EL MUNDO › EN EL HOMENAJE A UN EX JEFE DE LA DINA, EL SERVICIO SECRETO DE PINOCHET
Fue durante el lanzamiento del libro Miguel Krassnoff, prisionero por servir a Chile, convocado por su “camarada de armas”, el alcalde de Providencia, el también ex militar Cristian Labbé.
› Por Christian Palma
Desde Santiago
El duro enfrentamiento, a golpes, escupitajos y empujones, entre los adherentes del gobierno militar de Augusto Pinochet, que salieron a flote con motivo del homenaje realizado el lunes al ex jefe de la DINA –el temido aparato represor del dictador chileno–, el brigadier en retiro Miguel Krassnoff, y los familiares de detenidos-desaparecidos o defensores de los derechos humanos recordó una vez más que, en Chile, el dolor y las heridas causadas por la dictadura (1973-1990) están lejos de cerrarse. Incluso, a 21 años del retorno de la democracia, aún hay muchos que insisten en abrirlas.
El acto que se efectuó para conmemorar el lanzamiento del libro Miguel Krassnoff, prisionero por servir a Chile fue convocado por el alcalde de Providencia, el también ex militar Cristian Labbé, reconocido amigo de Pinochet, quien validó la ceremonia por tratarse de un “camarada de armas” y porque está en su derecho realizarlo.
Junto a ello, el ex ministro del régimen militar Alfonso Márquez de la Plata condensó el pensar de los que todavía añoran los tiempos en que las botas y bayonetas comandaban siniestramente este país, al declarar que “pensamos que (Krassnoff) es una persona inocente y que está condenada de por vida por cosas que no ha hecho. Ese es el motivo de por qué se transformó esta manifestación en un homenaje. Y eso es lo que irritó a estos sectores, y al parecer la extrema izquierda no tiene otra forma de hacer este tipo de actos irracionales como el que vimos”.
El ex miembro del gabinete de Pinochet agregó que “no ha torturado a nadie y no ha tenido a nadie raptado”. Lo que Márquez de la Plata omite es que el ex militar se encuentra actualmente en el Penal Cordillera, cumpliendo una condena de 144 años de cárcel por múltiples crímenes de lesa humanidad cometidos durante el régimen militar.
De hecho, el homenaje estuvo envuelto en una fuerte polémica que enlodó al presidente Sebastián Piñera cuando, desde La Moneda, una asesora envió una nota excusando al presidente de asistir, pero valorando el simbolismo del acto. Las redes sociales hirvieron y en los cafés, plazas y esquinas el tema tomó vuelo. Cercado por las críticas, Piñera respondió –vía Twitter– que no respaldaba la ceremonia, lo que lo sacó del mal paso, pero no lo libró del reclamo de la gente que pedía que diera la cara ante un tema tan delicado.
Tan delicado como lo relatado ayer por Patricio Bustos, director del Servicio Médico Legal (SML) –uno de los prisioneros políticos torturados por Krassnoff–, en entrevistas a Radio Cooperativa y El Mostrador: “Marcelo Moren Brito y Miguel Krassnoff empezaron de inmediato con golpes en ambos oídos. Luego me condujeron a la torre, me desnudaron, colgaron de pies y manos y comenzaron con aplicaciones de electricidad y golpes de manos, pies y con diferentes objetos. Querían saber todo lo relacionado con la resistencia, en la cual estoy orgulloso de haber participado”, dijo. Bustos fue miembro del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), partido que se enfrentó duramente a la dictadura. “Ellos no nos quebraron, no nos hicieron convertir en personas crueles, postergaron nuestros ideales, pero no los eliminaron de la conciencia ciudadana”, añadió.
El profesional agregó que a Chile le hacen falta un “Miguel Enríquez (líder del MIR asesinado en 1974), un Salvador Allende, un Víctor Jara, una Diana Arón (periodista torturada y asesinada), a Chile le hacen falta esas personas que hoy día no están y no pueden rebelarse contra esta provocación dictatorial que representa como cara visible el alcalde soldado, que ha tenido el apoyo de unos pocos y la ignorancia de otros”.
El director del SML añadió que “esto no es un error: esto es un intento del pinochetismo por reflotar y reivindicar una etapa oscura de nuestra patria”, lamentó.
El 10 de septiembre de 1975, Bustos tenía 24 años, un trabajo en un laboratorio clínico y una pareja odontóloga. Ambos habían sido militantes del MIR en Concepción. ¿Qué puede sentir un hombre torturado por un criminal cuando sabe que 38 años después un puñado de gente lo quiere homenajear? “Indignación. No cabe otra palabra. Me indigné como mucha gente. Reviví lo que me pasó a mí y a mi compañera y otras personas que estábamos en manos de ese criminal, que no estaba solo”, dice. “Esto es una bofetada no sólo a las víctimas, sino también al tipo de país y democracia que queremos. Esto demuestra que el pinochetismo no ha dejado de existir y aprovecha los espacios que se crean a partir de determinadas situaciones... En Chile está la permanencia de un periodismo pinochetista, una curia pinochetista, un parlamentario pinochetista. Se construye esto y se legitima.”
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