EL MUNDO
› LOS VECINOS DE LAS CASAS DE SADDAM, ATERRORIZADOS
Cuando estar cerca no es bueno
Por A. E.
Los habitantes del barrio de Karrada saben muy bien por qué los misiles les caen tan cerca. Al final de la avenida principal, justo enfrente del edificio de la embajada de Estados Unidos (sobre el que ondea la bandera polaca), se hallan las viviendas de un hermano y otros parientes de Saddam Hussein. El daño que los bombardeos hayan podido causarles no es visible desde el exterior y además todo el mundo sabe que hace días que nadie vive allí. “No importa, al atacarlas están estrechando el cerco”, asegura un iraquí crítico con el régimen.
Mayor o menor el cerco, la realidad es que la operación militar estadounidense aún no se ha cobrado ninguna pieza mayor. A pesar de los rumores y las insinuaciones que llegan desde el exterior, todos los dirigentes del régimen continúan con sus funciones y se encargan de que tanto la población como los periodistas extranjeros estemos al tanto de sus actividades. Hay días en que hay más conferencias de prensa que bombardeos.
Uno de los primeros alcanzó una residencia familiar del presidente iraquí. El hecho fue admitido de inmediato por los portavoces oficiales. “El líder y su familia están sanos y salvos”, aseguraron. Desde entonces, varios palacios presidenciales y residencias de los dos hijos de Saddam Hussein han sido destruidos, según fuentes locales.
El presidente ha leído dos discursos en televisión y no hay día en que los medios de comunicación locales no saquen una foto suya presidiendo alguna reunión con sus hombres de confianza. Los fondos poco elegantes y las sillas de plástico hacen bastante creíbles estas imágenes, posiblemente tomadas dentro de algún búnker. En ninguna de ellas ha faltado su hijo menor, sai, pero la ausencia de Udai, el mayor, desató las especulaciones. Hasta que antenoche apareció en televisión junto a su padre. Un inusual comunicado oficial desmintió ayer que la familia del líder iraquí se encuentre fuera del país, como había afirmado Estados Unidos. Tan difícil de comprobar como de negar.
De El País de Madrid. Especial para Página/12.