EL MUNDO
› LA NOMINA DE LAS EMPRESAS DE EE.UU. QUE SE ESTAN REPARTIENDO IRAK
Todo el petróleo para Bush y compañía
Halliburton, la empresa del actual vice norteamericano Dick Cheney, ya obtuvo un contrato sin licitación para arreglar pozos iraquíes. La adjudicación a las empresas cercanas al gobierno era tan burda que Halliburton debió retirarse de otras licitaciones. Ni siquiera están en el reparto las empresas británicas.
› Por Mercedes López San Miguel
Mientras la ofensiva Libertad iraquí está en proceso extendido, Estados Unidos ya gestiona lo que hará en el Irak de posguerra en dos planos interrelacionados: la reconstrucción física y la explotación petrolera. Para la reconstrucción, hubo cinco compañías como la multinacional Halliburton –dirigida hasta el 2000 por el vicepresidente Dick Cheney– que fueron invitadas a licitación. Pero la ola de críticas que despertó en la prensa norteamericana la última semana habrá incidido en la decisión de Halliburton de no pelear el primer puesto de un contrato por 21 meses en Irak calculado en 600 millones de dólares, sino contentarse con un subcontrato, según lo publicó el semanario Newsweek. La prensa estadounidense y la revista inglesa The Economist se refirieron a que los contratos serían exclusivamente para firmas norteamericanas y podrían aprobarse sin la anuencia del Congreso.
A todo esto, el Ejército estadounidense otorgó sin licitación a una división de Halliburton, la sociedad Kellogg, Brown & Root, el principal contrato para luchar contra incendios de pozos de petróleos iraquíes. En cuanto a la explotación de crudo, y siguiendo la hipótesis de una victoria de Estados Unidos sobre suelo iraquí –con un papel títere de la ONU–, el predominio angloamericano –si no monopolio– aparece como el horizonte más probable.
En el mapa actual, el régimen de Saddam Hussein ha venido negociando contratos durante tres o cuatro años con tres importantes compañías: TotalFinaElf (Francia), Lukoil (Rusia) y China Oil (China), conviniendo una producción compartida con la compañía nacional petrolera de Irak, en concesiones que representan unos 45.000 millones de dólares. En la actualidad, la petrolera estatal iraquí monopoliza la producción total de Irak. El cambio podría resultar radical. En el campo diplomático, Francia, Rusia y China fueron los tres países que se opusieron a la acción militar contra Irak en el Consejo de Naciones Unidas, amenazando con vetar una nueva resolución que habría dejado atrás a la 1441 y autorizado la guerra. Estos tres países pasarían a formar parte del esquema “viejo” de concesiones –como en el enfrentamiento discursivo entre la “vieja” y la “nueva” Europa–. Dentro de un nuevo “marco de legalidad” instaurado por Estados Unidos, con un gobierno similar al de Afganistán, los socios en la ofensiva estadounidense, ¿Gran Bretaña y España tendrán incidencia en la explotación del crudo iraquí?
Para el experto petrolero Félix Herrero, “en el último tiempo se ha presentado un fenómeno nuevo: que la petrolera British Petroleum (BP) se fusionara con la norteamericana Amoco. En cuanto a la Repsol española, funciona como testaferro de los sectores de Estados Unidos”. Según Herrero, “hay dos variables plausibles: que se privatice la petrolera iraquí o se vuelva al antiguo esquema de concesiones, donde queden afuera las actuales compañías”. Otro experto en el sector, Daniel Montamat, discrepó: “Una apertura de las reservas iraquíes vía concesiones directas podría ser traumática, por eso creo que va a haber lugar también para las compañías que ya negociaban”. Según Newsweek, que consultó a la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (Usaid), las únicas empresas que recibieron una parte de las asignaciones son norteamericanas, dejando casi sin revisar a firmas constructoras británicas como Costain y Balfour Beatty. Dicha agencia concedió a la americana Stevedorin Services of America un contrato de 4,8 millones de dólares para la reconstrucción y gestión del puerto iraquí de Um Qasar, aunque los británicos estén ahora mismo protegiéndolo.
“Los contratos discutidos hasta ahora –para trabajos por unos 900 millones de dólares– son migajas en comparación con los miles de millonesque eventualmente se negociarán”, publicó The Economist la última semana. Las licitaciones incluyen Kellogg, Brown & Root –división de Halliburton–, Fluor, Bechtel, Parsons, Louis Berger y Washington Group. Según publicó el New York Times esos contratos serían financiados por los contribuyentes, aunque los funcionarios de la administración Bush dijeron que se costeará también con los ingresos del petróleo iraquí. El diario señaló que existe el temor a que los contratos se firmen sin consultar primero al Congreso.
Otra empresa que está en la lista final es Louis Berger, que participó en la reconstrucción de los Balcanes y que actualmente está trabajando en el desarrollo de infraestructura en Afganistán, con un contrato que supera los 300 millones de dólares. Con una larga experiencia de construcción de pozos de petróleo en lugares difíciles, otra empresa que compite es Fluor, que tiene negocios en el desarrollo de gasoductos y plantas petrolíferas en Kazajstán. La firma Parsons participó en las tareas de construcción de Bosnia y Kosovo. Washington Group International Inc. –cuarta compañía constructora norteamericana– y otras de su ramo ven con buenas perspectivas el momento de reconstrucción que, según analistas, se compararía en costo al Plan Marshall luego de la Segunda Guerra Mundial: podría durar 18 meses y costaría entre 25.000 y 100.000 millones de dólares. Los documentos secretos de los contratos, según el New York Times, indican que las compañías serían pagadas bajo un arreglo llamado de “costos más una comisión fija”, que podría estimarse entre un ocho y 10 por ciento del proyecto total.
También están en pugna las compañías norteamericanas especializadas en desmantelar y neutralizar armas químicas y nucleares, así como empresas de ingeniería para el restablecimiento de la infraestructura física: asegurar el abastecimiento de agua potable, reparar centrales eléctricas, redes ferroviarias, sistemas de irrigación. Con todo, el petróleo es, por si caben dudas, uno de los motores de la segunda Guerra del Golfo.
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