Jue 03.04.2003

EL MUNDO  › EL RELATO DE UN DESERTOR DEL EJERCITO IRAQUI EN EL FRENTE NORTE

“En mi batallón todos queríamos escapar”

Por Juan Carlos Sanz *
Desde Erbil

Parecía muerto de miedo. “En mi batallón todos queríamos escapar para rendirnos”, relataba ayer el desertor iraquí. Temblaba a cada pregunta que le formulaban tres periodistas. Pero los marcados pliegues de sus arrugas se acentuaban en un rictus de terror cuando hablaba de los últimos bombardeos aéreos. Su uniforme no llevaba ninguna insignia o indicio de graduación, aunque más tarde dijo que era cabo. Aparentaba tener buen aspecto y la única lesión que presentaba a simple vista provenía, aseguró, “de una vieja herida”.
Dijo también que tenía 33 años y que vivía en Mosul con su mujer y su hija. El cabo se escapó el martes de las filas del tercer batallón de la 29ª Brigada del Ejército, antes de que las tropas de Bagdad se retiraran en la mañana de ayer, después de una noche de intentos bombardeos aéreos, del frente de Güer, a unos 45 kilómetros al oeste de Erbil, la capital del Kurdistán, precisamente en dirección a Mosul, la principal ciudad del norte de Irak.
Hablaba sentado en un sofá, en el despacho de Bayz Zerari, delegado del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), en la central de seguridad de Kalak. “Desde que empezó la guerra se han entregado en esta zona 41 militares iraquíes”, aseguraba el responsable político, que asistió a la entrevista junto con un oficial de seguridad del PDK, el partido que gobierna en el noroeste del territorio autónomo kurdo. “Sí, tienen hambre y miedo a las bombas y a los servicios de seguridad del régimen iraquí; por todo eso escapan”, admitió Zerari.
El pasado viernes, los bombardeos de la aviación de Estados Unidos sobre el frente de Güer fueron demoledores. “Hubo cuatro o cinco muertos y tres heridos. Varios vehículos del ejército iraquí fueron destruidos”, relataba el miércoles el desertor del tercer batallón, integrado por unos 350 soldados. “Teníamos miedo, nosotros no podíamos hacer nada contra los misiles –aseguraba–, pero nuestras órdenes nos obligaban a defender la posición y no abandonarla.”
El cabo dijo además que en el tercer batallón no recibía ninguna noticia sobre la situación de la guerra –”no teníamos ni radio ni televisión”–, ni sobre la situación de su familia en Mosul, una ciudad de más de un millón de habitantes que está siendo bombardeada desde los primeros días del conflicto. “Si alguien se atreve a llamar a su casa, le pueden disparar a matar”, explicó el desertor iraquí en su única referencia explícita a los “escuadrones de la muerte” que, según denuncia la oposición al régimen de Saddam, acompañan a las unidades militares regulares. “Por favor, no me identifiquen. Si mi comandante se entera de que me he entregado, a mi familia la meten en la cárcel”, suplicaba el desertor, que se negó a ser fotografiado incluso de espaldas. Nadie lo escoltó escaleras abajo cuando terminó su entrevista con tres periodistas.
Hoshyar Zebari, portavoz del PDK, aseguraba el lunes que 65 soldados iraquíes se habían rendido a los “peshmergas” desde el comienzo del conflicto, una cifra que puede superar el centenar tras las deserciones de las últimas 48 horas en la zona de Kalak, la antigua “frontera” entre los territorios kurdo e iraquí en la carretera de Erbil a Mosul. El ministro del Interior, Karim Sinyari, informó la semana pasada también de los preparativos para instalar campamentos para hasta 6000 desertores y prisioneros de guerra en el frente del norte.
El responsable del PDK en Kalak precisaba ayer que los ataques aéreos fueron muy intensos en la madrugada del martes al miércoles: “Desde las 4.30 se produjeron diez bombardeos”. Al amanecer, las fuerzas iraquíes habían desaparecido del frente de Güer, y se habían replegado más de 15 kilómetros en dirección a Mosul, según fuentes militares kurdas. Periodistas que siguieron a los “peshmergas” en su nuevo avance observaronen la zona restos de un camión militar destruido por el impacto de un misil. Mientras, soldados de las fuerzas especiales de Estados Unidos se desplegaban junto con milicianos kurdos, por primera vez a la vista de la prensa, ante posiciones militares iraquíes. Desde la ciudad de Dohuk, 50 kilómetros al norte de Mosul, los “peshmergas” del PDK han avanzado también, según una información de la agencia France Presse, en dirección a la capital del norte iraquí y a sus productivos pozos de petróleo.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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