EL MUNDO › NO SE DETUVO EL OBSTRUCCIONISMO DE LA LIGA NORTE TRAS EL ESCANDALO EN EL SENADO
Los dolores de cabeza de Monti no se reducen a la Liga Norte. El otro partido que ha dicho que no votará el decreto es Italia de los Valores, liderado por el ex juez de la campaña anticorrupción Manos Limpias, Antonio Di Pietro.
› Por Elena Llorente
Desde Roma
Mario Monti dice que ya no le hacen efecto los insultos, el obstruccionismo y el boicot de la antigua aliada de Silvio Berlusconi, la Liga Norte, que el miércoles por la noche hizo prolongar una sesión de la Cámara de Diputados hasta las cuatro y media de la mañana para que todos sus exponentes pudieran explicar sus puntos de vista. Por supuesto que para repetir lo que dicen siempre, “no” a Monti y al decreto Salva Italia, no hacía falta llegar hasta esa hora. Por eso el presidente de la Cámara de Diputados, Gianfranco Fini, les puso un freno: cada diputado tiene sólo un minuto para hablar sobre el plan de ajustes, sobre todo pensando que muchos quieren que el voto final se concrete el viernes, así puede pasar al Senado y convertirse definitivamente en ley.
Pero el voto del viernes, por pedido del propio Monti, será el llamado “voto de confianza”. Esto significa que si el decreto Salva Italia no consigue los votos necesarios en la Cámara baja, el gobierno cae automáticamente.
El obstruccionismo de la Liga Norte no se detuvo después del escándalo del miércoles en el Senado, donde Monti y el presidente de la Cámara alta fueron insultados. Ayer, esta vez en Diputados, la Liga volvió a sacar sus cartelitos contra el gobierno, gritando “Qué vergüenza, qué vergüenza”, en particular contra la reintroducción del impuesto sobre la casa, llamado ICI, que había sido eliminado –para la primera casa– por el gobierno de Berlusconi. El griterío se hizo infernal en el aula y dos diputados de la Liga terminaron siendo expulsados.
La Liga Norte representa a numerosos municipios y algunas regiones del norte de Italia y se caracteriza por las actitudes discriminatorias, y hasta racistas, de muchos de sus militantes. Promueve también la secesión del norte de Italia contra “Roma ladrona”. El partido cuenta con poco más del 8 por ciento de los votos a nivel nacional y tiene 59 diputados (sobre 639) y 25 senadores (sobre 315). Su máximo dirigente, Umberto Bossi, quien aunque en los últimos meses del gobierno que compartía con Berlusconi amenazaba al primer ministro de abandonarlo a cada rato, en realidad ahora está carcomido por la rabia, porque muchos de sus proyectos quedaron en la nada. Recientemente, ha llegado a decir que “Berlusconi está con los comunistas” (comunistas que ya no existen como partido en Italia), frase que él usa como una especie de insulto político, como para denigrar a quien fuera su aliado y que, según él, abandonó todos los principios que compartían. Decir “comunista”, como lo usa Bossi, es como se decía “bolche” en la Argentina de la dictadura militar cuando se quería indicar con una cruz a un adversario, no importa que fuera político o laboral. Era lo peor que se le podía decir como para marcarlo en su ambiente o, en este caso, ante la opinión pública.
Pero los dolores de cabeza de Monti no se reducen a la Liga Norte. El otro partido que ha dicho que no votará el decreto (al parecer no presenciarán la votación) es Italia de los Valores, liderado por el ex juez de la campaña anticorrupción Manos Limpias, Antonio Di Pietro, quien desde el principio se declaró contrario al gobierno técnico porque prefería, dijo, nuevas elecciones para que un gobierno con mandato popular se hiciera cargo de todo. El IDV cuenta con 22 diputados y 12 senadores.
Los demás partidos importantes, el Pueblo de la Libertad de Berlusconi que ha manifestado su perplejidad sobre las jubilaciones y los impuestos a los capitales retornados del exterior, el Partido Democrático (centroizquierda) que ha cuestionado ciertas propuestas, sobre todo referidas a jubilaciones, y el llamado Tercer Polo (centroderecha), deberían votar a favor del decreto porque existe más o menos una cierta conciencia generalizada de que no votarlo sería mucho peor. “Se trata de elegir el mal menor”, dice Berlusconi.
Cierto, el panorama no se presenta optimista. Si se camina por las calles de Roma, en especial frente al Parlamento, se encuentran a menudo acampados de distintos sectores laborales. Ayer fue el turno de los bomberos desocupados. Pocos días atrás fue el caso de los desocupados de fábricas. Encima, estimas difundidas ayer por la máxima organización de industriales, la Confindustria, confirman que en 2012 Italia estará en recesión –como ya aseguraron otros organismos internacionales– y que más de 200.000 personas perderán su trabajo.
Tal vez no aprobar el decreto Salva Italia signifique para los italianos lo que ayer dijo Monti: “La alternativa no es la vida sin sacrificios, porque siempre existen. Sino la vida con sacrificios mayores”.
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