prometió trabajo, pan y vivienda. Fabio Gadea, líder del Partido Liberal Independiente (PLI), adelantó que no reconocerá los resultados hasta tanto no se cuente el último voto. El escrutinio final se conocerá hoy.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, se encaminaba a su reelección y destacó el desarrollo de los comicios generales de ayer. "En las anteriores elecciones, en Nicaragua había mucho miedo, mucho terror de la gente para depositar el voto. Por eso, estas elecciones tienen un significado extraordinario en la historia de nuestro país", señaló el mandatario nicaragüense, a quien todas las encuestas indicaron como amplio favorito. El líder sandinista fue el último de los candidatos presidenciales en votar. Lo hizo cerca de su residencia, acompañado por su esposa y jefa de campaña del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Rosario Murillo, sus hijos y nietos, todos protegidos por un fuerte dispositivo policial. De este modo, el actual gobernante sandinista, que gobernó Nicaragua entre 1979 y 1990 y volvió al poder en 2007, iniciaría su tercer mandato. Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia declararon inaplicable el artículo de la Constitución que prohibía la reelección inmediata, lo que posibilitó que Ortega se presentara nuevamente como candidato.
Un total de 3,4 millones de nicaragüenses estaban habilitados para elegir al próximo presidente, al vicepresidente, a noventa diputados de la Asamblea Nacional y a veinte representantes en el Parlamento Centroamericano (Parlacen) de Nicaragua. La oposición, que se presentó dividida en los comicios, cuestionó su candidatura y la calificó como "ilegítima, ilegal e inconstitucional" por sus maniobras para saltarse la prohibición legal que le impedía aspirar a la reelección. El mandatario nicaragüense, por su parte, dijo que la revolución sandinista de 1979 aseguró el derecho al voto a los nicaragüenses, de forma ininterrumpida, desde 1984. Ortega ha sido el único candidato presidencial por el FSLN en los comicios de 1984, 1990, 1996, 2001, 2006 y 2011. El líder sandinista recordó que durante su actual mandato, que comenzó en 2007, ni la guerra civil, ni el servicio militar patriótico, ni las confiscaciones de propiedades regresaron, como aseguraban sus oponentes.
Fabio Gadea, líder del Partido Liberal Independiente (PLI) y principal rival de Ortega, adelantó que no reconocería los resultados hasta tanto no se cuente el último voto. Según el último sondeo de CID Gallup difundido días atrás, el candidato liberal contaba con un 30 por ciento de respaldo (18 puntos por debajo de Ortega). Gadea, que el miércoles cumplirá 80 años, aseguró que hubo denuncias por irregularidades que fueron presentadas a observadores internacionales. "Hubo algunas fallas de última hora", señaló el septuagenario candidato y mencionó que a algunos fiscales de su partido no les habían entregado las credenciales o no los habían dejado ingresar a las mesas donde se recepcionaban los votos.
Sin embargo, el líder de la oposición --que llevaba un sombrero campesino al votar en un barrio residencial al sureste de Managua-- destacó el normal desarrollo de la jornada electoral. El titular de la misión de observadores de la OEA en Nicaragua, el ex canciller argentino Dante Caputo, expresó su preocupación por no haber podido ingresar al 20 por ciento de las mesas de votación que había decidido controlar, según un muestreo estadístico preestablecido por la misión. Según las autoridades electorales, el 97,3 por ciento de las 12.960 juntas receptoras de votos en 4.260 centros de votación abrió sus puertas a las 7 (hora local) sin incidencias.
Los primeros habitantes de Masaya en llegar a los centros de votación fueron simpatizantes del FSLN. Se mostraron esperanzados en que Ortega cumpla con sus promesas de campaña donde propuso repartir pan, vivienda y títulos de propiedad. "Necesitamos trabajo para que la gente no emigre a Costa Rica y Guatemala, porque aquí hay muchos pobres que se han ido", manifestaba Yesenia Pavón, una joven que vendía comida en un humilde rancho de Masaya. "Queremos que haya trabajo, que hagan algo por los pobres", afirmaba José Reyes, un vendedor de dulces sentado frente a un centro de votación, donde los electores llegaban a votar caminando o en bicicleta.
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