EL MUNDO › ECONOMISTAS Y EMPRESARIOS BRITáNICOS DESCONFíAN DE LA DIVISA
Los ejecutivos de las principales corporaciones británicas no creen que los líderes europeos puedan evitar una nueva crisis y estiman que al menos un país podría abandonar el euro este año. Los economistas del Banco de Inglaterra coinciden.
› Por Marcelo Justo
Desde Londres
En el Reino Unido nadie apuesta por el euro. Según una encuesta de la Consultora Deloitte, los jefes financieros (CFO) de las principales corporaciones británicas no creen que los líderes europeos puedan evitar una nueva crisis y estiman que hay un 37 por ciento de posibilidades de que al menos un país abandone el euro este año. No son los únicos. Un análisis del prestigioso Centre for Economics and Business Reasearch (ECBR) y una investigación de la BBC con 27 economistas asesores del Banco de Inglaterra llegan a conclusiones similares en medio de un pesimismo generalizado. Un CFO lo resumió con una frase que encierra en sí misma muchos peligros: “Todos estamos esperando que pase algo terrible”.
La encuesta de Deloitte abarca a la crema del mundo empresarial. Se trata de 71 compañías con un valor combinado de más de 500 mil millones de euros o 26 por ciento de la cotización empresarial en el mercado. Según estos CFO, el riesgo más grande que enfrentan sus compañías es una desintegración de la Eurozona. Un escenario de esta naturaleza provocaría una contracción crediticia y una extrema volatilidad en los tipos de cambio y los valores de los activos, todas posibilidades que están afectando hoy los planes de las corporaciones.
El resultado es una cautela que puede terminar en el conocido fenómeno de la profecía autocumplida. Según el economista jefe de Deloitte, Ian Stewart, la actual incertidumbre tiene un efecto corrosivo en la inversión corporativa. “Un 87 por ciento de los encuestados piensa que es un mal momento para tomar decisiones riesgosas. Si a 2011 la actitud era expandirse nuevos mercados e incrementar la inversión, ahora es recortar costos e incrementar la liquidez, fortaleciendo el propio balance financiero”, señala Stewart. Según los FCO británicos, ya hay una contracción crediticia comparable a la del último trimestre de 2008.
No sorprende que la mayoría hoy piense que el Reino Unido entrará en una segunda recesión este año. La comparación con una encuesta similar de Deloitte el año pasado es ilustrativa del pesimismo reinante. En enero de 2011 un 27 por ciento de los CFO pensaba que habría una recesión: hoy el porcentaje es el doble, un 54 por ciento. Este pesimismo sobre el euro y las perspectivas británicas es aún más pronunciado en la evaluación del Centre for Economics and Business Reasearch (ECBR), que recientemente elaboró una nueva tabla económica mundial en la que colocaba a Brasil en sexto lugar por delante del Reino Unido.
En sus proyecciones para 2012, el ECBR estimó que este año el euro comenzará a desintegrarse. “Por el momento, sólo le damos un 60 por ciento de probabilidad, pero nuestra predicción es que a fin de año al menos un país dejará el euro”, señaló la organización en un comunicado. El ECBR considera que hay un asombroso 99 por ciento de posibilidades de una desintegración de la Eurozona a fines de la década.
En cámara lenta o a doble velocidad, el impacto de esta crisis sobre el sistema financiero será ine-vitable. “La mayor parte del sistema bancario francés y alemán tendrán que ser rescatados para compensar las pérdidas por la deuda soberana. Es posible que muchos sean nacionalizados”, vaticinó el CEBR.
Es una percepción generalizada. En una encuesta de la BBC de fin de año en la que participaron 27 economistas británicos y del resto de Europa, todos asesores del Banco de Inglaterra, una quinta parte predijo que la Eurozona no mantendría a sus 17 miembros a bordo en 2012 y la mayoría vaticinó una recesión para la Unión Europea.
A pesar de este panorama aciago, en un ejemplo de manual sobre el capitalismo, un 48 por ciento de los CFO de las grandes corporaciones ya han identificado oportunidades para el crecimiento en medio de la crisis. Una tercera parte apunta a la adquisición a precio de remate de activos y un 30 por ciento piensa que habrá oportunidades para expandir su lugar en el mercado. Son dos caras de la misma moneda que apunta a la posibilidad de avances monopólicos. Pero además un 19 por ciento calcula que la crisis le permitirá realizar reformas internas postergadas durante la bonanza, algo que normalmente se traduce en “reestructuraciones” y despidos.
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