EL MUNDO › DESPUéS DEL PARO GENERAL, EL GOBIERNO ITALIANO CAMBIó ALGUNAS PROPUESTAS, PERO AGREGA MáS IMPUESTOS
Si bien el gobierno aceptó subir el piso de las jubilaciones indexadas y un alivio impositivo para las casas de familia, el valor de los cambios propuestos sería de 2000 millones de euros de ahorro para las cuentas del Estado.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
El gobierno italiano no parece estar completamente sordo a los pedidos de los sindicatos que quieren a toda costa hacer menos pesado para las mayorías el llamado Decreto Salva Italia. Ayer, en efecto, trascendieron una serie de cambios propuestos por el gobierno de Mario Monti en base a las conversaciones mantenidas con los distintos sectores económicos.
Entre los cambios, se permite la indexación de las jubilaciones no superiores a 1400 euros –el decreto presentado por el gobierno hace poco más de una semana hablaba de jubilaciones inferiores a 900 euros–. También se impone una “contribución de solidaridad” del 25 por ciento aplicada a las llamadas jubilaciones “de oro” –antes era del 10–, es decir superiores a 200.000 euros al año, y se incluye un descuento del impuesto sobre la casa (ICI) para las familias con hijos. Otras medidas hablan de un impuesto fijo de 34 euros anuales sobre las cuentas corrientes con más de 5000 euros, de otro impuesto sobre el valor de las propiedades de los italianos en el exterior del 0,76 por ciento y de un tercero sobre los llamados “capitales escudados”, tasa que pasa del 1,5 por ciento al 2. Se trata de capitales crecidos ilegalmente en el extranjero a los que el gobierno italiano de Silvio Berlusconi hace un par de años permitió regresar a Italia anónimamente, pagando un mínimo impuesto. Según algunas fuentes, el valor total de las modificaciones aportadas por el gobierno sería de 2000 millones de euros de ahorro para las cuentas del Estado.
El Decreto Salva Italia y las reformas llegarán hoy a la Cámara de Diputados para ser discutidos y votados, y luego pasarán al Senado donde se espera que sea convertido en ley definitivamente antes de Navidad.
Pero las manifestaciones de los sindicatos no paran. Antes de cantar victoria, dicen, quieren ver “negro sobre blanco”, analizar las propuestas. Y tal como estaba programado, seguirán con los actos, esta tarde en la Plaza del Panteón, el jueves en la Plaza de los Santos Apóstoles, ambas en pleno centro de Roma, y el viernes frente a la Cámara de Diputados.
Paralelamente a todo este ir y venir de protestas en las grandes ciudades, algunos hechos de violencia sucedidos esta semana han llevado a algunos analistas a preguntarse si la sociedad italiana, sus valores, sus principios, se están desmoronando paulatinamente por la inseguridad económica y, sobre todo, por la incertidumbre que se está viviendo desde hace algunos meses.
La semana comenzó con el incendio en la ciudad de Turín (norte del país) de un campamento de gitanos por parte de un numeroso grupo de jóvenes enardecidos. ¿El motivo? La mentira dicha por una muchachita de 16 años que había mantenido su primera relación sexual con su noviecito y que, descubierta, dijo que había sido violada por dos gitanos. Su hermano, sus amigos y muchos otros jóvenes tomaron el hecho como pretexto para incendiar el campamento donde los gitanos vivían pobremente y donde tenían todas sus pertenencias. Por suerte, no hubo víctimas. Pero el asunto fue una clara manifestación da racismo que dejó a muchos con la boca abierta, sobre todo en una ciudad tan “civilizada” como Turín. El segundo hecho se produjo ayer en Florencia, donde un extremista de derecha, Gianluca Casseri, decidió acabar con la gente que no le gustaba. Sacó su pistola en un mercado donde muchos inmigrantes de Senegal venden chucherías y mató a dos de ellos, mientras hería a otros tres. Luego escapó en su auto, pero perseguido por la policía, terminó suicidándose con un tiro en la boca.
Italia no es un país como otros donde, más a menudo de lo que se querría, se lee que algún loco armado, joven, estudiante, ex soldado o lo que sea, mató a tiros a tres o cuatro. Italia es (¿o era?) todavía un país donde la gente cuenta, como ser humano, no sólo como un número o como una fuente de ganancias. Pero todo se está embarullando. Y hasta el presidente de la República, el ex comunista Giorgio Napolitano, se dio cuenta de que era necesario salir al encuentro de estos hechos. El presidente Napolitano dijo en un comunicado de la presidencia que recibió “con dolor las dramáticas noticias sobre el episodio de violencia en Florencia” y expresa su “repudio a toda manifestación de violencia racista y xenófoba”, invitando a la sociedad y a las autoridades a “contrarrestar desde el principio toda manifestación de intolerancia, reafirmando la tradición de apertura y solidaridad de nuestro país”.
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