EL MUNDO › DRAMATURGO, PRESO POLíTICO, PRIMER PRESIDENTE POST SOVIéTICO
Fue una figura célebre de la resistencia en checoslovaquia al régimen prosoviético, que lo tuvo años preso y bajo vigilancia, pero terminó negociando una salida pacífica en 1989. Ex presidente, amante del rock, fue despedido con dolor.
El intelectual, dramaturgo y político checo Vaclav Havel, primer jefe de Estado de la era democrática en la antigua Checoslovaquia, murió en Praga a los 75 años. Según el diario local Dnes, que en su página web citó a un antiguo portavoz del político y activista, Havel falleció ayer tras mantener una larga lucha contra una enfermedad respiratoria crónica que contrajo cuando era prisionero del régimen comunista en su país. Havel fue una figura destacada en la lucha pacífica que se libró en Checoslovaquia contra el comunismo, entre 1948 y 1989. Nacido el 5 de octubre de 1936 en Praga, en el seno de una familia propietaria de estudios de cine y de decenas de propiedades en la capital checa, Vaclav Havel fue privado de estudios por el régimen comunista en nombre de la lucha antiburguesa.
Antes de convertirse en un icono de la lucha por la libertad, Havel adquirió renombre en los años ‘60 gracias a su obra dramática que mezcla el teatro de lo absurdo y la herencia kafkiana. Entró en la disidencia en los años ’70 para redactar el manifiesto Carta 77, un vibrante alegato político en favor de los derechos humanos. Havel se convertiría, en ese entonces, en el disidente más famoso de Checoslovaquia. Fue arrestado por el régimen comunista bajo el presunto delito de actividad antiestatal. Y estuvo detenido bajo la estricta vigilancia de la policía secreta, incluso después de salir de la cárcel.
Fue a fines de 1989 cuando se sentó a discutir el futuro del país con las mismas personas que lo habían enviado a prisión, mientras el Partido Comunista se desintegraba, la Cortina de Hierro caía y la democracia recuperaba su lugar en Checoslovaquia. El fin del gobierno comunista se acercaba tras 18 días de manifestaciones pacíficas y huelgas. Esas jornadas se conocieron como la Revolución de Terciopelo. En diciembre de ese año, y después de oficiarse un servicio solemne en la catedral romana católica de Praga, Havel era designado jefe de Estado, cargo que ocupó hasta 1992.
Su gestión, a diferencia de quienes lo precedieron como líderes de Europa del Este, se caracterizó por su administración de mano tendida y abierta. Incluso llegó a romper el protocolo, recorriendo el palacio presidencial montado sobre una moto en miniatura. Admirador del rock, el mandatario checo nombró al músico norteamericano Frank Zappa como embajador cultural honorario de su país. Havel era, además, un reconocido fan de Los Rolling Stones. “La vida de Vaclav Havel se parece verdaderamente a una obra de arte”, dijo sobre él su compatriota, el novelista Milan Kundera.
Havel terminó su segundo y último período presidencial en febrero de 2003, que había comenzado en 1998. Creó además una oficina desde la que siguió desempeñando un papel activo como promotor y defensor de los derechos humanos en Cuba, Bielorrusia, Chechenia, Birmania y Ucrania. Ese mismo año fundó el Comité para la Democracia en Cuba, en el que involucró a conocidos estadistas e intelectuales de ambos lados del Atlántico para contribuir a la transición democrática en la isla caribeña. Aunque en el exterior gozó siempre de un gran prestigio, Havel perdió popularidad en su país y en su segundo mandato se enfrentó a la clase dirigente y a uno de los líderes más influyentes –el economista Vaclav Klaus, antiguo correligionario político del Foro Cívico en la transición democrática– para acabar convirtiéndose en enemigos encarnizados. Klaus, que sucedió finalmente a Havel en el cargo en 2003, después de casi catorce años de estar al frente de la presidencia, reconoció ayer que el dramaturgo fue artífice del Estado checo moderno.
La última aparición pública de Havel fue durante la visita del Dalai Lama a Praga, que tuvo lugar el 11 y el 12 diciembre. En ese momento suscribió una declaración para potenciar el compromiso y mejorar la situación de los derechos humanos en todo el planeta. El líder espiritual del Tíbet informaba entonces en rueda de prensa que uno de los motivos de la visita había sido curar a Havel, con quien ejerció los servicios de la “medicina budista”.
“Reflexiono sobre la muerte cada vez más. Tengo la impresión de encontrarme en un bosque donde se talan los árboles unos tras otros, y se convierte poco a poco en un descampado”, había declarado el escritor checo en febrero. Una neumonía mal curada en la cárcel le causó múltiples problemas de salud. Fue operado en diciembre de 1996 de un cáncer del pulmón derecho. Además de una bronquitis crónica, sufría problemas cardíacos y trastornos intestinales.
Las campanas de las iglesias checas repicaron ayer a las 17 (hora local) en recuerdo del líder cuyo lema fue “el amor y la verdad deben triunfar sobre el odio y la mentira”. Sin duda, el mandatario checo permanecerá para siempre ligado a la libertad recobrada por checos y eslovacos. Havel, que había festejado sus 75 años en octubre, murió mientras dormía en una casa de campo, según señaló la secretaria del ex presidente, Sabina Tancevova.
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